» capítulo 17

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"Vamos niña", dijo Rita mientras me veía menear de un lado a otro las frutas de mi ensalada.

"Ya casi se termina la semana y él no ha venido para disculparse", confesé cabizbaja.

"Te dije que no te ilusionaras", suspiré. "Anda come, ayer todo estaba bien".

"Porque ayer estaba en mi fase de superación", confesé. "Hoy es «no funcionó, abortar operación»".

Ella rió un poco.

"Él no merece tus penas Zazil-Ha", dijo.

"¿Y qué se supone que deba hacer con eso?", pregunté.

"Comer flaca, siempre comer", me le quedé viendo y reí un poco.

"Y estos cólicos me están matando", confesé.

"Pero no te has tomado el té", señalo la taza.

"Es que no tiene azúcar, sabe horrible", arrugué mi nariz.

"Ah pero seguro los cólicos bien ricos, ¿no?", gruñí levemente y tomé la taza caliente con mis manos. Lo puse entre mis labios y lo bebí rápido sin probarlo mucho. "En unos minutos te sentirás mejor".

Desde que desperté todo había marcado que sería un mal día. En especial mis sábanas blancas con un estilo «bandera de Japón». Todo por no comprar las toallas nocturnas y confiarme de las diarias. Después de dejarlas remojando en cloro y meterlas a la lavadora, los cólicos comenzaron y no habían parado desde entonces. El frío no me ayudaba en estas circunstancias. Usaba unos jeans negros y un suéter gris con las letras: AWG al frente. Llevaba mis vans negros y mi cabello suelto planchado. Estaba bastante cómoda, más que otros días.

Terminé mi ensalada y le agradecí a Rita por el té y la comida. No tenía ganas de nada, ni de pintar. Tenía sueño, quería dormir. Odiaba estos días, siempre eran tan cansados y depresivos. Subí a la sala de correos y me recosté en la alfombra. Los cólicos desaparecieron un poco, ahora tan sólo eran una molestia y no dolor. Miré a mis flores, estas estaban caídas y opacas. Jamás se me hacían así. Qué tristeza. ¿Cómo pasó? Me puse de pie y caminé al florero.

"¿Por qué tan tristes florecitas?", pregunté mientras las tocaba. Ya no iban a mejorar. Tendría que tirarlas. No sé por qué me dolía tanto. Nunca las tiraba a menos de que llevaran muchas semanas. Apenas llevaban una o dos. Quizá les contagié mi depresión, vaya. Tomé el jarrón y salí de la oficina. Tomé dirección al baño donde aproveché para revisar que todo estuviera bien por la zona «v» y tiré el agua. Saqué las flores y busqué el bote de basura. ¿Qué diablos? ¿Se lo llevaron?

Salí del baño y las tiré en el bote del pasillo.

"¿Por qué las tiras?", preguntó y me di la vuelta rápidamente.

Ahí estaba, siempre se tan... Atractivo y con esa carita de cachorrito. Usaba una camiseta azul marino de manga larga haciendo resaltar sus brazos. Me gustaba ese color en él. Él caminó hacia mí y me hice par atrás, me quedé sin habla.

"Yo uhm... Se secaron", rasqué mi cabeza. Tenía ganas enormes de llorar. Lo único que esperaba es que se disculpara.

"Ya veo", asintió y comenzó a caminar a las oficinas.

"¿A qué viniste?", pregunté viendo a su espalda.

"A hablar contigo, no precisamente", rodé los ojos. Okay, ahí va de nuevo.

"Idiota", susurró.

"Te escuché", canturreó desde lejos.

"¡De eso se trataba!", grité y caminé enojada a la oficina. Ahora sentía la sangre hervir. ¿Cómo es que puede ser tan estúpido? Claro Zazil-Ha, las cosas no pasaran así de fáciles como en tu sueño. Y no hablo de lo que pasó al final, sino del hecho que él no llegaría sólo así a decirme que lo siente y que quiere estar conmigo. Tal vez ni siquiera quiere estar conmigo. Oh Dios, comienzo a pensar que la estúpida soy yo esperando algo que probablemente nunca vaya a pasar.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora