the dream of garrix ✧ [m.g.]

~Capítulo #75

•¿No te quieres casar conmigo?•

— ¡El novio de ___ ya llegó!

La voz de mi hermana sonó en toda la casa, no sabía si reír o llorar ya que me pasé toda la mañana explicándole que era mi amigo... Pero al parecer ella no quería entenderlo.

— ¿Es un príncipe? ¿Cómo es? —rodé los ojos divertida pues ya había hecho esa pregunta muchísimas veces—

Belle me siguió mientras yo iba por las llaves para abrirle la puerta.

— ¿Es guapo? —echó una pequeña risa—

— Sí, Belle, es guapo —reí— Y también es un príncipe —me agaché y la tomé en brazos—

— ¿Y se van a casar para vivir felices por siempre?

Como si fuera tan fácil...

— Algún día —besé su frente—

Fui hacia la puerta y antes de abrir dejé a Belle en el piso. Respiré hondo y le di vuelta a la perilla. Ahí estaba él y detrás mis amigos, pero ahora mis ojos solo se fijaban en él. Sonreí y él a mí.

— ¡Hermana, es muy guapo!

La aguda voz me sacó del trance y di un paso adelante para poder saludarlo. Pasé mis brazos por su cuello y descansé mi cabeza ahí. Sus brazos apretaron mi cintura.

— Feliz cumpleaños, bonita —susurró y besó mi mejilla—

Agradecí y me separé de él. Vi hacia mis amigos y me lancé a abrazarlos. Mi hermana se había quedado inmóvil en el marco de la puerta viendo toda la escena.

— Hola, Belle —saludó Louis tiernamente a lo que ella se tapó el rostro con sus manitas—

— ¡Inútil! ¡La asustas, idiota! —Menno le reclamó—

Reí y fui por mi hermana, la tomé en brazos.

— Martin, ella es Belle, mi hermana.

— ___ dice que eres un príncipe... Su príncipe.

Me quedé con la boca abierta ante su confesión.

— ¿Ah sí? —me miró y yo rodé los ojos con gracia— Pues ella es mi princesa —me tomó de la cintura y plantó un beso en mi mejilla—

Dios. La escena que estamos montando.

— ¿Por qué hay dos «Martins»? —preguntó curiosa al ver a Damian—

— A que sí se parecen —la mecí entre mis brazos—

La dejé nuevamente en el suelo y se fue corriendo a la sala.

— Pasen, vayan a mi habitación a dejar sus cosas —los invité—

Los chicos pasaron y subieron a la segunda planta. Eché llave a la puerta y me dispuse a caminar hacia las escaleras, excepto que mi acción se vio interrumpida.

— ___ —me tomó de la muñeca—

— ¿Qué sucede?

— ¿Estás molesta?

— No —sonreí— ¿Debería estarlo? —ladeé mi cabeza—

— Te he fallado, lo sabes... Discúlpame.

— No ha sido tu culpa, era algo que no podías controlar —pasé la mano por mi cabello— No tienes por qué disculparte, en serio.

— Es que te veías muy animada cuando me lo propusiste.