Dalila
-¿qué hay sobre tus padres?- pregunta Raffael mientras cenamos, estamos en mi departamento.
-¿qué quieres saber?- pregunto.
-todo- responde- quiero saber todo sobre ti cara.
Sonrió y comienzo a hablar.
-nací en Rusia, mi madre era italiana, toda mi familia lo es- comienzo y sus ojos azules me miran- no sé nada sobre mi padre, nunca lo conocí, mi madre dice que él nos amaba pero no sé que fue de él- me ponía un poco nostálgica eso- mi madre y yo dejamos Rusia cuando yo tenía tres años y vinimos a Italia desde ese entonces yo he vivido aquí- bebo de mi bebida y después continúo- lamentablemente mi madre murió cuando yo tenía diez años, ella tenía cáncer y la enfermedad pudo más con ella- el toma mi mano y la besa- desde ese entonces mis abuelos se hicieron cargo de mi.
-¿qué pasó después?- pregunta y continúo.
-mi abuelo murió hace poco aunque eso ya lo sabes- él asiente- y mi abuela decidió que quería ir a aquella casa de retiro- suspiro pesadamente- nunca tuve una buena relación con mi tío Alessandro, ni con su esposa, no sé porqué pero ellos parece que nos odiaban, a mi madre y a mi y ni siquiera sé el porqué- miro la foto que tengo con mi abuelo- a veces creo que nos odian porque mi abuelo siempre estuvo de nuestro lado hasta el último día- sonrio- con Carina era diferente, tenía una buena relación con ella, hasta que la descubrí con Dimitri.
-¿la muerte de tu abuelo trajo problemas?
-demasiados- respondo- mi abuelo dejó un testamento, en aquel testamento nos dejaba algo a todos- afirmo- las empresas pasaron a ser de mi tío y mías- Raffael me mira sorprendido- a mi me dejó una parte en representación de mi madre- aclaro- y también me había dejado una parte de su fortuna.
-¿y qué pasó con eso?
-mi tío se encargó de dejarme sin nada- sonrio irónica- mi parte de la empresa se las adueñó completamente y el dinero que mi abuelo me había dejado lo tomó y se lo otorgó a Carina.
-¿sabes que eso es un delito?
-por supuesto que lo sé- respondo.
-¿por qué no has hecho algo para recuperar lo que te corresponde?
-no quiero más problemas- defiendo- sé que soy una estúpida por dejar las cosas así.
-¿cómo es posible que hayan hecho eso?
-con dinero todo el mundo accede- respondo- el abogado prefirió unos cuantos fajos de billetes antes que cumplir con lo que mi abuelo establecía.
-eso también es un delito.
-eso también lo sé- defiendo- yo no tengo el dinero que mi tío tiene, no podría siquiera contratar un buen abogado.
-entonces, ¿dejarás todo así?- pregunta con una ceja elevada.
-confío en que algún día podré luchar contra ellos- hablo- tal vez cuando me gradue y trabaje y tenga el dinero para enfrentarlos- respondo- ¿qué hay de tu familia?
Él se mantiene en silencio unos segundos.
-no hay mucho que decir sobre mi familia.
Se pone de pie mientras abrocha su saco.
-¿te vas?- pregunto y él asiente, prefiero no decir nada.
Lo acompaño hasta la puerta.
Esta a punto de besarme pero muevo mi rostro haciendo que deje un beso en mi mejilla.
-Dalila...
-nos vemos después- cierro la puerta.
Odiaba que hiciera esto, él sabía absolutamente todo sobre mi y yo siempre hablaba y respondía a sus preguntas pero en el primer intento que yo se lo pedía a él solo se limitaba a cambiar el tema.
♤
-¿qué haces aquí?- pregunto mientras salgo de la Universidad y me acerco a Raffael quien está recargado en su lujoso auto.
-sube- habla- tenemos que hablar.
-¿ahora si quieres hablar?- pregunto.
-Dalila, por favor, no discutamos- responde mientras abre la puerta para mi.
-ahora soy yo quien no quiere hablar contigo- cierro la puerta mientras me mira y eleva una ceja.
-Dalil...
-no Raffael- interrumpo- cuando estés dispuesto a hablar sobre tu vida conmigo puedes venir y buscarme pero mientras no sea así no pierdas tu tiempo- comienzo a caminar en dirección contraria a él y subo rápidamente a un taxi, mientras lo veo subir enfadado a su auto.
Estoy viendo a través de la ventanilla pero mi ceño se frunce al ver al chofer tomar otro camino.
-disculpe, este no es el camino correcto- hablo y me mira por el retrovisor.
-es un atajo- responde, ¿un atajo? Creía que era idiota.
Saco mi celular discretamente.
Los nervios comienzan a golpear mi cuerpo, este hombre definitivamente estaba planeando algo más.
Marco el número de Anna pero no contesta.
Bajo rápidamente mi celular cuando él vuelve a mirarme a través del retrovisor.
Lo que hace después sólo aumenta mi crisis nerviosa. Ha subido los vidrios del auto y los seguros han sido bajados.
-podría dejarme por aquí- respondo intentando sonar amable y normal, él solo continúa conduciendo sin prestarme atención- he dicho que me deje aquí- ordeno ahora con más desesperación.
-no te pongas a la defensiva- habla con voz dura- tienes buen cuerpo y linda cara, me pagarán una buena comisión por ti.
¿qué mierdas?
Intento abrir la puerta pero es imposible quitar el seguro.
Tomo rápidamente mi celular y sin pensarlo dos veces marco al italiano.
-creí que no querías hablar conmigo- escucho su voz en la otra línea.
-están secuestrandome- hablo rápidamente- él no me deja ir.
-Dalil...
-¿¡qué mierdas has hecho!?- aquel hombre me arrebata el celular mientras lo lanza al asiento a su lado.
-por favor- hablo- prometo no decir nada si me dejas aquí, solo, por favor, déjame ir.
Una sonrisa se muestra en su rostro.
-¡cállate ya!- ordena mientras aumenta la velocidad.
Estoy buscando a mi alrededor algo con lo que pueda defenderme pero no encuentro nada, solo hay libros en mi mochila y en este instante no creo que un librazo logre mucho.
De un momento a otro llegan tres camionetas negras, dos se colocan a nuestros lados mientras que una va delante de nosotros.
-¿qué diablos?- aquel hombre comienza a presionar el claxon pero ninguna de las tres camionetas se mueve, es hasta que nos detenemos abruptamente haciendo que me golpee un poco con el respaldar del asiento.
Aquellas camionetas se detienen también quedándose en la misma posición, siento como mi cuerpo tiembla y el aire que retenía sale lentamente al ver a Giorgio bajar de una de las camionetas.
El hombre que conduce este taxi baja y cuando menos me doy cuenta cae al piso seguido del sonido de un disparo.
Ahogo un grito.
Puedo abrir por fin la puerta y bajo, llevo mis manos hasta mi cara cuando veo a aquel hombre retorciendose de dolor en el piso.
Mi respiración comienza a acelerarse mientras que intento procesar todo lo que está pasando.
-mi amor- volteo y Raffael camina rápidamente hacia mi, acepto sus brazos mientras que me aprieta a él.
-no me siento bien- hablo y seguido de eso todo se torna negro.
Capítulo nuevo.
Espero que les guste.
No olviden comentar, votar y compartir.
Nos leemos pronto.
-Neftali.