•¿No te quieres casar conmigo?•
— ¡El novio de ___ ya llegó!
La voz de mi hermana sonó en toda la casa, no sabía si reír o llorar ya que me pasé toda la mañana explicándole que era mi amigo... Pero al parecer ella no quería entenderlo.
— ¿Es un príncipe? ¿Cómo es? —rodé los ojos divertida pues ya había hecho esa pregunta muchísimas veces—
Belle me siguió mientras yo iba por las llaves para abrirle la puerta.
— ¿Es guapo? —echó una pequeña risa—
— Sí, Belle, es guapo —reí— Y también es un príncipe —me agaché y la tomé en brazos—
— ¿Y se van a casar para vivir felices por siempre?
Como si fuera tan fácil...
— Algún día —besé su frente—
Fui hacia la puerta y antes de abrir dejé a Belle en el piso. Respiré hondo y le di vuelta a la perilla. Ahí estaba él y detrás mis amigos, pero ahora mis ojos solo se fijaban en él. Sonreí y él a mí.
— ¡Hermana, es muy guapo!
La aguda voz me sacó del trance y di un paso adelante para poder saludarlo. Pasé mis brazos por su cuello y descansé mi cabeza ahí. Sus brazos apretaron mi cintura.
— Feliz cumpleaños, bonita —susurró y besó mi mejilla—
Agradecí y me separé de él. Vi hacia mis amigos y me lancé a abrazarlos. Mi hermana se había quedado inmóvil en el marco de la puerta viendo toda la escena.
— Hola, Belle —saludó Louis tiernamente a lo que ella se tapó el rostro con sus manitas—
— ¡Inútil! ¡La asustas, idiota! —Menno le reclamó—
Reí y fui por mi hermana, la tomé en brazos.
— Martin, ella es Belle, mi hermana.
— ___ dice que eres un príncipe... Su príncipe.
Me quedé con la boca abierta ante su confesión.
— ¿Ah sí? —me miró y yo rodé los ojos con gracia— Pues ella es mi princesa —me tomó de la cintura y plantó un beso en mi mejilla—
Dios. La escena que estamos montando.
— ¿Por qué hay dos «Martins»? —preguntó curiosa al ver a Damian—
— A que sí se parecen —la mecí entre mis brazos—
La dejé nuevamente en el suelo y se fue corriendo a la sala.
— Pasen, vayan a mi habitación a dejar sus cosas —los invité—
Los chicos pasaron y subieron a la segunda planta. Eché llave a la puerta y me dispuse a caminar hacia las escaleras, excepto que mi acción se vio interrumpida.
— ___ —me tomó de la muñeca—
— ¿Qué sucede?
— ¿Estás molesta?
— No —sonreí— ¿Debería estarlo? —ladeé mi cabeza—
— Te he fallado, lo sabes... Discúlpame.
— No ha sido tu culpa, era algo que no podías controlar —pasé la mano por mi cabello— No tienes por qué disculparte, en serio.
— Es que te veías muy animada cuando me lo propusiste.
— Martin, ya pasó, supongo que podremos quedar para otro día —me atreví a tomarle de ambas mejillas y besarle la frente—
— Seguro que sí —sonrió radiante—
Sin embargo dentro de esa sonrisa podía percibir algo.
Acompañé a los chicos en mi cuarto mientras acomodaban su poco equipaje. Nos acostamos todos en mi cama y empezamos a conversar. La razón por la cual Martin se había disculpado conmigo hace unos minutos es que se tuvo que cancelar nuestro pequeño supuesto paseo. Al parecer él había confundido los días y olvidó consultar con su agenda o con Watse antes de aceptar mi invitación. En pocas palabras, no salimos a ningún lado.
Sentí su mano tibia encontrándose con la mía, sin dudarlo dejé que nuestros dedos se entrelacen entre ellos. Volteé mi rostro hasta encontrarlo y le dediqué una pequeña sonrisa. Mis amigos seguían hablando de cualquier cosa que, la verdad, no prestaba mucha atención.
— Pensé que habían salido —mi mamá se metió a mi cuarto sin previo aviso— ¿Por qué no vinieron a saludarme?
— ¡Tía Malena! —gritó Menno poniéndose de pie y tirándose a los brazos de mi mamá—
Sí, por alguna razón mi mamá adoraba a Menno, en sí quería mucho a mis amigos, pero él era su favorito.
Mi mamá iba a ver a Martin por primera vez después de años. Él en algún momento me dijo que tenía miedo de encontrarse con ella nuevamente por todo lo que había pasado.
— Oh, aquí está el muchacho que destruyó el corazón de mi pequeña hija —era sarcasmo, pero al parecer Martin no lo notó y pude ver cómo sus mejillas se teñían y cómo su mano iba a parar a su cuello en una clara muestra de nerviosismo—
— ¡Mamá! —le reclamé y ella soltó una risa—
— No hay rencores, hijo —mi mamá lo abrazó y él, conmocionado, demoró en devolverle el abrazo— ¿Cómo has estado?
Ellos se quedaron un rato hablando. Me acerqué a mis amigos y hablamos sobre lo que podríamos hacer los días que se iban a quedar. Tal vez un picnic o salir a acampar.
— ___, Hugo está abajo —sonreí involuntariamente— ¿Tus amigas aún van a venir?
— Es probable.
— Jean acaba de empezar a cocinar la barbacoa, será mejor que ya vayan bajando.
Mi mamá se fue de mi habitación y con las mismas bajamos hacia la sala. Ahí estaba Hugo «jugando» con mi hermana, grité y corrí hacia él a saludarlo. Después de tanto haberlo deseado, finalmente mis amigos más importantes se habían conocido cara a cara.
