Airplanes » l.h

By abxvethenxise

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«El amor lo inventó un chico con los ojos cerrados, por eso somos ciegos todos los enamorados». Official Trai... More

» soundtrack
» prólogo
» capítulo 1
» drug addict alcoholic?
» capítulo 2
» who is she?
» capítulo 3
» salsita
» capítulo 4
» what it is?
» capítulo 5
» you can't stop me
» capítulo 6
» poopy date
» capítulo 7
» chemistry genius
» capítulo 8
» band-aids
» capítulo 9
» invisible
» capítulo 10
» yes
» capítulo 11
» emergency call
» capítulo 12
» perfect
» capítulo 13
» pills
» capítulo 14
» get over it
» capítulo 15
» strip
» capítulo 16
» girlfriend
» capítulo 17
» kisses
» capítulo 18
» what a feeling
» capítulo 19
» the reckless and the brave
» capítulo 20
» businessman
» capítulo 21
» the way you make me feel
» capítulo 22
» jealous
» capítulo 23
» apologize gift
» capítulo 24
» a little too old
» capítulo 25
» stressed out
» capítulo 26
» capítulo 27
» jet black heart
» capítulo 28
» end up here
» capítulo 29
» someday at christmas
» capítulo 30
» you'll be in my heart
» capítulo 31
» ashes
» capítulo 32
» i see the light
» michael
» capítulo 33
» bites
» capítulo 34
» roses
» capítulo 35
» love you
» capítulo 36
» moving
» capítulo 37
» city of angels
» capítulo 38
» postman
» capítulo 39
» christmasy
» capítulo 40
» airplanes
» capítulo 41
» a whole new world
» capítulo 42
» pray
» capítulo 43
» chemotherapy
» capítulo 44
» down goes another one
» capítulo 45
» finale
♡ agradecimientos ♡

» life of the party

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By abxvethenxise

                  

No era la persona más detallista del mundo, ni mucho menos me consideraba la más romántica. Pero mi situación con Salsita era un tanto comprometedora, me gustaba mucho pasar tiempo con ella, lo que implicaba pelear, reír, a veces llorar, y sobre todo complacerla, creo que complacerla era de mis cosas favoritas en el mundo. Amaba sus caras cuando le regalaba cosas, o cuando la sorprendía llevándola a lugares o dándole de comer cosas que jamás había probado en su vida. Simplemente el darle cosas se estaba convirtiendo una de mis cosas favoritas en la vida.

Me asomé desde mi oficina, a través de su puerta podía ver como leía la nota de la caja con el vestido. Juntamos miradas, y le sonreí, ella negó. Me puse a revisar el teléfono y a los tres minutos, la vi parada frente al escritorio con las manos en sus caderas.

"¿Por qué eres tan malditamente terco y siempre terminas saliéndote con la tuya?", preguntó.

"De nada".

"Te dije que yo lo compraría", pff.

"Siendo realistas Salsita, no lo comprarías y no dejaría que llevaras cualquier cosa".

Ella se me quedó viendo, sabía que era cierto. Apostaba lo que sea a que ella planeaba llevar alguna cosa horrible.

"Gracias", se limitó a decir.

"¿Beso de agradecimiento?", pregunté y ella frunció el ceño.

"No tienes tanta suerte Hemmings", me empujé con la silla y estiré mis brazos para que se sentara conmigo. Ella caminó y la tomé entre mis manos para que se sentara sobre mis piernas, amaba que hiciera eso. Era tan pequeñita, no pesaba ni un poco.

"Un premio debo merecer".

"Podría considerarlo", le lancé una mirada lleva de perversión, ella pareció captarla puesto que al instante se sonrojó. La imagen de ella en el auto después de IKEA pasó por mi cabeza, tenía tantas ganas de interactuar sexualmente, y tenía que ser con ella, de otra manera sería como si la estuviese engañando o algo. ¿Saben cuánto tiempo llevo sin coger? Dos semanas. Dos semanas enteras. Era un maldito infierno, y el placer propio no era igual.

"¿Es que ahora me llamarás por Zazil-Ha?", preguntó.

"¿Quieres que te llame por tu nombre?".

Ella hizo una mueca.

"Me gusta Salsita", sonreí. Qué bueno porque sería demasiado raro decirle por su nombre cuando todo este tiempo le he hablado por un apodo. "Tengo algo para ti", dijo y se puso de pie para caminar a su oficina, la vi regresar con algo detrás de sus manos. Al entrar, sacó un sobre blanco y me puse de pie.

"¿Son mis calificaciones?".

"Así es".

¡Mis calificaciones!, le quité el sobre y comencé a abrirlo. Saque la hoja doblada en tres y comencé a leer.

Alemán, A; español, A+; Japonés, A. ¡Oh sí! ¡Japonés A! ¡Japonés!

"¡Sí, sí!", comencé a brincar en mi lugar. 

"¿Cómo te fue?".

"Son puras A's".

Mierda, no recordaba haberme sentido tan feliz por mis calificaciones como ahora. Había sacado A's, aunque mi objetivo era sacar A+, estaba feliz porque no tenía B's y era excelente.

"¿Vez? Te dije que saldrías excelente", le di la hoja para que las viera."¿Son las finales?", asentí y ella me abrazó muy fuerte. "Felicidades".

"Gracias", leí de nuevo la hoja. "Tengo que mostrárselo a mi mamá".

"Adelante, te espero", sonreí y salí corriendo para mostrarle mis notas a mi madre. Ni siquiera me importó el ascensor, ya estaba bajando por las  escaleras del fondo.

Entré a la oficina de mi madre.

"¡Mira!", dije y le mostré la hoja. Ella sonrió  grande.

"¡Vaya! Felicidades mi bebé", me abrazó y me dio un beso. Hacía tanto  tiempo que no sentía esta clase de afecto por parte de mi madre.

"Puras A, ¿viste?".

"Sí, lo veo", leyó de nuevo. "Parece que aquella suspensión no te afectó en absoluto", negué. "Bueno, estoy orgullosa".

Sonreí, estaba orgullosa. ¿Lo habían oído? Estaba orgullosa.

"Gracias, debo regresar", le dije y ella asintió. Salí de su oficina.

Mi madre había dicho que estaba orgullosa.

Caminé a mi oficina y arqueé una ceja. ¿Estaban las cortinas abajo cuando llegué? Según yo las acababan de limpiar las paredes. Abrí la puerta y vi a Salsita detrás de mi escritorio.

"¿Bajaste las cortinas?".

"¿Querías tu regalo?", dijo ella y abrí mis ojos. No... Oh Dios.

"Salsita...".

"Sólo siéntate", ¡oh por Dios! Caminé a la silla, comenzaba a ponerme duro de tan sólo imaginarlo. Mierda. Ella se puso de rodillas y posó sus manos en la hebilla de mi cinturón. Mierda, iba a hacerlo de nuevo. Lo iba a hacer.

"Salsita, no tienes qu...".

"Shh, no quiero que escuchen", y bajó mi cremallera. Iba a llorar, juro que iba a llorar de la emoción. Alcé mis caderas para poder bajar mi ropa, ella bajó mi bóxer. Miró al frente por unos segundos y lo tomó entre sus manos. Cerré mis ojos dejándome llevar por el roce de sus manos. Santo cielos, de verdad necesitaba esto. Tapé mi cara en agonía, ella jugaba con sus manos, la hacía tan bien, me ponía tan duro y mierda. Ella usaba su saliva para apoyarse y se sentía tan malditamente bien.

"¿Es que estuviste practicando con alguien más?", ella río.

"Sólo contigo", sonreí. Esta pequeña zorrita me ponía tan caliente.

Dejé caer mi cabeza en el respaldo de la silla, esperando a que no parara. De pronto presencié una sensación diferente. No podía ser. Miré hacia abajo y abrí mi boca grande, mis ojos no podían creer lo que estaban viendo. ¡Me estaba haciendo una mamada! ¡Era una puta mamada! ¡Y lo hacía tan bien! ¡Mierda!

"Oh Dios Salsita", tiré un poco de mi cabello, el cual estaba comenzando a humedecerse por el sudor. "Mierda, mételo más. No tengas miedo, vamos".

Ella lo metió de nuevo, sentí que topó con el final de su boca y lo sacó rápido para comenzar a toser apenas. Puta madre Luke, idiota de mierda. ¿Qué tal si jamás había intentado hacer algo como garganta profunda?

"¿Todo bien?", ella asintió y volvió a meterlo a su boca. Su lengua lo había bien, sus labios eran la puta gloria y sus manos, mierda. La miré y quité el cabello de su cara, era tan bonita, incluso con mi pene en su boca.

"Salsita, oh Dios".

Ella alzó la mirada. Los ojos, no. Puta madre, la cosa de los ojos, mierda, no. Iba a putas venirme en su boca.

"Basta, ya no puedo", me puse de pie y comencé a frotar rápidamente mi miembro en dirección al bote de basura, donde pude venirme con facilidad. Caí rendido a la silla, vi que ella sacó la caja de pañuelos y empezó a limpiarse.

"¿Y qué tal?", preguntó.

La miré, estaba tan despeinada y agitada como yo.

"Cada día me enamoro más de ti", ella soltó una risa divertida.

"Ya lo suponía".

"¿Qué mierda fue eso Salsita?", pregunté y subí mi pantalón.

"Yo... No lo sé", se encogió de hombros.

"Puta madre".

"¿Te gustó?".

"¿Que si me gustó?", pregunté incrédulo. "Fue genial. Inesperado, definitivamente. Pero genial".

"Es bueno".

"Sí supieras las cosas que muero de ganas por hacerte en este momento".

Ella rió nerviosa.

"Tengo que ir al baño".

"¿A secar tus piernitas?", frunció el ceño y me lanzó la bola de papel sucia entre sus manos.

"Al menos yo me limpio", dijo y me encogí de hombros.

"Se va a secar".

"Eres un cerdo", comencé a reír.

Toqué un par de veces la puerta de la casa de Salsita. Esta se abrió y salió el señor Johnson.

"Buenas tardes señor".

"Vaya, entonces va en serio, ¿eh?", reí nervioso.

"¿Habla del asunto con su hija o de la boda?".

"Ambos".

"Bueno, mi prima se casa y en cuanto a su hija, me encanta pasar tiempo con ella".

Él me miró y tragué saliva.

"¿Gustas pasar?", preguntó.

"Uh, la espero aquí afuera, gracias".

Él asintió y cerró la puerta. Cerré mis ojos y solté todo el aire que estaba conteniendo. Eso había sido bastante tenso. Caminé al auto para verla salir, ella lucía tan hermosa, como todos los días.

"Hola".

"Salsita, tengo malas noticias", inicié. La expresión de su cara cambió. "Va a ser imposible que lleguemos a la boda".

"¿Por qué?".

"¿No te viste antes de salir? Vas a opacar a la novia, se supone que ella tiene que ser la más hermosa de la fiesta, pero definitivamente lo serás tú".

Ella sonrió mordió sus labios.

"Basta".

"No, de verdad. Te vez preciosa".

"Tu te vez muy bien, ¿debería comenzar a ponerme celosa desde ahora?".

Negué.

"Súbete", pedí. Le cerré la puerta y entré del otro lado. Por un momento pasó por mi cabeza darle el auto, pero si de por si íbamos tarde, con ella al volante llegaríamos a las 10 de la noche. Me dirigí a la iglesia y busqué estacionamiento. Bueno, ahí estaba el auto de mi madre, seguro y teníamos nuestro lugar. Cuando paré el auto, ella habló.

"Luke, no puedo usar esto para entrar".

"¿Por qué?", pregunté y bajé para abrirle la puerta.

"Está muy destapado...".

Ay no. Pensé que diría algo como «soy atea», «mi religión no me lo permite», o una estupidez así.

"No jodas, si te compré el vestido así es para que todos te vean, hasta Dios".

Comenzamos a caminar a la puerta.

"Pero...".

"Shh", la callé. "Las reglas las pones tú", susurré y entramos.

Mi madre nos indicó el lugar junto con el resto de mis primos. Esperamos a que la ceremonia empezara y una vez que tomo inicio, tomé la mano de Salsita. Ella ponía atención a los novios en el altar y la hora de los votos, noté que comenzó a lloriquear un poco. Oh Dios. ¿En serio? Salsita, por favor. Quería reír, pero sabía que no era correcto.

Llegó la hora del acepto y el beso. Nos pusimos de pie para aplaudir y educadamente esperamos a que salieran las personas de atrás para salir nosotros. Caminamos de nuevo al auto donde tomamos camino a la recepción.

"Eres una llorona", me burlé.

"Estuvo hermoso, ¿de acuerdo?".

Solté una carcajada.

"Llorona".

"Insensible".

"Eso no compensa el hecho de que lloraste".

"Pues estuvo bonito, deja de molestarme", cruzó sus brazos y negué.

"Pon tu música", le cedí el cable auxiliar y sonrió.

Estacioné el auto afuera del salón, tuvimos que caminar un tramo corto de jardín para entrar a este. Pero la música estaba a todo volumen. Di mi nombre en la lista y nos dejaron entrar. En cada mesa había un papel con el apellido. En la mía decía Hemmings. Y era extraño, o bueno, no lo sé. Han pasado casi siete años de que se fue, y mi abu y toda la familia aún le hablaba a mi madre. Quiero decir, no tenía nada de malo, no fue culpa de ella todos los vicios que mi padre cargaba. Pero en otras situaciones, supongo que le dejarían de hablar o algo. O bien, quizá y es porque estoy yo de por medio. El único lazo sanguíneo que nos tenía unidos a la familia Hemmings. Y el apellido de casada de mi madre, nunca hubo un divorcio fijo.

Vi a mi abuela caminar hacia la mesa y me puse de pie para ayudarle, ella me abrazó fuerte.

"Cada día estás más guapo mi niño".

"Y tu tienes una arruga menos abu", ella me dio un golpe con su bolso.

"No", dijo sorprendida. "¿Has traído a una chica?", Salsita se puso de pie y puse mi mano en su cintura.

"Abu, ella es Zazil-Ha", le miré de reojo y suspiré. "Mi novia".

Ella me miró rápidamente y le guiñé el ojo.

"¡Ay mi niña!", dijo la abuela y pasó a abrazarla. "Sí supieras todo lo que he esperado para que mi niño tuviera novia".

Ay, no. Ya iba a empezar.

"Es un gusto señora".

Oh no, le dijo señora.

"No, no. Nada de señora, dime Clara, o abuela. Señora jamás".

Empecé a reír. Mi abuela odiaba que le dijeran señora, y mis tíos a propósito le decían así para molestarla.

"Toda una señorita", bromeé.

"Usted callado", miró a Salsita. "Siéntense, siéntense", le acerqué su silla e hice que se sentara al lado de la abuela.

Cuando Lilian y Jonathan llegaron, todos les dieron una buena bienvenida. Salsita y yo fuimos a felicitarlos –obviamente la presente frente a ellos y a más familia-, al regresar a la mesa con pequeños aperitivos de la mesa de postres, no fue muy divertido. Toda mi familia había llegado, atacaban a Salsita de preguntas, y aparentemente me incomodaba más a mí que a ella. Claro, porque ella era una loca social y yo no. En cuanto entré al tema, todos se fueron contra mí. Empezaron a contar historias vergonzosas, debí suponer que lo harían, siempre lo hacían. Para iniciar nos trajeron una ensalada verde, para eso ya estábamos bebiendo vino. Ella apenas y le daba unos pequeños sorbos, tal vez le daba pena con mis familiares aquí. La comida llegó, siempre terminaba comiendo de lo que iba dejando ella, tal vez eso explicaba mi carencia de abdominales. El mesero nos retiró los platos vacíos y nos ofreció algo de beber.

"¿Gustan algo más?", preguntó el mesero.

"Yo estoy bien, gracias", confesé. "¿Quieres tomar algo? No necesitas identificación", pregunté a ella.

"Si tuviera o no, no me podría a tomar en la boda de tu prima, enfrente de toda tu familia. ¿Qué pensarían de mí?", y mi suposición era cierta.

"Oh vamos, ¿has visto a mi familia? Todos beben, hasta la abuela", volteamos a verla y estaba peleando con el mesero para que le pusiera más vino en la copa.

"Nunca he tomado de esa manera", confesó. Uhm, era cierto.

"Yo te cuidaré", prometí. "Hay que hacerlo juntos".

"Instrúyeme", dijo ella y sonreí.

Caminamos hacia la barra y le pedí dos caballitos al barman. Tomé la botella y los llené. 

"¿Qué es?", preguntó.

"Tequila".

"¿Ya empezamos con lo fuerte?".

Solté una sonora carcajada.

"Cuál fuerte", le di el vasillo de cristal. "Lo vas a tomar todo de un trago".

"Huele horrible".

"No tienes que olerlo tonta", reí. "A la cuenta de tres".

Conté al tres y escuché el «clin» del vidrio, lo tomé rápidamente y la vi aún con el vaso entre sus labios. Ella apretó sus labios, dando pequeños brincos en su lugar hasta pasarlo.

"¡¿Qué diablos fue eso?!".

"Un shot de tequila".

"Juro que jamás volveré a beber uno en mi vida, sentía que me quemaba".

Recordaba perfectamente el día que dije eso.

"Ya quiero verte en tu cumpleaños", confesé.

"Mejor aquí lo dejamos", reí fuerte, oh no. No había vuelta atrás.

"Ya empezaste, ahora lo vas a terminar", llené nuevamente el caballito y no dudó en tomarlo de nuevo. Volví a llenarlo.

"¿Cuántos me darás?", preguntó.

"Tres", se lo di y lo bebimos.

"Cada vez sabe peor Luke", confesó.

"Será lo único que tomarás", admití y ella me miró.

"¿Hablas en serio?", asentí y comencé a guiarla de nuevo a la mesa. ¿Me creía loco? No iba a ponerla ebria cuando apenas empezaba el festejo.

"Nunca has tomado Salsita, te va a dar una congestión".

"Pero pensé que...", hablé.

"Nada, ¿querías que te cuidara no? Lo estoy haciendo".

"De acuerdo", ella me abrazó y jugué  un poco con su cabello.

Mi madre nos pidió que nos moviéramos porque Lilian daría su primer baile. Dios, mi mamá parecía la organizadora, estaba más al pendiente de lo que pasaba, que de cómo se veía. Los novios pasaron al centro de la pista donde bailaron una canción de Ed Sheeran. Al terminar mi tío pasó a bailar con ella, y bueno, esa parte si me puso un poco emocional. Las personas empezaron a meterse para bailar con ambos o entre ellos y en minutos todos estaban bailando en parejas a las canciones lentas que cantaba el grupo en vivo. La chica tenía buena voz, muy suave y el chico parecía que tenía todo bajo control.

"Deberías bailar con tu prima", escuché.

"Con la única persona que bailaré esta noche será contigo", aseguré.

"Y conmigo", escuché a la abuela y comencé a reír. "¿O no pensabas sacar a bailar a esta viejita?".

"Obviamente abu, vamos", me disculpé con Salsita y tomé de la mano a mi abuela para bailar juntos. Ella era aún más pequeña que Salsita, por lo que tenía que estar muy inclinado para bailar de manera decente.

"¿De verdad es tu novia?", preguntó de repente y la miré.

"Aún no", confesé. "Pero... Planeo pedírselo al terminar la fiesta".

"Es una niña muy linda".

"Como no tienes una idea abu", suspiré y la miré desde lejos. Bebía de un vaso con un líquido rojizo. "Siento que soy otra persona con ella".

"No eres otra persona", indicó. "Sólo es la llave de todas esas cajitas que tenías cerradas".

"La quiero", admití.

"Ella también, ¿has notado como te mira? Así solía mirarme tu abuelo", sonreí apenas.

"¿No lo extrañas?".

"Todos los días", confesó. "Pero sé que está con todos nosotros, así como tu hermano", apreté mis labios. "Bueno, no es tiempo para cosas tristes. ¿Por qué no bailas con Lily y después sacas a bailar a Zazil-Ha?", asentí  ella se tomó de los brazos de mi tío.

Miré a Salsita revisando su teléfono y fui con Lily para bailar. Bailé aproximadamente medio minuto cuando llegó alguien más. Caminé a donde estaba Salsita y noté que dejó su vaso en la mesa.

"Ya te vi".

"¿De qué?".

"Llevas dos vasos", ella rió.

"Es vino", sí supiera que es de lo peor embriagarse con vino.

"Y fina también", me burlé.

"Ya, cierra la boca".

"¿Quieres bailar?", solté y ella hizo media sonrisa. Asintió y timé su mano para guiarla al centro de la pista. Hice un espacio entre las personas y coloqué mi mano en su cintura, era tan pequeñita.  Ella miró hacia arriba, le sonreí con los labios, sus mejillas se tornaban rojizas. A pesar de la oscuridad de la noche, podía notar el rosa de su piel. Parecía una perla entre todas las estrellas. Me encantaba mirar a sus ojitos, tenía todas las facciones de una niña, sentía que era como mi posesión más preciada, la que más tenía que cuidar, y la que más me importaba mantener.

Ella subió sus brazos por mi cuello y recargó su cabeza en mi pecho. A pesar de traer zapatillas seguía siendo una cosita. Crucé mis manos justo debajo de su espalda y la melodía de piano comenzó a sonar. Conocía esa canción, era Je t'aime.

"Luke...".

"¿Sí?".

"¿Puedes decirme lo que dice?", sonreí en mis adentros. Amaba el interés que tenía por conocer el significado.

"En este silencio amargo, decidí perdonar los errores que pueden hacerse de amar demasiado...", empecé a traducir palabra por palabra para no perder las que seguían y saltarme partes. "De acuerdo, la niña en mí a menudo se afirma casi como una madre, que me arropaba, protegido a mí mismo".

Sentí que se abrazó a mí, cerré mis ojos.

"Al final de las palabras, los sueños voy a gritar, te amo. Te amo como un loco como un soldado, como una estrella de cine. Te amo, te amo como un lobo, como un rey", apreté mis labios. Era tan raro decirle «te amo», sabía que no era... De verdad. O directamente hacia ella, pero aun así me asustaba decirlo cada que tenía. "Ya ves, te amo así", ceñí más mis manos. "Yo te di todas mis sonrisas, mis secretos, incluso aquellos cuyo único hermano es el guardián no reconocido".

¿Era raro que de pronto comenzara  a identificarme con la letra?

"En aquella casa de piedra...", escuché la palabra y comencé a reír. Definitivamente me sentía identificado. "Satanás nos miraba bailar", ella rió. "Te amo, te amo como un loco como un soldado, como una estrella de cine", repetí la traducción del coro. Casi terminaba, y estaba nervioso. Quería hacerlo, quería pedírselo. "Ya ves, te amo así", traduje el penúltimo verso. Y escuché el último. Apreté mis labios. ¿Por qué era tan difícil decirlo ahora? Era como si las palabras no me quisieran salir de la boca.

"Luke, ¿eso qué quiso decir?", abrí mi boca.

«"Sí quieres ser mi novia"», pensé.

Junté mi mirada con la suya y suspiré, aún no.

"Ya ves te quiero así", finalicé.

"Eres el mejor", susurró y se paró en puntas para alcanzar a besar mi mejilla. ¿Por qué de pronto sentía todo este mal y culpa en mí?

"¿Quieres tomar?", pregunté.

"¿Tú quieres?".

Alcé mis hombros y comenzamos a caminar a la barra, donde pedí dos tarros de cerveza fríos. Aflojé un poco mi camisa de arriba haciendo espacio entre mi cuello y los botones con mis dedos. Dejaron las bebidas frente a nosotros.

"No me gusta la cerveza", escuché. Dios, ¿quería beber y no le gustaba la cerveza? Es lo único que encontraría cuando fuera a fiestas.

"Tómatelo", dije y comencé a beber del mío. Lo terminé rápido, ella llevaba un poco más de la mitad y sin quejarse. Me terminé el resto en un trago y pedí unos cocteles para que los probara. Noté su mirada un poco cansada, ya estaba haciendo efecto en ella. Pedí otro par de bebidas diferentes, donde a partir del primer vaso dejé de tomar para que ella lo hiciera y poder estar sobrio y consciente al momento en el que a ella se le subiera. El barman le dio un trago diferente, me ofreció uno y negué. Seguí con la cerveza –la cual ya no causaba ni el efecto más mínimo en mí-. La música había cambiado su rumbo, de ser lenta pasó a estar bastante movida. El grupo había dejado de tocar y ahora el DJ de encargaba de las mezclas. Presté atención a Salsita quien después de al menos 40 minutos, de tomar diferentes bebidas, se veía relajada. Me llamaba la atención la clase de persona ebria que sería.

Cuando yo me pongo ebrio, me da para abajo, al inicio me pongo muy excitado y termino llorando. Con Calum era muy gracioso porque se ponía a bailar y a cantar, igual que Michael, siempre estaban gritando y se ponían muy bien. En cambio Ashton, era el tipo de ebrio agresivo. Puede estar muy bien un momento pero si lo hacen enojar, se pone a romper todo. Cuentan por ahí que a las que mejor les va es a las chicas en la cama. O bueno, les iba. Desde que formalizó su relación con Bryana, ya no se escuchaba mucho. Ella era de las personas más tranquilas que conocía.

Una canción que siempre pasaban en la radio comenzó a sonar, el vocalista era miembro de los Jonas Brothers –recuerdo cuando acompañé a Miranda al concierto, eran bastante buenos en vivo-, la canción estaba buena, siendo honestos. En cuanto la voz del cantante comenzó a sonar Salsita empezó a gritar alzando sus brazos.

"¡Amo esa canción! ¡Vamos a bailar!", pidió y noté que se sacó sus zapatillas. Oh Dios, ¿qué estaba haciendo? Comencé a reír. Sentí cómo me jaló del brazo y lo soltaba para ponerse a bailar. Solté una carcajada al verla tan animada con una sonrisa grande en su rostro. La canción de Sorry empezó después de varias y pareció que le abrieron las puertas del cielo, comenzó a bailar como las chicas del vídeo, pero no tan bien cómo ella creía. No podía evitar reír ante ella. Jamás me cansaría de verla así.

"¿Estas feliz Salsita?", pregunté casi en un grito por el volumen de la música.

"¡Soy feliz!", respondió. "¡Baila conmigo!".

"No sé bailar", confesé y ella tomó mis manos para moverlas a su ritmo, reí.

"¡Canta!", gritó.

"No sé cantar", frunció el ceño. "¡Mentiroso!", soltó una fuerte risotada. "Is it too late now to say sorry?", cantó a todo pulmón y terminó abrazada a mí. "Luke, no me dejes por favor".

Arrugué mi frente, qué diablos.

"No te dejaré Salsita", ella se pegó a mí, o fue más como aferrándose para no soltarme. 

"Hablo en serio, lo siento. No me dejes, de verdad no quise".

Ya estaba alucinando.

"Creo que ya se te ha subido".

Ella comenzó a tambalearse de un lado a otro, definitivamente estaba ebria. Se colgó de mi sacó y entrecerró un poco sus ojos para ver mejor en la oscuridad.

"Luke, ven. Quiero besarte".

Oh por Dios.

"¿Qué dices?".

"Quiero besarte, he guardado estas ganas inmensas desde hace mucho tiempo, no me importa perder, quiero sentir tus labios, aquí...", apuntó a su boca.

"No voy a besarte Salsita", confesé. Era un cabrón, pero no la embriagué para romper el trato.

"Yo lo haré, lo haré para que no pierdas, yo perderé. Lo prometo".

Negué, esto estaba poniéndose mal.

"No, no hablo de eso. No estás consciente".

"Sí, sí lo estoy. Estamos en la boda de tu prima, bailando, y sólo bebimos un poquito", de pronto le dio un ataque de risa. "Quiero besarte".

"Y yo a ti bebé, pero cuando te bese quiero que lo recuerdes", confesé. No esperé tanto tiempo para besarla como para que el día que lo haga no lo recordara.

"Tengo sed", admitió.

"Se está haciendo tarde", miré la hora en el teléfono, faltaban 10 minutos para media noche.

"¡Pero si apenas empezó la fiesta!".

"Te llevaré a casa, ha sido mucho para ti hoy", tomé su mano y ella se soltó.

"Pero no me quiero ir, quiero estar aquí contigo".

"Busquemos tus zapatos", dije sin más y la agarré de nuevo para que no se perdiera e hiciera el ridículo en otro lugar. Miré sus tacones en el mismo lugar donde los había aventado, tomé el hilo de sus zapatillas entre mis dedos y caminé hacia ella quien estaba desplomada en la silla comiendo unas botanas.

"Tu saco", le indiqué.

"Tengo calor", se quejó.

"Te va a hacer daño cuando estemos afuera", negué. "Vamos póntelo".

Hice que se parara y metí una de sus mangas al saco y le cerré el primer botón.

"¿Y tu abuela? Quiero despedirme".

"Está bailando, vamos. Luego te llevo a su casa", tomé  cartera entre mi brazo con la mano la llevé al auto. Al salir sentí una fuerte ráfaga de viento correr por mi rostro. Abrí la puerta e hice que subiera. Dios, no pensé que se le fuera a subir tanto.

Entré al auto y le puse el cinturón de seguridad. Lo encendí y empecé a conducir a su casa.

"No me diste pastel", hizo un puchero.

"Mañana vamos por pastel", ella comenzó a hacer un berrinche.

"¡No! Quiero pastel", cielos. No estaba pasando esto.

"Salsita, ya vamos para tu casa", ella se puso recta. "¿Mi casa? No, Luke", negó. "Mi papá".

"Te prometo que tu papá no te verá", di un par de vueltas y estacioné el auto frente a ella. "Sí no quieres que tu papá te encuentre, tienes que guardar silencio, ¿de acuerdo?".

Ella asintió.

Logramos bajar del auto y busqué entre su cartera las llaves de la puerta. Tras cuatro de intentos con distintas llaves, di con ella y abrí. Me giré a verla y puse mi dedo sobre sus labios.

"Shh...", ella asintió y repitió el mismo acto. "¿Cuál es tu cuarto?", pregunté y ella apuntó a una puerta blanca al fondo del pasillo. Caminaba silenciosamente para no hacer sonar la suela de mis zapatos sobre el piso. Abrí la puerta y evité prender la luz. Dejé que ella entrara y se desplomara sobre la cama. Cerré la puerta y dejé sus pertenencias sobre un mueble.

Caminé hacia donde estaba.

"Hey...", susurré. "Hey", comencé a picar sus costillas y ella rió. "Debes ponerte pijama".

"Quiero dormir", dijo jalando su almohada.

"¿Dónde tienes tu pijama Salsita?", ella no respondió. "Hey", la sacudí un poco. "No te duermas. ¿Dónde tienes tu pijama?".

"Allá", señaló el armario grande. Caminé a este y busqué entre los primeros cajones, donde saqué una blusa y un pants con caras de pandas, cielos. Negué.

Caminé hacia ella y la sacudí nuevamente.

"Salsita... Ponte tu pijama".

"Quiero dormir".

"No te puedes dormir así, vamos. Ponte tu pijama y ya", ella hizo un puchero y se levantó. "Ahora vengo, no tardaré".

Salí de su cuarto y caminé a su cocina donde comencé a buscar por las puertas algún vaso. Lo llené con agua y entré de nuevo a su cuarto. Al abrir la puerta pude ver su silueta de espaldas desnuda. Ella usaba tan solo unas bragas. La luz que atravesaba la ventana, me dejaba ver solamente una sombra de su cuerpo, sin embargo fue suficiente para darme la vuelta rápidamente para que ella pudiese ponerse su pants y la blusa.

"Estoy aquí", avisé y ella se dio la vuelta. Dejé el vaso al lado de la cama.

"Luke", dijo ella entre lloriqueos.

"Shh... Despertarás a tu padre".

Caminó hacia mí y no pude evitar fijarme en su blusa, esta era tan delgada y transparente, podía ver un poco a través de ella. Pasé mi mano por mi frente y negué.

Señor, basta de ponerme tantas pruebas, detente, por favor.

"¿Siempre te vez tan atractivo?", preguntó y comencé a reír en voz baja. "Basta, recuéstate".

"No".

"Hace cinco minutos no te querías levantar", ella comenzó a reír y rápidamente tapé ligeramente su boca. Empecé a reír. ¿Por qué era tan malditamente adorable? "Guarda silencio".

"Me gusta tu barba", confesó tocando mi rostro. "Y tu nariz, y... Tu boca...", comenzó  a tocar mis labios. "Dios, tus labios son tan gorditos y rositas".

Vi que ella empezó a acercarse.

"No", se acercó más y reí, estaba tan desesperada.

"Te dije que no".

"Nadie tiene que saberlo...", susurró y tiró de mi saco para caer en su cama. Oh, no. Ya sabía a que iba todo esto.

"Salsita, así no", susurré y ella me calló. Se dio la vuelta y se puso a horcajadas sobre mí. Tapé mi cara, Jesús dime qué te he hecho.

"Así sí", se acercó a mí y empezó a besar mi mandíbula. Mierda, amaba que hiciera eso, amaba que estuviera sobre mí, tomando el control. Puse mis manos sobre en sus caderas.

"Para", pedí.

"Lo necesito Luke, te necesito", pidió desesperada y empezó a desabrochar el primer botón de mi camisa. Miré como sus pezones comenzaban a traspasarse por su delgada camisa y cerré mis ojos limitándome a mirar. Sabía que esto podía terminar muy mal y ugh, ¿por qué así? La quité de encima mío y me puse de pie.

Luke -bofetada mental-, concéntrate. Me le quedé mirando ella reía sobre la cama. Suspiré y tomé la orilla de las cobijas para taparla.

"Debes dormir ya", ordené. Tomé el vaso de agua. "Bébelo".

Ella negó tapando su boca.

"Vamos Salsita, toma agua", pedí.

"No quiero", parecía niña pequeña.

"Tienes qué, mañana te arrepentirás".

"¿Puedo besarte?", oh Dios, no Salsita, basta.

"Tómate el agua".

"Quiero perder".

"Tómatela", dije más firme.

"Bésame y me la tomaré", pidió.

"Salsita no te voy a besar, tienes beber agua para que no despiertas mal".

"No me la voy a tomar".

"Zazil-Ha Johnson", dije entre dientes. Estaba colmando mi paciencia. "Abre la boca". Ella la tapó su boca y negó. "Juro que si no la abres...".

"No te escucho", canturreó y rodeé los ojos. Ya, sería imposible. De todas maneras mañana no recordaría nada.

"De acuerdo, ven", dejé el vaso en la mesita de a lado. Me acerqué a ella y acomodé quité el cabello de sus ojos. Puse mi mano en su mejilla y me acerqué a sus labios para besarlos dulcemente. Ella se dejó caer y puso su mano detrás de mi cuello.

Extrañaba tanto el sabor de sus besos. Jugueteamos un poco con nuestras lenguas, sabía a alcohol puro. Me separé de ella y se me quedó mirando.

"Quédate", pidió.

"Tu papá podría entrar", ella negó. "Cierra la puerta y quédate conmigo".

Me le quedé mirando, no podía resistirme a ese brillo intenso que emitían sus ojos. Hice una media sonrisa y asentí. Caminé a la puerta y la cerré con seguro.

Me quité el saco y lo dejé sobre una silla frente al tocador, me saqué el cinturón h los zapatos.

"Bebe el agua", le acerqué el vaso a sus labios y terminó hasta la última gota. Me hizo un espacio en su cama y me metí debajo de las cobijas. Ella se acurrucó entre mi pecho y cerró sus ojos. Comencé a jugar con su cabello hasta sentir a la tranquilidad inundando en ella. Suspiré.

"Buenas noches bebé".

Besé su cabeza y cerré mis ojos.

✈ ✈ ✈  Hola, jejeje. Si quieren estar en mi grupo de facebook, puedes agregarme:www.fb.com/alinamccann o buscar el grupo: *aqui hay arroba pero por alguna razon no lo puedo poner* alinamccann wattpad tengan buen día

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