Airplanes » l.h

By abxvethenxise

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«El amor lo inventó un chico con los ojos cerrados, por eso somos ciegos todos los enamorados». Official Trai... More

» soundtrack
» prólogo
» capítulo 1
» drug addict alcoholic?
» capítulo 2
» who is she?
» capítulo 3
» salsita
» capítulo 4
» what it is?
» capítulo 5
» you can't stop me
» capítulo 6
» poopy date
» chemistry genius
» capítulo 8
» band-aids
» capítulo 9
» invisible
» capítulo 10
» yes
» capítulo 11
» emergency call
» capítulo 12
» perfect
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» pills
» capítulo 14
» get over it
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» strip
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» girlfriend
» capítulo 17
» kisses
» capítulo 18
» what a feeling
» capítulo 19
» the reckless and the brave
» capítulo 20
» businessman
» capítulo 21
» the way you make me feel
» capítulo 22
» jealous
» capítulo 23
» apologize gift
» capítulo 24
» a little too old
» capítulo 25
» stressed out
» capítulo 26
» life of the party
» capítulo 27
» jet black heart
» capítulo 28
» end up here
» capítulo 29
» someday at christmas
» capítulo 30
» you'll be in my heart
» capítulo 31
» ashes
» capítulo 32
» i see the light
» michael
» capítulo 33
» bites
» capítulo 34
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» capítulo 35
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» capítulo 36
» moving
» capítulo 37
» city of angels
» capítulo 38
» postman
» capítulo 39
» christmasy
» capítulo 40
» airplanes
» capítulo 41
» a whole new world
» capítulo 42
» pray
» capítulo 43
» chemotherapy
» capítulo 44
» down goes another one
» capítulo 45
» finale
♡ agradecimientos ♡

» capítulo 7

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By abxvethenxise

Caminaba a través de la oficina entregando la correspondencia. Ayer había sido un día bastante extraño. Todo iba tan bien, jamás me había reído tanto en mucho tiempo, y luego llegó Luke con su pregunta y no supe que hacer. No tenía idea de por qué lo hizo o cómo salió. Lo único que sabía era que no quería salir con alguien que al decirle que no, se comporte como un idiota que no le importa nada. Pero bueno, supongo que él era así y no puedo hacerlo cambiar.

Después de que terminé de organizar la sala de correo, miré el reloj y le di el tiempo necesario para que se limpiara y bajé al cuarto donde estaba toda la utilería y tomé prestado una camisa y ropa interior. Creo que ese par lo había usado Eugene. En fin, ya no lo vi, sólo lo dejé ahí y al regresar ya lo había tomado.

En verdad esperaba verlo hoy, no para mi beneficio o algo. Sólo tenía un poco de curiosidad por saber qué tontería haría hoy, o si al menos me agradecería por lo de ayer. Y... Probablemente si reconsidere lo de la cita. No es como si yo quisiera salir con él, no, no. Yo bueno, no me gusta ser tan fácil para los chicos, probablemente sí él insiste le diga que sí. Va a depender de las circunstancias en las que nos encontremos.

Ugh, ¿por qué pensaba en esto? Él dijo que tenía planes, y que no lo decía en serio. Claro, ¿quién tendría ganas de salir conmigo? Después de todo soy la del correo.

En fin, la señora Hemmings me pidió de favor que le sacara copia a unos volantes. Me dirigí al centro de copiado y coloqué la hoja blanca. Tenía en mis manos diferentes colores de papel. Probablemente eso le guste, que algunos sean verdes, o anaranjados, amarillos o azules. Presioné los botones haciendo series de 25 copias por color y piqué el verde para que comenzara a imprimir.

¿Por mientras? Probablemente me quede esperando o... No sé. No puedo irme muy lejos. Esto tardaría al menos unos 30 minutos. ¿Dónde estará Luke en estos momentos? Mordí mi labio y me moví de donde estaba para ir a buscarlo. Probablemente estaba lleno de porquería de nuevo. Bajé al primer piso, quizá el señor Kim sepa. Entré a su oficina y lo vi mirando la televisión.

"Buen día", le sonreí.

"Hola Zazil, ¿qué se te ofrece?", dijo educado. Mordí mi labio.

"Uhm, ¿el hijo de la jefa?", pregunté y él hizo una cara de pocos amigos.

"Ese niño, ayer hizo un desastre en el baño", no pude evitar reír. Ow. "Probablemente esté sacudiendo la saca de juntas o limpiando ventanas". Asentí.

"Muchas gracias, pase buen día", me despedí. Bien, sala de juntas. Subí al último piso y caminé para la sala de juntas. No tuve que acercarme para ver a través de las paredes de cristal su cara de «mátenme». Èl limpiaba la mesa larga en donde los empleados se sentaban a discutir. Crucé mis brazos y noté que comenzó a rascarse las manos. No pude evitar sonreír. Volvió a rociar un poco más en la mesa, tallaba fuerte con la esponja. Se veía bastante frustrado.

Me acerqué al cristal y puse mi mano sobre èste, mientras tocaba con mis nudillos llamándole. Èl me miró y en vez de parecer aliviado, frunció el ceño. Caminó hacia la puerta y la abrió.

"¿Qué te pasa?", exclamó. "Lo acabo de limpiar".

No pude evitar reír.

"Oh, lo siento", tapé mi boca y entré a la sala con él.

"Ya no hay respeto...", negó.

"¿Te estás divirtiendo?", pregunté y me senté en una silla.

"Uy, mira que divertido estoy", dijo alzando sus manos, reí.

"Bueno, siempre puedes buscarle algo divertido a las cosas", confesé.

"¿Cómo qué?".

"Como el hecho de que hoy no tienes popó en tu cara", respondí y él entrecerró sus ojos.

"Jamás me había bañado tantas veces al mismo tiempo", confesó. "Me acabé el bote de shampoo y medio jabón", negó. "Creo que rompí hasta la esponja".

Me acerqué un poco a él y lo olí. Oh Dios, que olor tan más rico y varonil. Sentí como mi estómago se contrajo al cautivar a mis fosas nasales.

"Bueno, al menos hueles rico", me encogí de hombros.

"Lo siento, fue un gas", bromeó y comencé a reír. "¿A qué viene tu presencia?".

¿Ahora qué le diré? Oh sólo vengo a verte sin razón alguna.

"Sólo vine a molestarte", confesé.

"Ya veo", miró sus manos y comenzó a rascarse. "Ugh, puta comezón".

Miré que sus manos estaban enrojecidas.

"¿Qué te pasa?", pregunté. "¿Ya te pasaron el herpes?".

Él me fulminó con la mirada.

"Eso deseas", respondió. "No sé, de pronto comenzaron a picarme".

"¿Ah sí?", me acerqué y estas tenían como ronchas. Parecía piquetes de mosquitos y estaba irritado. Tomé su mano. Eran tan calientes y suaves. Sus dedos eran largos y sus uñas estaban impecables, tenía unas manos realmente bonitas. Pasé mis dedos sobre la parte enrojecida y él arrugó su nariz.

"¿Te duele?", él negó.

"Quizá es una reacción alérgica", deduje.

"No tengo alergias", confesó y mordí mi labio. Miré la mesa y el atomizador que estaba a un lado.

"¿Con qué estás limpiando?", pregunté y él se encogió de hombros.

"No sé limpiador".

Tomé el bote, y lo acerqué a mi nariz. Tenía un olor fuerte. Lo alejé y presioné para que no cayera cerca. Olía extraño y no como limpiador.

"Luke", reí un poco. "Esto no es limpiador".

Él se me quedó viendo con los ojos abiertos y solté una carcajada.

"Esto es cloro", me miró serio.

"¿Estas jodiendo verdad?", preguntó y negué entre risas. Él puso su mano en su cara y comenzó a caminar en círculos. Quería aguantarme la risa de verdad. "Que idiota, idiota total".

"Vamos, a cualquiera le puede pasar", le di un empujoncito.

"A cualquier idiota", negó. "Eso explica las manchas de la alfombra", fruncí el ceño y me asomé. El tapete estaba lleno de puntos descoloridos. Ahí no aguante y comencé a reír fuerte.

"¿Qué es lo que tienes en la cabeza Hemmings?", pregunté.

"Ganas de matarme", confesó. Rascó de nuevo sus manos. Apreté mis labios. Si seguía rascándose comenzaría a sangrar.

"Ven", caminé a la puerta en dirección a mi "oficina".

"¿A dónde?", preguntó.

"Sólo sígueme", dije y él no lo pensó, dos segundos después caminaba detrás de mí. Abrí la sala de correos y encendí la luz, dejándolo entrar. Èl se le quedó mirando alrededor.

"¿Qué es este lugar?", preguntó curioso.

"Mi lugar", respondí buscando algo entre los cajones y repisas. "Mi oficina".

"Es muy... Colorido", confesó.

"Lo sé", caminó alrededor de éste mirando todos mis lienzos colgados, era pequeños a comparación de los que tenía en casa. Se le quedó viendo al caballete tapado con una sábana blanca.

"¿Puedo?", preguntó y me encogí de hombros.

Èl quitó la tela y vio la pintura que terminé ayer de París.

"¿Lo hiciste tú?", me vio un poco asombrado y asentí.

"Todos", señalé la pared y él pasó a ver los demás.

"Wow", pasó la yema de sus dedos sobre la pintura seca. "Estas muy buena", me giré rápidamente y me le quedé mirando. "Quiero decir, para pintar. Estas muy buena para esto".

"Sí entendí", admití y él se sonrojó. "Gracias, supongo".

"¿Por qué todos son ciudades?".

"No lo sé", me encogí de hombros. Miré la cajita blanca que tenía guardada y la saqué. "Me gusta".

"¿Has ido a todos estos lugares?", preguntó y reí nerviosa acercándome a él.

"A ninguno", respondí.

"Que triste", dijo él y asentí. "Deberías de ir".

"Mi situación económica no me lo permite realmente", confesé y le indiqué con mi mano que se sentara en el escritorio. Dejé el maletín de primeros auxilios a su lado y lo abrí. Realmente era algo muy básico.

"¿Y has ahorrado?", preguntó.

"Lo estoy haciendo", admití.

"¿Y a dónde irás?", busqué unas toallitas desinfectantes y abrí el paquetito.

"Francia", le sonreí y tomé una de sus manos para limpiarla con la toallita.

"Es hermoso", confesó y lo miré. ¿Ha ido a Francia? Oh Dios. "Fui en un viaje de la escuela a un curso".

"¿Es como se mira en las fotos", él sonrió.

"Mejor", las comisuras de mis labios de alzaron. "Los lugares son fantásticos y los postres una maravilla, la gente es tan amable allá y todo es tan elegante", comenzó.

No lo iba a negar. Lo envidiaba y bastante. Uno de mis sueños más grandes siempre ha sido salir del país o no del país. Aunque sea a otros estados, aquí en Los Ángeles todo siempre era igual. Quisiera ir a meterme a las calles engentadas de Nueva York o ir al desierto en Texas, o congelarme en Alaska. Me gustaba escucharlo hablar así de Francia, me moría de ganas de ir.

"Suena bien para mí", admití. Tomé una crema para la irritación y puse un poco en mis dedos para untarla en su mano.

"Sí...", dijo él.

Notaba su mirada en mí. No era capaz de verlo, no sabía lo que pasaría si lo hiciese. Probablemente me sonrojaría o me reiría o no lo sé. Siempre me pasaba esto con los chicos. Con cualquiera a decir verdad, no suelo retener mucho la mirada, es algo tan... Fuerte. Es como una fuerza mayor. Es como si con tan solo mirar a una persona en los ojos te permitieras hacer muchas cosas. Es como si los ojos fueran la puerta para algo, o... Alguien. Como si esas puertas al abrirse pudieran sacar información, emociones, sentimientos, verdad. Simplemente creo que el que mira a los ojos, pone su vida en un hilo. Como si fuese el mayor riesgo, el juntar miradas.

Terminé con una mano y seguí con la otra, él tragó saliva y carraspeó un poco su garganta.

"Uhm, ayer no te agradecí por la ropa", confesó e hice media sonrisa.

"No hay problema".

"En cuanto la tenga limpia la regresaré", prometió.

"Está bien, era de utilería", me encogí de hombros.

"Sí", miró su mano finalmente untada y le sonreí guardando la crema en el maletín.

"A la próxima huélelo primero genio", logré sacar una risa de él y le di la espalda para ir a dejar la cajita blanca donde estaba.


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Lo bueno y lo malo, lo bueno, es que ya me enamore, lo malo es que es mi hermanastro Comenzó:22 de mayo de 2020 Terminó:27 de junio de 2020