Más tarde, Zoey y Mía llegaron a mi casa donde también por primera vez conocieron a mis amigos. Fuimos al jardín donde Jean había armado una mesa bastante grande para que todos entremos. La comida empezó y a mitad de ella, mi hermano había llegado de sorpresa. Lo había extrañado mucho, no lo había visto cara a cara durante un año y un poco más. La expresión en el rostro de mi hermano decayó un poco al ver a Martin entre los invitados. En algún momento ya le había dicho que supere todo lo que pasó entre él y yo. En todo caso, la cara de Martin me pareció bastante graciosa al ver que mi hermano no lo veía con la mejor expresión del mundo.
Niños.
Terminada la cena, mi familia subió a sus habitaciones y yo me quedé con mis amigos. Pusimos algo de música y sacamos unas cuantas botellas de bebidas alcohólicas. Trago tras trago empezamos a entrar en confianza todos y empezamos a cantar las canciones que íbamos poniendo, en ocasiones bailábamos, aunque más hacíamos el ridículo.
***
— ___, ¿Estás despierta?
Sonreí mirando al techo en plena oscuridad pues ya me había preguntado eso unas cinco veces.
— No.
Menno bufó y evité soltar una risa para no despertar a los otros tres que ya estaban dormidos.
— ___, no puedo dormir —se quejó—
— Cuenta ovejas o números, no sé.
— Cuéntame cómo conociste a Martin.
—reí— Imbécil, eso ya te lo he contado.
— ¿Otra vez?
— ¡No! Es algo penoso de recordar...
El simple hecho de correr a los brazos de Martin cuando tenía trece años me da, ugh, un poco de cringe.
— ¡Martin, te amo! —agudizó su voz imitando la de una niña—
— Cállate —reímos—
Los minutos pasaron y cuando lo llamé por su nombre no obtuve ninguna respuesta, al parecer ya se había dormido. Me removí en mi cama quedando acostada con la vista hacia la puerta, me arropé bien y cerré los ojos, intentando nuevamente iniciar con mi ciclo de sueño. Mi celular vibró por mi barriga y lo saqué al instante.
M 💕
En línea
Así que conocerme fue algo penoso?
Abrí ligeramente mi boca mostrando sorpresa al saber que él había escuchado todo lo que había estado conversando con Menno.
Eres una vieja chismosa
Ups?
No me parece
Hahahaha
Podemos hablar?
Iré por un vaso de agua😉😉
Yo solo espero que sea inteligente y haya entendido esa «indirecta».
Una vez en la cocina, en plena oscuridad, me subí a la isla ya teniendo mi vaso con agua en mano. Revisé mi celular mientras bebía y cuando acabé lo dejé en el fregadero. Y aún no había señales de él.
— No sabía si bajar o no —di un ligero salto por su aparición inminente—
— Un poco lento.
Él acercó una de las sillas y se sentó frente a mí.
— ¿Qué pasó? —abracé una de mis piernas—
— Hay algo que olvidé darte.
— ¿Qué te dije de no comprarme nada? —reproché—
— ¡Te juro que no gaste nada! —se defendió— Bueno... Solo en la caja... Y en lo que hay dentro.
Moví mi cabeza de lado a lado negando. A través de la oscuridad, pude ver su sombra ponerse de pie y acercarse a mí, una de sus mano la posó en mi rodilla y pasó su pulgar dulcemente dando caricias.
— He estado pensando bastante en esto... Y espero que no te espantes o enloquezcas.
— ¿Vas a pedirme matrimonio? —bromeé—
— ¿No quieres casarte conmigo? —se victimizó— Auch, ___, auch...
—reímos y le di un golpe suave para que dejara la broma de lado— ¿Entonces qué es?
— Si no estás de acuerdo con esto, está bien, no quiero que te sientas obligada.
— ¿¡Pero qué diablos es!?
Martin no dijo nada más y atinó a darme una caja. Esta era más larga que ancha, podía entrar perfectamente en la palma de mi mano. Podía sentir que esta estaba cubierta con papel de regalo y un pequeño moño. Me encargué de sacarlos de encima y quedarme tan solo con la caja. Por mi mente se pasó la idea de que podría ser un reloj, una pulsera, un collar o un perfume. Quité la tapa y deseché su contenido en mi mano. Vuelvo a repetir que estábamos con la luces apagadas así que con lo único que podría descifrar qué era mi regalo era con las manos. Era metálico.
Una llave.
— ¿Vas a decirme que es la llave de tu corazón? —reí—
— Podría —pasó su mano por mi rostro y besó mi frente— ¿No imaginas qué puede ser?
— Una llave —dije obvia—
— ¿Cualquier llave?
Totalmente confundida seguí tocando la llave hasta darme cuenta que tenía un llavero.
— Son tus llaves.
— De mi casa.
¿Acaso quiere que vuelva a vivir con él?
— ¿Quieres que-?
— Ajá —me cortó sabiendo lo que iba a decir— Sí, sí, he... Lo he estado pensando y sé que ahora no nos vemos mucho, pero en serio me gustaría volver a intentarlo.
¿Y ahora qué se supone que le tenía que decir?
¿Que sí, lo intentemos? ¿O que sí, me voy con él?
Bajé mi pierna de una de las mesas y me abalancé a él. Mis piernas quedando alrededor de su cadera y mis brazos de su cintura, mi cabeza quedó pegada a su pecho y sus manos acariciando mis cabellos.
Lo primero que se me venía a la mente era mi trabajo y Jake. Luego mis actividades fuera del trabajo y por último, el estilo de vida que ya había estado llevando todo este tiempo. Pero de algo sí estaba segura.
— Martin —tomé su rostro entre manos— Me encantaría volver a intentarlo.
~To Be Continued~~>
✓ 19.09.19