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—¿Qué haces aquí, William? —le preguntó Beatriz con cautela a su hijo, mientras se adentraba nerviosa a la habitación.

—¿Dónde estabas? —le preguntó él, a su vez, no oyéndose molesto, sino más bien desesperado, cosa que la hizo darse cuenta con alivio que no parecía conocer su pecado, ya que si lo hubiese sabido, no estaría tan pasivo.

—Yo...eh salí a caminar por el jardín —decidió mentirle ella, quitándose con premura la capa que había usado para escapar, misma que luego puso en su cómoda. —¿Necesitas algo? —le preguntó dándole la espalda, ya que estaba tan avergonzada por lo que estuvo haciendo que su conciencia no le permitía darle la cara a su hijo, pero tuvo que mirarlo, cuando sintió que él errático se acercó a ella y la giró.

—¡Debemos irnos madre, ellos...ellos vienen por mi...!

¿Qué? —se impactó ella al oírle decir esto tan extraño.

—Si, tenemos que irnos. No podemos perder tiempo —insistió William.

Ahí Beatriz se dio cuenta que algo no andaba bien en su hijo. El mismo tenía sus ojos azules desorbitados y sudaba mucho, además de que miraba para todos lados como un demente.

—William ¿de quienes hablas? —quiso entender.

—De los hombres de mi padre, ellos vendrán por mi...—la apretó de los brazos William , haciéndola quedar perpleja por verlo así, tan enajenado.

—Querido ¿estuviste bebiendo? —le preguntó, con dulzura Beatriz, tocándole la mejilla.

—Madre, por favor... vienen por mi, tenemos que escapar, tomar a Ryder y escapar...—le insistió William, provocándole a Beatriz que las lágrimas se le saliesen al oírlo mencionar al perro que le mataron en el momento que la guardia de su difunto esposo intentaba llevárselo de pequeño. Oh dios, su hijo al parecer parecía trasladado a esa época, pensó llevándose una mano a la boca.

—William, cariño ¿Estás drogado? —le preguntó rota, acercándose a olerlo, viendo que no olía a alcohol—Oh dios... sí lo estás—confirmó, llenándose de preocupación—Siempre he escuchado rumores que usas esas porquerías que alguien de la corte parece vender en las fiestas, ¿Sabes lo peligroso que es eso? ¡Mira nada mas como estás! —lo reprendió, sintiendo las lágrimas correr de sus ojos, en ese momento entró la dama de compañía de ella, con una taza de té humeante en las manos.

—Oh su alteza, ya regresó—le dijo la anciana mujer al verla, quien sabía todas sus vueltas, luego la misma le explicó: —Su hijo lleva rato aquí, desesperado, esperándola. No es por alarmarla, pero según sus guardias se le pasó la mano con los polvos de la corte.

—Si, eso noté—dijo Beatriz con tristeza, momento en que William volvió a tomarla de un brazo, viéndose muy aterrorizado.

—Madre por favor, debemos escapar, debemos huir...los hombres del rey me atraparán...

—William escúchame...—lo agarró de las mejillas Beatriz, a punto de romperse en pedazos de verlo así — tu padre está muerto, tu eres el rey y nadie puede atraparte.

William negó con la cabeza, enajenado, entonces Beatriz tomó la taza y luego de obligarlo a sentarse nuevamente en la cama, le ofreció el contenido.

—Tómate esto, cariño. Te haré sentir mejor. Luego te acuestas.

William le hizo caso y bebió, mientras temblaba. Entonces Beatriz, después de pedirle a la anciana dama de compañía que fuera por Elizabeth, decidió interrogar a su hijo, sobre aquello que nunca le había querido hablar: que le habían hecho cuando fue llevado del palacio de pequeño.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora