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Elizabeth cuando abrió los ojos a la mañana siguiente, se sintió confusa y somnolienta. Su cuerpo pesaba como si hubiese estado durmiendo por días, además le dolía mucho la cabeza, estaba mareada y tenía ganas de vomitar.

-Querida ¿Cómo te sientes? -la recibió el rostro de su esposo, quien en ese momento se inclinó sobre ella en la cama para agarrarle la mano. Elizabeth, cuando la vista se le aclaró, pudo notar que él se veía bastante mal, con la vista roja y el semblante pálido, lleno de preocupación, además su voz sonaba quebrada y amortiguada. En realidad, no sonaba a él, quien siempre alternaba entre tonos fríos o mordaces. ¿Qué estaría pasándole? se preguntó aún en una bruma, observando que en la habitación tambien estaban su suegra parada al otro lado de la cama, ataviada con un sencillo vestido, misma que se veía igual de afectada que William y que empezó a tocarle la mejilla dulcemente. Elizabeth, tambien notó que había criadas en el cuarto y que todos la estaban mirando de manera sombría. Esto la puso en guardia ¿Qué habría pasado? se preguntó, tratando de recordar los eventos de las últimas horas antes de quedar inconsciente. Entonces sin poder hablar nada todavía, tuvo que llevarse una mano a la cabeza, cuando todos los recuerdos se le fueron presentando de forma abrupta, lastimándola... Había discutido con William porqué él le había confirmado que él bebé de ambos iría a entrenamiento...Ella había decidido escapar, pero había sido atrapada por William...y luego cuando discutía con él en el pasadizo, había sentido algo bajando de entre sus piernas...

Sangre.

¡Dios, su bebé!, llegó a su consciencia y protectora se tocó el vientre por encima del camisón, que tenía pegado al cuerpo por el sudor, entonces sintió el leve relieve en el estómago, que en las mañanas era menos notorio antes de ingerir alimentos, pero, de todas formas, desesperada exigió saber:

¡¿Mi bebé?! ¡¿Cómo está mi bebé, William?! ¿Él está bien? Por favor dime que está bien. -rogó.

Luego de su pregunta cayó un silencio pesado en la habitación, como si nadie supiera que contestarle en ese momento. William por su parte solo le dio un sentido beso en el dorso de la mano, pareciendo temblar como ella. Ver que él no podía responderle la llenó de pánico.

-William ¿el bebé está bien? -volvió a rogar saber Elizabeth, adoptando la posición de sentada en la cama, mientras William le agarraba las muñecas para que no avanzara más.

-Trata de calmarte, corazón-le recomendó William, siguiendo sin sonar como él. -No debes moverte. Quédate acostada.

-No quiero estar acostada. Dime que mi hijo está bien ¡Dímelo! -gritó Elizabeth, enloquecida, forcejeando contra él-Él está bien ¿verdad? ¡Por favor dímelo!

-Cariño...lo siento...-murmuró William, las palabras que lo hicieron mirarlo, paralizada-El bebé no alcanzó a salvarse...

Ella solo empezó a negar con la cabeza de forma abrupta y lo acusó:

-Tú mientes...no es cierto, no es cierto. -repitió Elizabeth, quebrada, entonces miró a su suegra no dispuesta a aceptar algo tan espantoso. -Dígame que su hijo miente. Por favor.

-Cariño tú sabes que jamás te mentiríamos con algo tan delicadole respondió la reina madre, llevándose luego una mano a la boca para detener un sollozo-El doctor explicó que pudo hacer nada...aun el bebé era muy pequeño y...

-Su hijo me miente porque quiere quitarme a mi niño...yo sé que sí...-dijo Elizabeth fuera de sí, negada a la verdad-Pero mi bebé está bien, él está aquí y no le pasó nada...-reafirmó ella, tocándose la barriga.

-Elizabeth, cariño, lo siento mucho...yo sé que estabas muy ilusionada...todos los estábamos...-replicó Beatriz con tacto, destrozada de ver como la mente de su nuera luchaba para no dirigir la verdad.

Su reina por obligacion /LIBRO 1) COMPLETAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum