» capítulo 25

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Era martes 23, faltaban tan sólo 10 días para mi cumpleaños, estaba tan emocionada. Sería la primera vez que pasaría mi cumpleaños con un chico, y me sentía muy feliz al respecto. Estos últimos dos años la pasé en mi casa con mi papá y la familia de Stef y dos amigas de la preparatoria. Este año planeaba pasarlo en la clínica y llevar pastel para todos y oh Dios sí, qué bello. Obviamente no sabía que llegaría Luke Hemmings a mi vida.

Me asomé por la puerta y lo vi en su escritorio con el codo recargado y su mano tocando su sien. Aw, mi bebé pobrecito, ayer había iniciado sus exámenes y llegó casi llorando diciendo que le había ido súper mal en alemán, que no tenía idea de lo que significaban algunas palabras. Lo mejor que pude hacer fue ir a comprarle un helado. Mañana le tocaba japonés, hasta muriéndose, más por el Kanji, que creo que son los símbolos o algo así. No quería molestarlo por esta semana, o:

a) sería una distracción

b) lo molestaría.


Incluso él me advirtió desde el domingo en la noche que evitara hablarle esta semana porque no quería tratarme mal por el estrés y la tensión que cargaba en los exámenes. A lo que obviamente no le hice mucho caso y aun así llego a abrazarlo y darle besitos para que se sienta mejor y se relaje. Hoy le haría brownies, tal vez mañana llegue acabado por japonés y no, todo mal. No quisiera verlo así. Eran exámenes finales, hasta yo me pondría de esa manera. Había veces en las que se paraba y comenzaba a caminar de un lado a otro repitiendo las palabras y/u oraciones. Y cada que se equivocaba tiraba un poco de su cabello frustrado. Sabía que era un pequeño genio, a veces su madre me pedía que imprimiera su boletín de calificaciones y jamás bajaba de A 0 A+ (9 y10). Lo que arruinaba las listas siempre eran las faltas, pero al menos sabía que este mes no había faltado ni una sola vez. Vi que se sentó en el sofá con sus manos en la cara y sus codos en las rodillas.

Caminé la oficina y me le quedé viendo, entrecerré mis ojos y me agaché para asomarme debajo de su cabeza.

"Hola", dije sonriente y él sonrió apenas.

"Hola Salsita", dijo y se recostó en el respaldo.

"¿Cómo vas?", pregunté.

"Quiero creer que bien".

"Aw, te va a ir bien", lo abracé por el cuello pegando nuestras mejillas.

"No estoy muy seguro de este", admitió.

"No empieces con tu negatividad de mierda", crucé mis brazos y él comenzó a reír.

"Qué bonita te vez así", mis mejillas se sonrojaron.

"¿Enojada?".

"Mandona", reí apenas y él tiró de mí para que me sentara en sus piernas. Me puse de lado y él rodeó sus brazos en mi cintura recargando su cabeza en mi pecho. Comencé a acariciar su cabello.

"¿Qué tienes?", pregunté con un hilo de voz.

"Estoy cansado", admitió.

"Oh vamos, apenas hiciste tu segundo examen. Dices que en español te fue bien".

"Sí, pero estoy cansado de esperar".

Alzó su barbilla para verme a los ojos, tenía sus mejillas coloradas y sus ojitos cansados. Sonreí para él, Dios, estábamos tan cercanos, tenía ganas inmensas de besarlo.

"Tienes que", susurré y besé delicadamente la punta de su nariz. Él la arrugó y comencé a reír.

"Te equivocaste de lado".

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora