Capítulo 67

338 70 7
                                    


Jorge corrió hacia él cuando le fallaron las piernas. David se agarró al hombre y ambos se miraron. En los ojos de Jorge había desconcierto, pero notó como su corazón se aceleró al ver todo el horror y la desesperación que había en la mirada de David.

—El Zorro ha ido por Paloma y por Eva, y a estas alturas también por Verónica.

Recuperando la compostura y centrándose en reaccionar recogió el teléfono del suelo con rapidez. Jorge aún procesaba la información cuando David volvió a hablar, autoritario y más furioso de lo que lo había estado en toda su vida. Cobra ni tan siquiera le hacía pie al miedo que David despertaría en cualquiera que se atreviese a mirarlo.

—Paloma, te llamo en dos minutos.

Colgó el teléfono y corrió hacia su moto. Jorge lo siguió con intención de seguirlo en el coche. Mientras arrancaba la moto y abría el garaje, ya sin ninguna prudencia porque le daba exactamente igual que lo viesen, llamó a Verónica, sintiendo como su corazón se rompía en cada pitido que pasaba y no le respondía.

Cuando creía que las cosas no podían ir peor, se percató de que la batería de su moto estaba fallando.

—Me cago en mi vida —maldijo entre dientes.—¡LA PUTA BATERIA DE LOS PUTOS COJONES!

Jorge lo vio fuera de si mientras le tendía las llaves de su coche. David las cogió y volvió a marcar. En esa ocasión Verónica respondió con voz dormida.

—¿Sí?

—¡Oh Dios mío! ¡Gracias al cielo! ¡¡Verónica!!

David sintió ganas de llorar y la chica al otro lado se percató de que nada iba bien cuando él la había saludado de ese modo.

—¿Qué ocurre? —preguntó atropelladamente notando como todo su cuerpo temblaba.

El chico no perdió ni un segundo. Metió las llaves en el contacto y habló a toda prisa. Verónica se percató del miedo en su voz incluso antes de que dijese una sola palabra.

—Los hombres de El Zorro han ido por Paloma y han tratado de secuestrarla. Paloma no puede contactar con Eva así que creemos que la han secuestrado. Necesito que le digas a tu padre lo que ha ocurrido y necesito que me digas dónde diablos estás para recogerte y ponerte a salvo.

—¡¿Qué?!

David se mordió los labios tan fuerte que se hizo sangre. ¡JODER! ¡OSTIA! ¡ESTABA HABLANDO DE LOS HOMBRES DE EL ZORRO! En su cabeza todo iba a estallar de la fuerza con la que se hablaba a si mismo. Jamás había sentido tanta adrenalina. Joder. Joder. Joder. ¡Joder! ¡JODER!

David salió del garaje mientras Jorge trataba de arrancar la moto del chico. Sin lugar a dudas se movería muchísimo mas rápido con moto que con coche. David reconoció el rugido de su moto cuando iba por la esquina de la calle de Jorge con su vehículo, pero no se giró, no podía perder ni un solo segundo.

Explicó todo lo que había pasado mientras aceleraba y deslizaba el vehículo con rapidez por la ciudad, sin importarle absolutamente nada salvo llegar a donde Verónica le había dicho que se encontraba. Al otro lado del teléfono, Pedro parecía estar a punto de sufrir un ataque cardíaco. Tenía que poner a Verónica a salvo, y sabía que si eran los hombres de ese ser tan despiadado y peligroso los que iban a ir a por ella no podía hacer nada salvo tratar de sacarla de España cuanto antes. Y para que eso sucediese, sabía que tenía que entregársela a David para que fuese él quien la pusiese a salvo. Pedro había conducido tres ciudades más al norte para buscar algún piso donde nadie sospechase hasta que pudiesen volver a alejarse nuevamente en unas horas cuando volviese a encontrar un lugar seguro. Los padres de la chica estaban hiperventilando mientras Pedro seguía moviéndose por las calles de esa ciudad, nervioso y sin saber qué hacer. El pánico los invadía, y aunque trataban de mantener la calma les era imposible. Violeta lloraba y Víctor lloraba al verla. La mujer no podía parar de pensar en que debía de hacer algo, pero Pedro le había dejado bien claro que si recurrían a la policía los hombres de El Zorro localizarían con más precisión su ubicación porque quizá la lista de policías implicados se le quedaba pequeña en comparación con los que realmente lo estaban.

CIUDAD DE FUEGO© (3)Where stories live. Discover now