» life of the party

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No era la persona más detallista del mundo, ni mucho menos me consideraba la más romántica. Pero mi situación con Salsita era un tanto comprometedora, me gustaba mucho pasar tiempo con ella, lo que implicaba pelear, reír, a veces llorar, y sobre todo complacerla, creo que complacerla era de mis cosas favoritas en el mundo. Amaba sus caras cuando le regalaba cosas, o cuando la sorprendía llevándola a lugares o dándole de comer cosas que jamás había probado en su vida. Simplemente el darle cosas se estaba convirtiendo una de mis cosas favoritas en la vida.

Me asomé desde mi oficina, a través de su puerta podía ver como leía la nota de la caja con el vestido. Juntamos miradas, y le sonreí, ella negó. Me puse a revisar el teléfono y a los tres minutos, la vi parada frente al escritorio con las manos en sus caderas.

"¿Por qué eres tan malditamente terco y siempre terminas saliéndote con la tuya?", preguntó.

"De nada".

"Te dije que yo lo compraría", pff.

"Siendo realistas Salsita, no lo comprarías y no dejaría que llevaras cualquier cosa".

Ella se me quedó viendo, sabía que era cierto. Apostaba lo que sea a que ella planeaba llevar alguna cosa horrible.

"Gracias", se limitó a decir.

"¿Beso de agradecimiento?", pregunté y ella frunció el ceño.

"No tienes tanta suerte Hemmings", me empujé con la silla y estiré mis brazos para que se sentara conmigo. Ella caminó y la tomé entre mis manos para que se sentara sobre mis piernas, amaba que hiciera eso. Era tan pequeñita, no pesaba ni un poco.

"Un premio debo merecer".

"Podría considerarlo", le lancé una mirada lleva de perversión, ella pareció captarla puesto que al instante se sonrojó. La imagen de ella en el auto después de IKEA pasó por mi cabeza, tenía tantas ganas de interactuar sexualmente, y tenía que ser con ella, de otra manera sería como si la estuviese engañando o algo. ¿Saben cuánto tiempo llevo sin coger? Dos semanas. Dos semanas enteras. Era un maldito infierno, y el placer propio no era igual.

"¿Es que ahora me llamarás por Zazil-Ha?", preguntó.

"¿Quieres que te llame por tu nombre?".

Ella hizo una mueca.

"Me gusta Salsita", sonreí. Qué bueno porque sería demasiado raro decirle por su nombre cuando todo este tiempo le he hablado por un apodo. "Tengo algo para ti", dijo y se puso de pie para caminar a su oficina, la vi regresar con algo detrás de sus manos. Al entrar, sacó un sobre blanco y me puse de pie.

"¿Son mis calificaciones?".

"Así es".

¡Mis calificaciones!, le quité el sobre y comencé a abrirlo. Saque la hoja doblada en tres y comencé a leer.

Alemán, A; español, A+; Japonés, A. ¡Oh sí! ¡Japonés A! ¡Japonés!

"¡Sí, sí!", comencé a brincar en mi lugar. 

"¿Cómo te fue?".

"Son puras A's".

Mierda, no recordaba haberme sentido tan feliz por mis calificaciones como ahora. Había sacado A's, aunque mi objetivo era sacar A+, estaba feliz porque no tenía B's y era excelente.

"¿Vez? Te dije que saldrías excelente", le di la hoja para que las viera."¿Son las finales?", asentí y ella me abrazó muy fuerte. "Felicidades".

"Gracias", leí de nuevo la hoja. "Tengo que mostrárselo a mi mamá".

"Adelante, te espero", sonreí y salí corriendo para mostrarle mis notas a mi madre. Ni siquiera me importó el ascensor, ya estaba bajando por las  escaleras del fondo.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora