» perfect

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"¿Entonces... Eres hijo de Liz?", preguntó el padre de Salsita mientras la esperaba. Siempre pasaba eso, no hay cita en la que no tenga que esperar.

"Sí, me cuenta su hija que trabajó para mi madre", recordé y él asintió.

"Corrías detrás del perro en pañales, apenas y podías caminar", sonreí apenas.

"¿Era un bebé?", él asintió. "Vaya, entonces conoce a mi madre de años".

"Muy buena amiga", confesó y sonreí. Por alguna razón me alegraba eso.

Escuché unos pasos y me di la vuelta para verla a ella venir del pasillo. Sonreí grande, se miraba hermosa. Llevaba su rostro descubierto, el cabello recogido, sus ojos brillaban como ningunos. Usaba un vestido de colores corto pero muy decente y unas zapatillas altas. Lucía impresionante.

"Vaya", rasqué mi barbilla sin palabras. "Te vez...", reí nervioso "Wow".

Ella se sonrojó.

"Wow para ti también", reí.

"¿Estás lista?", pregunté y ella asintió, miró al señor Johnson y él caminó a nosotros.

"Bueno, creo que es donde tengo que interferir yo", dirigió la mirada hacia mí.

"La cuidas bien", pidió y asentí. "No muy tarde, ¿de acuerdo?".

"La traeré a casa con bien, señor, prometí y ella caminó hacia él para abrazarlo.

"Estaré bien, no me esperes despierto".

"Ya váyanse", dijo y ella me miró, le sonreí dándole confianza.

"Buenas noches", me despedí y abrí la puerta. Ella salió primero y miramos el Mustang negro clásico de Michael estacionado alfrente.

"¿Es tuyo?", preguntó y pasé a abrirle la puerta.

"Algo así", entré y coloqué la llave. Amaba este auto, siempre se mantenía como nuevo y sonaba estupendo cuando lo encendías con el cambio de motor que le hicieron.

"¿Debería tener miedo contigo al volante?", preguntó nerviosa y sonreí.

"Sólo si te gusta ir despacio", encendí el auto y después de unos segundos lo puse a andar. Encendí el estéreo y dejé que el disco corriera. No me quejaba, Michael y yo teníamos los mismos gustos a comparación de Calum y Ashton, quienes variaban ligeramente.

Las manos me sudaban, realmente estaba nervioso y no por estar con ella, sino porque quería que todo estuviera a tiempo. Toda la tarde estuve haciendo llamadas a conocidos para que me hicieran el favor, lo único que pagaría sería nuestra comida, el servicio y cargos por la urgencia, ya que el chef es buen amigo mío y el dueño del hotel amigo de mi madre que me conoce de años así que, no me cobraría realmente por el lugar, todo bien.

Sentía su mirada en mí, eso me ponía más nervioso, no porque me mirara, me gustaba que lo hiciera, no lo sé, me gustaba todo de ella. En especial su mirada, era mágica. Adoraba cuando reía, como sus ojos se hacían pequeñitos y su nariz de arrugaba, las líneas de sus pómulos se marcaban y sus dientitos dejaban ver sus colmillos puntiagudos. Se veía adorable. La miré ahora ella veía por la ventana, pensativa. Con su cara de seriedad y tranquilidad, respiré profundo. Ya estábamos en el centro de la ciudad, cada vez nos acercábamos más.

"¿A dónde vamos?", escuché de repente.

"A un lugar secreto", la miré por el rabillo del ojo.

"Muero por saber", confesó y reí.

"Y yo porque te guste", solté.

"¿Qué cosa?", preguntó y la miré detenidamente, apreciando lo linda que se miraba.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora