31

8.4K 754 42
                                    

Aquella tarde el líder de los rebeldes estaba furioso, ya que en la primera batalla de la justa entre William y Héctor, el plan que tenían él y sus aliados, no dio los resultados esperados, sencillamente porque William no pudo asestarle ningún golpe a Héctor, con las lanzas que le habían alterado, sorprendiendo a todos los presentes, quienes se preguntaban que le ocurría al formidable rey. En el fondo le divertía la vergüenza que debía estar pasando Willian porque un niñato le hubiese ganado, pero lo que habían tenido planeado era que él le asestara a Héctor porque habían alterado esos bastiones de madera, poniéndole en el interior un punta afilada envenenada, arma capaz de pasarle a la armadura de Héctor. Esto con el fin de que matase al príncipe, nunca se habían esperado que William V no pudiese dar ningún golpe, dejando sus bastiones intactos. ¿Estaría drogado? ¿Borracho? ¿O sospechaba algo?, se preguntaba cuando ya toda la muchedumbre salía del rudimentario campo, entonces se dijo que mañana sería otro día. Aún quedaban sábado y domingo de justa entre el rey el príncipe para lograr el cometido.

❀~✿ ❀~✿ ~ ~❀~✿ ❀~✿

Si Elizabeth había estado preocupada todo el día, luego de su charla en la mañana con el príncipe Héctor, ahora lo estaba el doble, después de ver la justa en que su marido había perdido estrepitosamente, pareciendo un novato. ¿Qué le habría sucedido? Ella lo había visto luchar en prácticas junto a sus hombres y sabía que era prácticamente invencible, pero en su presentación de hoy él pareció otro hombre ¿Sería que su problema de equilibrio se habría hecho presente para no poder ni dar un golpe al contrario?, se preguntaba pidiendo esa noche permiso a los guardias de la puerta de los aposentos de él para poder acceder a verlo, pero le fue negada la entrada, siendo informada que el rey no quería ver a nadie. Él ni siquiera había bajado al banquete, solo mandando un comunicado a los demás que no asistiría porque estaría descansando para sus siguientes luchas, porque, aunque el gran rey hubiese perdido, las festividades de la corte continuaban. Esos seres banales no paraban de bailar, reír y comer, ni aunque se muriese alguien, bien lo sabía Elizabeth, encontrándose muy cabizbaja, no sabiendo aún quien podría darle detalles de ese entrenamiento militar de William, que lo había convertido en lo que era; el hombre que le era difícil amarla. En la mañana cuando había terminado de hablar con el príncipe, había intentado buscar información con el cardenal de la corte; el religioso era el que se encargaba de las actividades eclesiásticas del reino, como misas, confesiones y matrimonios, ya que él había participado en el matrimonio de ella y William y era el representante del rey ante roma. Elizabeth había ido a la capilla del castillo a verlo, preguntándole que sabía sobre el entrenamiento espartano, no diciéndole el fin para el que quería esta información, pero este hombre solo torció los labios y le dijo que esos temas no debían ser sabidos por una dama delicada como ella. Elizabeth nunca había tenido mucha empatía por aquel señor, pese a que era un hombre de Dios, por eso al igual que la reina madre prefería al padre del pueblo para confesarse, porque realmente el hombre tenía un carácter altivo, tan similar a todos los nobles de la corte, además se le notaba que tambien le sentía desdén, como los demás, ya que antes que ella saliese de la capilla, le había recomendado que ya podía dejar de estar en el mismo lugar que él rey, pudiendo irse a vivir al castillo de Zaragozha, lugar donde vivió antes de casarse, porque sus deberes conyugales con el rey habían terminado, ya que llevaba a su heredero.

La interacción carnal entre ustedes, sería pecado, su alteza, usted que iba ser religiosa sabe que una unión de cuerpos de esa índole solo se da con el fin de procreación. Para otra cosa, es un abominable pecado ante Dios —se atrevió a decirle el hombre mayor, calvo de sotana, clavándole una mirada juzgadora porque él debía saber, que ella y William seguían manteniendo intimidad, estando ella embarazada. Elizabeth, aunque sabía que era cierto lo que decía, porque, como él dijo, por poco fue religiosa y conocía las doctrinas, decidió no hacerle ningún tipo de caso sobre no continuar a lado de su esposo, entregándose, porque había aprendido que lo que hacía con William, lo hacía con el mayor amor de su corazón y el amor no debía ser juzgado como un pecado. En fin, buscando información, había terminado reprendida por ese hombre e igual de desinformada sobre lo que había buscado saber. Nadie de Baulgrana iba a ayudarla a saber la verdad, se dijo volviendo al presente de esa noche. Nadie...se repitió dándose cuenta que era cierto nadie de ese reino lo haría, pero que una persona de otro reino sí podría hacerlo. Quizá rey Darcy llegó a la conclusión, recordando que lo había visto llegar alegre, al lado de sus hijos, cuando ella estuvo en el trono un rato, junto a la reina madre, en la fiesta de banquete, entonces Elizabeth ya en su cuarto, pidió a una de sus doncellas más leales que llevaran un mensaje a los aposentos del rey Darcy que decía que deseaba verlo en la biblioteca a las once. La reina madre le había enseñado los pasadizos de emergencia de este castillo y había prometido tambien enseñarle los del palacio de la ciudad, así que sabía que había una forma de llegar a la biblioteca sin entrar por la puerta principal, así que ella podría reunirse con el rey, llegando por un pasadizo, luego salir por allí otra vez, como si aquella reunión no hubiese sucedido, se dijo, al final haciendo esto, luego de evitar a su suegra, que quiso quedarse con ella hasta tarde, tratando de sonsacarle porqué había estado tan triste todo el día, llegando despues al encuentro del rey, quien la esperaba en esa estancia viéndose tan respetuoso y sabio, como siempre. El mismo iba elegantemente vestido y la saludó con suma caballerosidad, sin verse sorprendido por su aparición tras un librero.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETAWhere stories live. Discover now