» capítulo 15

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Era el peor día de mi vida. Jamás me había sentido tan terrible como para no ir a trabajar. En la mañana tuve que llamar para decir que no podría ir, y tuve que mentirle a mi padre diciéndole que me sentía mal, que probablemente era el inicio de una gripe. No podía dejar de llorar desde anoche, cada que recordaba sus palabras, sentía que mi corazón lo aplastaban hasta no poder más. Eran las doce del medio día y aún no me levantaba de la cama ni siquiera para comer en Netflix no había nada bueno y mis pañuelos se habían acabado.

Me puse de pie y lo primero que hice fue verme al espejo, me miraba terrible, como nunca antes me había visto. Necesitaba un baño. Entré a éste y le abrí al agua para que se calentara. Me quité la ropa y toqué el agua con mis dedos para probar qué tal estaba. Deje que el agua cayera sobre mí y cerré mis ojos intentando relajarme. Me sentía débil, vulnerable, tan... Deshecha. Lo odiaba, lo odiaba tanto. Cuando pensé que todo esto había acabado, cuando pensé que jamás me volvería pasar algo así. Odiaba el hecho de haber caído, de creer que en realidad él sentiría algo por mí, cuando es bastante obvio que después de esto, no.

Lo odiaba, odiaba estar bajo a esta regadera y recordar cuando se quemó, odiaba recordar que casi me besaba. Odiaba no poder dejar de pensar en él y sobre todo odiaba su sonrisa ganadora, sus ojos color azul cielo y su forma de mirar. Odiaba como se movía su boca y como mordía cada que podía su aro. Odiaba lo que sentía cuando me rozaba su piel, cuando tomaba su mano. Odiaba todo lo que decía al hablar, su risa tan fresca y esas tantas ganas que siempre tenía de hablarle y abrazarlo. Pero odiaba más el hecho de que por más que lo intentara no podía odiarlo, no podía sacarme su imagen de la cabeza y no podía dejar de quererlo.

Salí de la ducha y me envolví en mi bata e baño. Caminé a mi habitación y me senté frente al tocador. Debía dejar de llorar, no sabía si podía llegar a ser malo para mi salud. O al menos psicológica. Me humecté la piel con crema y talco y me coloqué un pants verde –como la camisa que llevaba ayer, no-, eran entallados de los tobillos e iban subiendo haciéndose holgados. Me coloqué una blusa negra y mi sudadera de la preparatoria. Aún estaba rayada por algunos lados con mensajes de despedida y manchas de pintura por donde se pudiera. Tenía que distraerme.

Bajé a la cocina y piqué fruta variada, entre ellas piña, fresas –mis favoritas-, mango y pepino. Exprimí un limón y tomé un tenedor para llevarlo al cuarto. Lo puse sobre mi mesita de centro y tomé un bocado antes de tomar mi caja con pinturas y comencé a sacarlas para acomodarlas sobre la misma mesa. Desenvolví mis pinceles y caminé al baño a llenar un frasco de vidrio con agua. Puse un nuevo lienzo sobre el caballete y acerqué el banco alto a éste. Me le quedé viendo directamente y entrecerré mis ojos intentando buscar qué hacer o qué pintar. Apreté mis labios y tomé base para poner debajo y agarraran bien los colores. Dejé que se secara unos minutos y comencé a pintar toda la orilla negra haciendo un difuminado ligero hacia adentro.

Tomé una tiza de carboncillo y comencé a trazar unas curvas, no estaba muy segura de lo que estaba haciendo pero no lo sé. Este sentimiento era raro. Como si todo lo que estuviera haciendo solo saliera y no pensara, como un instinto. Cuando terminé el trazó comí un poco y me coloqué mis audífonos, claro porque justo en la noche hice un playlist triste y deprimente –y una que otra canción no tan corta venas.

Puse varias pinturas sobre la paleta y comencé con un fondo un poco rojizo combinando colores naranjas, cafés, rojos y negros. O y toques amarillos, el cielo quedaría perfecto. Tomé un pincel un poco más delgado para marcar los edificios. Me gustaba pintar con música puesta, me hacía combinar sentimientos con mi trabajo. Por ejemplo, ahorita pasaba «Still Into You» de Paramore, esa canción era perfecta para describir como me sentía por Luke en este momento. Excepto por la parte que dice que lo conozco de años, o que pasamos noches juntos, o que tuvimos una caminata de amor en parque, o que él me presentó a su madre o que le dije que lo amaba al camino a casa. En fin, seguía siendo perfecta por el simple hecho de que todavía estaba «en él».

Había combinado por lo menos más de quince colores diferentes. Los edificios no se distinguían muy bien, sólo eran manchas oscuras en medio debajo de un cielo brillante. Tomé un pincel con esponja y lo mojé un poco en la pintura blanca y ligeramente con un poco de color durazno. Empecé a hacer pequeños puntos sobre toda la ciudad recalcando las luces de la ciudad de Los Ángeles. Con el residuo del pincel, comencé a mezclarla con otros colores para hacer luces diferentes. Mínimo me tomó 40 minutos en hacer todas las luces para que quedaran perfectas. Probablemente mi playlist ya se había repetido por tres veces.

Tomé un poco de amarillo con blanco e hice unos retoques en el fondo. Con una esponja y palillos comencé a hacer detalles por toda la pintura como si se viera vieja o probablemente sucia, con café difuminé el negro, estaba quedando precioso. Hice unas pinceladas manchando por encima, y finalmente tomé un pincel delgado y puse mi nombre en la esquina inferior derecha. Justo abajo. Me dolía la espalda, había pasado horas haciendo esto. Me puse de pie y caminé a la cocina para ir por un vaso de agua y pasé de una vez al baño del pasillo para orinar.

Abrí la puerta de mi cuarto y el vaso de agua cayó de mi mano, mis ojos se cristalizaron y mi estómago de hizo un nudo, no podía creer lo que había hecho. Lo había pintado a él. Todo este tiempo fue él. Me senté a unos metros de la pintura y sentí el flashback llegar a mi mente.


«"Todo este tiempo de vivido debajo de esto", dije sin dejar de ver todo el horizonte.

"Es impresionante, ¿cierto?", asentí.

"Como si el tiempo corriera en el día y todo se acabara al apagarse las luces. Como si jamás de dieras cuenta de todo lo que tienes alrededor por estar presente en otras cosas. Sólo en momentos como estos sabes que estas bajo las luces de una ciudad, o sobre ellas", lo miré unos segundos. "Es hermoso".

"Tú también lo eres", lo miré rápidamente y él sonrió con sus labios».


Y así era justamente como se veía la ciudad desde el techo de aquel hotel. Todo tan lleno de luz, de ruido, un desorden. Y así era como lo miraba a él, quizá solamente pinté su silueta y dentro de él la ciudad, porque esa era la forma en la que lo miraba, como la ciudad. Como la luz, él era la luz, el ruido y el desorden de mi ciudad. Él era Luke Hemmings, era Luke y no podía odiarlo, jamás podría hacerlo y después de escuchar todo lo que dijo ayer, mucho menos. Yo conocía a Luke y ese no era él, no después de... Todo. Algunos me dirán estúpida, otros simplemente que soy muy inocente, pero... No lo creía, simplemente no le creía.

Aún dentro de mí, estaba segura de que seguía siendo ese chico tan vacío y roto que conocí en aquel pasillo, sabía que muy muy dentro de él, era ese hombre tan hermoso, con corazón de cristal, tan delicado y precioso. Confiaba en él, y en el perfecto ser humano que podía llegar a ser.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora