Lunes por la mañana, de nuevo a trabajar. El día era bastante soleado hoy como para estar a mediados-finales de Octubre. Hoy sería un buen día. Entré a darme una ducha y al salir le di el aseo correspondiente a mi cuerpo, el cual consistía en cremas, talco, desodorante, etc.
Decidí ponerme una camisa de vestir blanca con cuello de Peter Pan, debajo de un suéter de rayas delgadas guindas y blancas. Me puse un shorts formar azul marino y uno zapatos de charol negros tipo Oxford. Me sujeté el cabello en una coleta despeinada alta y me paré frente al espejo verificando que todo estuviese bien. Algunas veces confundía colores, el doctor decía que era normal para el tiempo que llevaba en tratamiento.
Me dediqué a ocuparme del maquillaje. Me puse unas sombras entre color champaña y rosa. No se notaba mucho la diferencia al tono de mi piel. Me coloqué la línea negra delgada sobre los ojos y mascara. No bastó más que un poco de blush en mis mejillas y finalmente me puse mis gotas y los lentes de contacto.
Mi padre ya se había ido de la casa por lo que probablemente desayune allá. Preparé mi bolso, le dejé su comida a Leo y lavé mis dientes. Al salir de la casa seguí mi rutina diaria. Caminé unas calles hasta llegar al autobús donde saludé a Janice y paré en la florería con el señor Higgins. El día de hoy llevaría una gardenia anaranjada. Caminé unas calles más y al llegar subí directamente al quinto piso. Era lunes por la mañana. Hoy me tomaría un poco más de tiempo leyendo los correos.
Algunas ideas eran muy buenas, jamás las hubiera pensado, aunque no dudo que alguien de aquí ya la tenga en el plano. Una vez que terminé de organizar tanto la correspondencia como el papeleo, bajé al primer piso para ir por unos cafés y por supuesto mi desayuno. Al entrar a la cafetería lo vi de espaldas, probablemente pedía un café.
Llegué a un lado de él y miré el menú pegado a la pared.
"Buenos días", dije apenas y él me miró por el rabillo del ojo.
"Hola".
"¿Qué tal tu fin de semana?", pregunté curiosa.
"Excelente", meneó un poco su café con el palillo y me sonrió con los labios.
"Que bien", admití. Él le dio un sorbo al vaso. "¿Algo interesante que haya pasado?", él se encogió de hombros y asentí. "Pensé que hoy empezarías a trabajar".
"Eso haré".
"¿Y qué haces aquí?", pregunté. Él me miró y me señaló con sus ojos el lugar. Entreabrí mi boca. "¿Trabajarás aquí?".
"Aparentemente".
"¿En piso?".
"Limpiándolo será lo más cerca", tapé mi boca y reí un poco. "¿Qué?".
"No, nada. Es sólo que pensé que trabajarías en una agencia o serías mesero que se yo. No limpiador".
Él hizo una risa falsa.
"Si, ya vi lo divertido".
"Oye, está bien. Haces el trabajo fácil. Cualquiera puede limpiar".
¿Qué tan complicado puede ser? Barrer, fregar el suelo, sacudir.
"Si, qué tan complicado", respondió, Por su tono de voz, no sabía si era sarcásticamente o sólo quería darme la razón. Él comenzó a caminar y mordí mi labio.
"Nos vemos", dije y él pareció ignorarme. Bueno.
Pedí una ensalada de frutas y los cafés. Todo lo llevé al carrito en el cual sólo puse los vasos de cartón. Me dirigí al piso de abajo y comencé a entregar los papeles. Todo el personas se veía bastante cansado por el fin de semana, era una "vista" normal a mi parecer, todos los lunes llegaban así. Entregué los café y la correspondencia y me dirigí a la oficina de la señora Hemmings. Ella parecía esperar mi presencia desde que entré.
"Buenos días Zazil-ha", dijo ella con una sonrisa entre sus labios.
"Hola, buen día señora", le dejé el correo en el escritorio junto con su cappuccino de vainilla. "¿Qué tal su fin de semana?".
"Bastante tranquilo. No me llamaron de la estación de policía", confesó.
"Ya veo", le sonreí. "Me he encontrado a su hijo abajo. No sabía que trabajaría aquí".
"Ah sí... Olvide comentarte eso", le dio un sorbo a su café.
"Sí, bueno... No importa", me encogí de hombros. "Debió portarse muy mal como para ponerlo a trabajar en... Eso".
Honestamente me interesaba bastante saber, por qué lo pusieron a trabajar, A decir verdad, no creía mucho en su palabra.
"Uy, mi niña. Si te contara, jamás terminaría", admitió.
"Ya entiendo", asentí. "Bueno, me retiro".
"Espera", habló y me di la vuelta.
"¿Si?", ella abrió su cajón y sacó un sobre, las manos comenzaron a sudarme.
"Para ti", tomé temblorosa el sobre y lo abrí un levemente para ver muchos verdes.
"Señora...".
"Ni lo digas Johnson".
"Él se enojará, lo sé".
No podía imaginas a Luke enojado conmigo. Aunque jamás sé si está contento pero, no podría soportar que me tratara mal. En especial él.
"No debe enterarse", miré el sobre nuevamente. Había cerca de 1000 dólares dentro. Suspiré.
"¿Puedo retirarme ya?", pregunté. Ella asintió con media sonrisa en su rostro y guardé el sobre entre los paquetes del carrito. Sabía que esto era terrible pero, ¿a quién quiere engañar? Necesitaba el dinero, y con mi paga y la de mi padre no era suficiente. A penas y nos dábamos los lujos.
Caminé hacia mi oficina y miré un lienzo sin terminar. Estaba pintando una calle en París, justo frente a la torre Eiffel, todo estaba en gris y lo único que tenía color eran las luces, ya sean de los establecimientos o las ventanas. La señora Hemmings me daba mucha libertad, más que a los demás. Creo que era porque había prometido a mi padre que me cuidaría. Cosa que no es raro, me gustaba. Aunque dos que tres personas de aquí se den cuenta de que es especial conmigo y no les parezca. Mi padre me enseñó a que no me debe de importar lo que los demás crean o piensen de mí.
Que la única persona que puede juzgarme soy yo, porque soy el único ser que se conoce realmente. Sólo yo sé quién soy, quien fui y probablemente quien seré. Ni la persona que más me conoce tiene el derecho de decirme quién soy.
Saqué mis pinturas de una papelera y destapé el lienzo. Acerqué la silla a éste y me senté con mi paleta para terminarlo. Realmente no me faltaba mucho. Sólo eran unos retoques de iluminación y arreglas dos que tres detalles, quizá cuatro o cinco. Tomé el pincel delgado negro y comencé a delinear los contornos de la torre Eiffel, difuminé un poco y entrecerré mis ojos analizándolo. Tomé un poco de pintura blanca y comencé a esparcirla por el suelo (del cuadro, no sería tan loca para tirarlo en suelo), esperaba que no se arruinara. Empecé a esparcir un poco más y la comisura de mi labio lentamente comenzó a alzarle. Lluvia, había hecho un piso húmedo por la lluvia. Tomé un poco de anaranjado y lo combiné con rojo para hacerlo más oscuro, pinté sobre la pareja que caminaba, un paraguas. Se veía mejor, se veía bien, quería que quedara perfecto. Probablemente lo colgaría en alguna pared vacía de mi casa. A mi padre le encantaban.
¿Qué quería reflejar con ella? No lo sé, probablemente que aunque sea el lugar más hermoso del mundo, la lluvia también los atrapa. Que no todo en la vida es color y siempre habrá momentos malos. Pero entre todos los momentos malos hay luz y felicidad y colores. Que a pesar de que la lluvia haya estropeado todo, siempre se encontrará la manera de salir adelante, o muchas veces sólo salir.
Sí. Probablemente eso reflejaba.
Después de hacer un marco difuminado entre la gama de negros y blancos, le di los toques finales y estaba terminado. Miré el reloj, estas habían sido las dos horas más cortas de mi vida. Quizá lo que decían los libros tenía razón. Cuando haces las cosas que te gustan, el tiempo es lo de menos.
Lo firmé en la esquina con cuidado y suspiré. Había practicado mucho mi firma a decir verdad. Jamás pensé que la fuera a utilizar tanto en cuanto la vida cotidiana. Lo dejé secando y aproveché la ida al baño para cambiarle al agua a mis flores. Ya comenzaban a marchitarse algunas. Odiaba tirarlas.
Tomé el jarrón y caminé por el pasillo hacia el baño. Sólo había dos baños. En el primero y en último. Obviamente de hombres y de mujeres. Caminé por el pasillo para dar vuelta los baños y un olor raro me llegó, algo como... Ew. No lo sé. Cuando me fui acercando vi a Luke salir del baño de hombres con una cara de pocos amigos, mojado y... Sucio. Oh. Su cabello estaba despeinado y su ropa sucia. Lo bueno que llevaba un traje completo azul marino y no estropeó su ropa.
"Creo que estas un poco...", señalé todo su cuerpo con mi dedo índice.
"¿Si? No me digas", dijo rodando sus ojos. Al ver su cara no pude evitar reír.
Me le quedé mirando seria intentando ocultar mi risa y no pude. Solté una carcajada tapando mi boca.
"¿Qué estabas intentando hacer?", pregunté.
"Pues, tú qué crees", miré el destapa caños en su mano. No podía parar de reír.
Luke Hemmings se encontraba en medio de la empresa de su madre con un destapa caños en su mano mientras vestía como conserje y estaba lleno de agua sucia de retrete y popó.
"¿Te metiste a nadar?", pregunté y él hizo una mueca enojado. Reí fuerte y frunció el ceño.
"¿Te parece gracioso?", me miró amenazante.
Reí nerviosa y negué.
"No, es sólo que...", no pude dé y comencé a reír más fuerte. "Luke, ¿qué diablos hiciste?".
"Pues una bestia que comió basura, dejó tapado el baño y no tuvo la decencia se echarle al menos agua o no sé. Y ahora yo tengo que pagarlo teniendo su puta mierda en mi cabello", me le quedé viendo y noté su mirada frustrada con los ojos enrojecidos. Aw, pobrecito. Aun cubierto de popó se miraba adorable.
"¿Cómo llegó ahí?", pregunté.
"¿Quieres ir a ver?", me dijo apuntando al baño.
"No, paso", reí.
"Soy un puto asco", dijo viéndose desde arriba.
"Por primera vez estoy de acuerdo contigo", confesé. Él entrecerró sus ojos y sonreír un poco. "¿Quedó muy mal?".
"Terrible", dijo rápidamente.
"Vaya, parece que en la escuela no te enseñaron a destapar un baño", dije burlona.
"¿Disculpa?", empecé a reír. No podía evitarlo, su cara era para morirse y su aspecto más. Su cabello estaba tan mojado por atrás y despeinado, en su mejilla tenía un poco de... Cosa y alrededor de su ropa, y sus zapatos ni se digan. "Al menos yo no entrego el correo".
"Al menos no tengo popó en mi cara", él frunció el ceño y pasó sus dedos por su mejilla embarrándose un poco más.
"¡Ugh!", se limpió rápidamente en su ropa y solté una carcajada.
"Podría morir viendo esto", confesé.
"Muy divertido", rodó sus ojos. "¿Te vas a quedar ahí?", preguntó. "Ven a ayudarme".
Entreabrí mi boca.
"Oh, no, no, no", negué. "Bastante tengo con mi perrito", comencé a caminar al baño de chicas. "Yo sólo cambiare el agua de mi florero".
"¿Qué?", se me quedó mirando. "¿Hablas en serio?".
"Si, hablo en serio Luke", entré al baño de mujeres y él apareció detrás de mí.
"Salsita por favor", pidió.
"Estos zapatos me gustan mucho como para ensuciarlos", tiré el agua sucia y comencé a enjuagar el cilindro.
"En la bodega hay botas, vamos".
"No deberías estar aquí, es el baño de chicas", comencé.
"Limpio putos baños, claro que puedo", reí para mí y negué.
"No limpiaré deshechos de personas ajenas", pasé a un lado de él.
"Haré lo que sea", pidió y negué.
"Tengo cosas que hacer", admití en lo que caminaba a la puerta.
"Te invito a salir".
Me paré en seco.
"Te invito a... Salir", repitió. "Como una, ¿cita?", me di la vuelta y me quedé mirando.
"¿Por qué aceptaría una cita contigo?", pregunté. Él se me quedó mirando y se encogió de hombros.
"Porque...", mordió su labio. "Porque soy sólo el hijo malcriado de la dueña de este lugar, que viste de conserje y tiene un poco de mierda en el cabello porque limpia baños para vivir".
Las comisuras de mis labios se alzaron.