» poopy date

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Lunes por la mañana y amanezco en mi cama. Eso no era normal, o de todos los días de hecho. Casi siempre despertaba o en casa de alguna chica o un hotel. O todavía en el lugar de la fiesta. A excepción de una vez que dormí en una litera dura detrás de las rejas. Me di un baño y me tomé un par de pastillas para el dolor de cabeza. Una vez que estuve listo bajé y el café no estaba hecho. Bueno, allá lo tendría que tomar. Vi a mi madre salir y la seguí en esta ocasión me fui en el asiento trasero acostado. Necesitaba un café muy caliente.

Cuando llegamos fui directamente a la cafería dejando que mi madre se fuera para arriba. No estaba tan llena, a lo mucho había unas seis personas. Pedí un café oscuro y en unos pocos segundos me lo dieron. Lo dejé apuntando en la cuenta de mi madre y caminé para buscar una tapadera. Sentí su presencia a mi lado.

"Buenos días", escuché y le miré de reojo.

"Hola", lo único que quería era tomar mi café.

"¿Qué tal tu fin de semana?", ya iba a empezar con sus preguntas.

"Excelente", después de ponerle un sobre de azúcar lo meneé con el palillo rojo y le sonreí apenas.

"Que bien", admitió, bebí de mi vaso y sentí como mi lengua se quemaba un poco. "¿Algo interesante que haya pasado?", me encogí de hombros. "Pensé que hoy empezarías a trabajar".

"Eso haré".

"¿Y qué haces aquí?", preguntó y le indiqué el lugar con la mirada. Ella me miró sorprendida. "¿Trabajarás aquí?".

"Aparentemente".

"¿En piso?", reí a mis adentros.

"Limpiándolo será lo más cerca", tapó su boca y dejó escapar una pequeña risa. "¿Qué?".

"No, nada. Es sólo que pensé que trabajarías en una agencia o serías mesero que se yo. No limpiador".

¿Mesero? ¿Qué le pasa? Hice una sonrisa sarcástica.

"Si, ya vi lo divertido".

"Oye, está bien. Haces el trabajo fácil. Cualquiera puede limpiar".

Claro, facilísimo.

"Si, qué tan complicado", respondí irónico y comencé a caminar.

"Nos vemos", escuché por su parte y decidí ignorarla.

No sería un buen día, no tenía ganas de socializar. Ni de hablar. Ni de convivir. Ni de nada. Odiaba tener que hacer esto. Entré al ascensor y paré en el piso donde estaba la oficina de mi madre. Caminé hasta la puerta, de nuevo tenía que soportar la imagen de todos sobre mí. Abrí la puerta y me senté directamente en el sofá.

"¿Listo?", preguntó ella con una sonrisa hipócrita.

"Sólo dime que tengo que hacer", dije. Ella abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó un traje azul.

"Usarás esto", tomé el disfraz y lo extendí un poco. Era traje completo con unos cuantos bolsillos y velcro en el centro para cerrarlo. Excelente, ahora parecería idiota. Sacó también un radio negro. "Con eso podrás comunicarte, ya sea conmigo o cualquier otro de intendencia".

"¿Cómo se usa?", pregunté viendo el vejestorio.

"Vas a bajar al primer piso, entras al pasillo que está a un lado de la cafetería. Por fuera, no dentro; ahí al fondo encontrarás un cuarto. Es el cuarto del señor Kim, o el de intendencia. Él te mostrará lo que tienes que hacer".

"Bien", dije finalmente y me puse de pie.

"Que tengas buen día mi amor", dijo ella y rodé los ojos. No dije nada, sólo abrí la puerta y salí.

Airplanes » l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora