De acuerdo, estaba decidida a enfrentar a Luke. Esperaba con ansias que saliendo de la escuela se pasara por aquí. Quiero decir, habíamos construido una buena relación. ¿Por qué quisiera romperla? Supongo que por lógica vendría a visitarme o quizá sólo a decir «hola» e irse. Aunque realmente con eso sería la chica más feliz del universo.
Estaba emocionadísima por contarle a Luke sobre este nuevo libro que leí antes de dormir, era sobre las lenguas habladas en el mundo. Seguro él ya sabría eso, pero cielos no sabía que entre los más difíciles del mundo estaba el japonés, y él sabía hablarlo. ¿No era genial? Cielos, era tan inteligente. Salí a entregar la correspondencia y me dirigí a la oficina de la señora Hemmings, ella estaba sentada buscando unas cosas por el escritorio.
"¿Necesita ayuda?", pregunté y ella me miró.
"No, no... Creo que lo he dejado en casa", caminó a la silla y se sentó.
"Oh, bueno", no tenía idea de lo que hablaba pero miré los sobres en mis manos. "Le ha llegado esto".
Ella lo tomó y les dio un vistazo a los remitentes.
"Okay, muy bien. Gracias", me sonrió y asentí. "Supe que saliste con mi hijo".
Mi cara entera se enrojeció.
"Sí, espero que eso no le moleste", ella se paró y negó. Comenzó a caminar hacia mí.
"No, ¿cómo crees? Para nada. De hecho, me alegra bastante".
"¿De verdad?".
"Ha cambiado mucho Johnson. Como no tienes una idea", sonreí contenta. Realmente me emocionaba el hecho de saber que él había cambiado.
"Me alegra señora, de verdad", confesé. Ella sacó detrás de ella otro sobre igual al anterior y mordí mi labio.
"No aceptaré un «no»", suspiré y lo tomé. Cielos, ¿por qué seguía haciendo esto? Dios. "Sigue así".
Asentí y salí de la oficina.
Mierda, de nuevo este maldito trato. No, ni siquiera debería llamarse trato, yo no lo acepté. Los términos son erróneos, ella tiene conceptos bastante diferentes a los que tengo yo. Ella me da el dinero porque quiere que hable con él, y yo lo tomo porque lo necesito, no porque me obliguen a hablar con él. ¿Es muy claro no?
Subí a la sala de correos y saqué el libro de mi bolso. Venían unas cuantas lecciones rápidas de varios idiomas, quería sorprenderlo de verdad. Miré algo en francés y mordí mi labio. Me levanté rápidamente y busqué entre mis cajones alguna libreta que no sirviera. Abrí la última puerta y me encontré con una donde ponía recados antes de comprar un celular.
Abrí la libreta justo a la mitad y escribí con pluma roja.
«Lección 1», y justo abajo «Leçon 1».
No sabía si empezar por los números o palabras básicas, como leche o algo. Tomé la pluma negra y la azul. Con el azul ponía los números del uno al diez en fila y justo a un costado con el negro, su traducción al francés.
0 zéro
1 un
2 deux
3 trois
4 quatre
5 cinq
6 six
7 sept
8 huit
9 neuf
10 dix
El problema aquí era, ¿cómo diablos se pronunciaba? Abrí el Traductor Google y comencé a poner las palabras una por una para escuchar la voz de la mujer esa y su pronunciación. Con color rojo a un lado coloqué como se leían, o ¿pronunciaban? Cielos, qué complicado. Esa mujer lo hacía ver bastante fácil, pero no lo era. De pronto llegó él a mi pensamiento. Era admirable, ¿cómo es que puede hablar más de tres idiomas sin revolver las palabras o la pronunciación o los significados? Yo jamás podría hacer eso, con trabajo aprendí a escribir.
Después de varias oraciones y palabras, mi estómago rugió fuerte y apreté mis labios. Tenía hambre, se me antojaba una sopa de fideos y pollo. Hum. Vería si Rita tenía sopa. Dejé la libreta en el escritorio y bajé al primer piso. Le contaría todo lo de la cita, seguro se emocionaría igual que yo. Obviamente no faltaría el sermón de «no te ilusiones niña». Siempre lo hacía, ella se preocupaba mucho por mí. Las puertas se abrieron y fue como si entrara al cielo.
Justo en ese instante iba entrando Luke con un chico de cabellos morados a su lado. Seguro era amigo de él, era bastante atractivo, debo confesar. Cielos, se miraba tan guapo. Llevaba una camisa a medio abrir color verde oscuro, seguro el color verde que resaltaba en uno de sus ojos haría que se notara más. Las mangas las tenía arremangadas y podían asomarse dos de sus tatuajes, Dios. Jamás los había visto de cerca, lo único que sabía era que estaban en su antebrazo al final, antes de doblar su brazo –me recordaban a los tatuajes de Harry Styles, honestamente-, eran dos frases, seguro en otro idioma. Miré a su amigo de cabellos pintados, no estaba mal, usaba una camisa parecida a la de él pero era como color hueso, en cuanto las piernas, llevaba unos jeans iguales a los de él pero a diferencia de Luke, usaba botas negras. Tenía varios tatuajes también alrededor de los brazos. Su piel blanca hacía que le quedaran muy bien.
Caminé y Luke me vió, su expresión cambió, y no sabía en qué sentido. Tenía que hablar con él sobre lo que pasó. Mierda, estaba tan nerviosa.
"Hey, Luke", sonreí. "No vas a creer el grandioso libro que....", ellos pasaron a mi lado para ir al mostrador ignorándome. Fruncí el ceño.
"Le das esto a mi madre", pidió a Diana y ella asintió. Apreté mis labios y me quedé en el mismo lugar.
"Ah, te decía. He comprado un libro y...", él seguía ignorándome. "Oye, quiero hablar contigo", confesé.
"Qué curioso, porque yo no", dijo dándose la vuelta para verme. ¿Qué?
"¿Disculpa?".
"¿Acaso te lo tengo que repetir dos veces para que entiendas?", preguntó. Qué mierda pasaba con él.
"¿Te sientes bien?", pregunté y ellos comenzaron a reír. ¿Qué era tan gracioso?
"Estoy mejor que nunca Johnson", dijo él. ¿Johnson? ¿De verdad? ¿Por qué no me decía «Salsita»?
"Pensé que...", pausé. "No lo sé".
"Sí, exacto", sonrió. "Has aprendido algo nuevo hoy, que no lo sabes", comenzó a caminar a la puerta. Quién diablos era este hombre. Seguro estaba así porque venía su amigo con él.
"No porque venga tu amigo contigo tienes que fingir ser un idiota", dije. Su amigo comenzó a reír.
"No me mires a mí", alzó sus manos en inocencia.
"Eso es, no tengo que fingir", fruncí el ceño y me acerqué a él. Ugh, olía a... Borracho.
"¿Estuviste tomando?", pregunté y salimos del edificio.
"Deja de seguirme".
"Sólo dímelo", pedí.
"Por favor, no eres mi madre, ¿sí?", lo miré y noté que su nariz comenzó a sangrar. Sentí un hueco en mi pecho, no podía ser eso.
"No puedo creerlo", negué. "Eres increíble Luke".
"Gracias", dijo y comenzaron a reírse. Sentía que mis ojos comenzarían a brotar lágrimas en cualquier momento.
"Estás sangrando de la nariz", él pasó el dorso de su mano se encogió de hombros.
"Es sólo sangre", se encogió de hombros.
"Tú sabes que no", hizo media sonrisa. "Dijiste que querías cambiar Luke, dijiste que eras especial".
"Y lo soy".
"Claro, ¿metiéndote cocaína y tomando?", él apretó sus labios. "No soy estúpida, sé que te metiste eso".
"Escucha, este soy yo, ¿de acuerdo?", dijo. "Si te hice creer alguna otra cosa, pues... Lo siento", dio un paso y me miró. "¿O sabes qué? En realidad no, no lo siento. Seamos honestos".
"Ya entiendo", crucé mis brazos y apreté mis labios. "No fue nada para ti, ¿cierto?".
Él se encogió de hombros.
"Es sólo que te mirabas tan necesitada y mierda, ¿me hiciste sentir lástima sabes?", sentía que iba a vomitar.
No podía creer que eso había salido de su boca.
"Vete a la mierda", me di la vuelta. No lloraría, no lloraría.
"Oh, no hagas esa cara. Después de todo, tú misma dijiste que nadie saldría contigo. Deseo cumplido". Me detuve en seco y sentí mis ojos arder. Caminé a él y le di una bofetada.
"No puedo creer a lo que has caído Luke. Tú no eres así, yo sé que no lo eres. ¿Por qué de una vez por todas te enfrentas a ti mismo?", dije con lágrimas en mis ojos.
"¿Enfrentarme a mí mismo? Oh vamos, enfréntate tú primero", respondió. "¿De verdad? ¿Pintas lugares y países a los que no puedes ir? ¿Para qué? De todas maneras jamás irás. Mejor crece y junta un poco de dinero que es lo que te falta para comprarte un boleto de avión".
Su amigo se miraba sorprendido. Luke estaba furioso y yo... No tenía ni la menor idea de cómo estaba. Lloraba, eso era seguro, estaba enojada, no. Estaba más que eso, estaba encendida en llamas, estaba decepcionada, estaba asustada, estaba confundida.
"Jamás debí hablarte desde el inicio", tragué saliva.
"Yo te lo advertí", dijo encendiendo su cigarrillo.
"Sí, supongo que creí que serías mejor que esto", negué y limpié un poco debajo de mis ojos.
Me di la vuelta y comencé a caminar, sólo escuché las carcajadas de los dos en mi espalda. Apreté mis labios para no soltar un grito. Entré rápidamente al ascensor y presioné el último piso. No sabía qué hacer o cómo sentirme. Sólo dejé que las puertas se abrieran para correr a mi oficina. En cuanto cerré la puerta, fue como si la gravedad me dejase caer en mis rodillas para soltarme a llorar desesperadamente.