» capítulo 6

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Lunes por la mañana, de nuevo a trabajar. El día era bastante soleado hoy como para estar a mediados-finales de Octubre. Hoy sería un buen día. Entré a darme una ducha y al salir le di el aseo correspondiente a mi cuerpo, el cual consistía en cremas, talco, desodorante, etc.

Decidí ponerme una camisa de vestir blanca con cuello de Peter Pan, debajo de un suéter de rayas delgadas guindas y blancas. Me puse un shorts formar azul marino y uno zapatos de charol negros tipo Oxford. Me sujeté el cabello en una coleta despeinada alta y me paré frente al espejo verificando que todo estuviese bien. Algunas veces confundía colores, el doctor decía que era normal para el tiempo que llevaba en tratamiento.

Me dediqué a ocuparme del maquillaje. Me puse unas sombras entre color champaña y rosa. No se notaba mucho la diferencia al tono de mi piel. Me coloqué la línea negra delgada sobre los ojos y mascara. No bastó más que un poco de blush en mis mejillas y finalmente me puse mis gotas y los lentes de contacto.

Mi padre ya se había ido de la casa por lo que probablemente desayune allá. Preparé mi bolso, le dejé su comida a Leo y lavé mis dientes. Al salir de la casa seguí mi rutina diaria. Caminé unas calles hasta llegar al autobús donde saludé a Janice y paré en la florería con el señor Higgins. El día de hoy llevaría una gardenia anaranjada. Caminé unas calles más y al llegar subí directamente al quinto piso. Era lunes por la mañana. Hoy me tomaría un poco más de tiempo leyendo los correos.

Algunas ideas eran muy buenas, jamás las hubiera pensado, aunque no dudo que alguien de aquí ya la tenga en el plano. Una vez que terminé de organizar tanto la correspondencia como el papeleo, bajé al primer piso para ir por unos cafés y por supuesto mi desayuno. Al entrar a la cafetería lo vi de espaldas, probablemente pedía un café.

Llegué a un lado de él y miré el menú pegado a la pared.

"Buenos días", dije apenas y él me miró por el rabillo del ojo.

"Hola".

"¿Qué tal tu fin de semana?", pregunté curiosa.

"Excelente", meneó un poco su café con el palillo y me sonrió con los labios.

"Que bien", admití. Él le dio un sorbo al vaso. "¿Algo interesante que haya pasado?", él se encogió de hombros y asentí. "Pensé que hoy empezarías a trabajar".

"Eso haré".

"¿Y qué haces aquí?", pregunté. Él me miró y me señaló con sus ojos el lugar. Entreabrí mi boca. "¿Trabajarás aquí?".

"Aparentemente".

"¿En piso?".

"Limpiándolo será lo más cerca", tapé mi boca y reí un poco. "¿Qué?".

"No, nada. Es sólo que pensé que trabajarías en una agencia o serías mesero que se yo. No limpiador".

Él hizo una risa falsa.

"Si, ya vi lo divertido".

"Oye, está bien. Haces el trabajo fácil. Cualquiera puede limpiar".

¿Qué tan complicado puede ser? Barrer, fregar el suelo, sacudir.

"Si, qué tan complicado", respondió, Por su tono de voz, no sabía si era sarcásticamente o sólo quería darme la razón. Él comenzó a caminar y mordí mi labio.

"Nos vemos", dije y él pareció ignorarme. Bueno.

Pedí una ensalada de frutas y los cafés. Todo lo llevé al carrito en el cual sólo puse los vasos de cartón.  Me dirigí al piso de abajo y comencé a entregar los papeles. Todo el personas se veía bastante cansado por el fin de semana, era una "vista" normal a mi parecer, todos los lunes llegaban así. Entregué los café y la correspondencia y me dirigí a la oficina de la señora Hemmings. Ella parecía esperar mi presencia desde que entré.

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