Capítulo 35.2

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—¡Ah! —se quejó la chica a quien el golpe había pillado de improvisto.

La chica del flequillo recto profirió un grito ahogado y miro a sus dos amigas como si estuviese viendo un partido de tenis. ¡Por favor, que Eva no volviese a darle otra cachetada de vuelta! Verónica observó a Eva quien, para su sorpresa, se quedó quieta y se cruzó de brazos después de unos segundos con la mano en la cara. Las chicas mantuvieron una especie de lucha en silencio con un gran nivel de tensión.

—Estamos en paz. —siseó Paloma al cabo de unos segundos.

—Por ahora... —se quejó Eva achicando los ojos con una mirada torva.

Verónica respiró hondo y trató de mantenerse ajena a la conversación de las dos chicas para darle la mano a Felix, sellando el trato.

—Se lo que estoy haciendo y dónde nos estoy metiendo. —mintió con tanta seguridad que el joven no dudó de ella.

Haría cualquier cosa por David. Lo que fuese para protegerlo. Lo que estaba haciendo, es lo que tenía que hacer. Verónica se repetía todo eso una y otra vez.

—¿Por qué un jeque ruso? —preguntó Félix—. No dominamos el idioma.

Paloma se le quedó mirando y Verónica le dio la razón internamente.

—¿Se te ocurre otra idea mejor? —le preguntó Paloma, de mala gana.

El chico se llevó una mano a la barbilla y se la acarició. Era una de esas personas que hacían las cosas excesivamente lentas, por lo que tardó unos minutos en dejar de pensar.

—Diremos que es un jeque húngaro. Mis padres son de Budapest, así que conozco el idioma y el país, al menos, una parte. Creo que me resultará más fácil estudiarme los sitios de allí y preguntarle cosas a mis padres de cara a que ellos nos pregunten a nosotros.

—¿Eres húngaro? —se extrañó Verónica.

— Igen, magyar vagyok. —respondió él—. Sí, lo soy.

Verónica abrió la boca de par en par, y a su lado, Eva hizo lo mismo. Paloma tan sólo arqueo una ceja y elevó la cabeza.

— Meg foglak ölni, ha elárulsz engem.

Felix tragó saliva al escucharla hablar. Eva se llevó una mano a la boca. No podía ser posible que Paloma hablase húngaro. Era imposible y les estaba tomando el pelo. Eso debía de ser.

—¿Qué demonios acaba de ocurrir? —preguntó Eva en un susurró a Verónica.

Paloma sonrío con suficiencia, elevando ambas cejas y ladeando los labios.

—Tuve un amante húngaro y me enseñó a amenazar en su idioma. Creo que he dicho alguna palabra mal, pero estoy segura de que Félix ha pillado el mensaje.

El chico había abierto los ojos con algo de turbación.

—Sí... —dijo llevándose una mano detrás de la cabeza, al cuello y rascándose—. Lo he entendido.

Verónica apretó la tela de su pijama y dio un paso al frente.

—Bien, tenemos esta noche y todo el día de mañana para ponernos al día y planificar todo lo que podamos, así que os quiero a todos al cien por cien. —comentó la chica de ojos azules, dando energía positiva a los demás.

—No va a ser fácil que nos crean y que salgamos vivos de eso. —se lamentó Felix.

Eva tan sólo pensaba en que al día siguiente iba a faltar a su examen de matemáticas para el que tanto había estudiado y que ahora desearía de hacer en lugar de tener que entrar en un burdel del que no sabía si iba a salir con vida. Si hubiese sabido todas las mujeres que iba a encontrarse en ese lugar habría ido sin pensar en nada más. Resoplando pero totalmente decidida a ayudar a su mejor amiga, Eva habló:

—Tenemos que planificarlo todo muy bien. Tenemos que saber cómo piensan las personas que están dentro, como actúan las personas a las que vamos a interpretar, cómo son realmente los jeques húngaros. No entraremos hasta que todos estemos seguros al menos en un cincuenta por ciento de que vamos a salir de ese sitio.

Verónica asintió con la cabeza y se dejó caer en la pared de atrás. Entrar en un lugar como ese con una preparación de unas horas. ¿En qué mente cabía que saliese bien? ¡Era imposible! ¡Probablemente las matarían! ¡¿Realmente quería hacer eso?! Todas esas preguntas revotaban en la cabeza de Verónica. Eva tenía razón. Todos la tenían. Aquello no podía salir bien. ¿No sería más fácil convencer a David de que él no entrase? No, por supuesto que no, si algo tenía David, era palabra, y si tenía que morir para cumplirla, eso haría. La chica miró a su amiga de ojos verdes. Eva miraba con seriedad A Felix. Verónica notó la garganta seca y se esforzó en tragar saliva. ¿De verdad iba a meter a Eva en todo aquello? Aunque la joven hubiese accedido, ¿estaba realmente dispuesta a meterla de lleno en el barro? Le faltaba el aire al pensarlo. ¿Cómo iba a poder ella engañar a las personas que estaban en aquel lugar? ¿Cómo iba a ser posible aquello? La angustia la sacudía por dentro, pero llegados a ese punto, ya no había vuelta atrás.

—No tenemos tiempo de conseguir un cincuenta por ciento. Tendremos que agarrarnos a un veinte por ciento de posibilidades y creer en ellas. —dijo la chica de ojos azules antes de que Paloma comenzase a explicarles todo lo que debían de saber de ese lugar.

Holaaa de nuevo personitas preciosas!! ¿Cómo estáis? Espero que todas bien y que os cuideis! :) En España la cosa no va muy bien pero por ahora no hay muchos casos en mi ciudad y mi familia está bien. ¿Cómo lo estáis viviendo vosotras?

Volviendo a la historia, ¿os han gustado los capítulos? ¿Qué creéis que pasará? 

¿Vosotras entraríais en Maison la Noir por David o por alguien a quien quisieseis? :O Contadme que os leo!! Gracias por leerme y un abrazo enoooorme! Os quiero y sois maravillosas!

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