Capítulo 45

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—¿Tan sólo vienes tú a sacar a las mujeres?

La voz del señor Robert lo inundó todo e hizo que Eva se agarrase a una de las chicas cuando sintió que se mareaba. Verónica se quedó muy quieta, tensa, pero manteniendo una apariencia apacible. Si algo había aprendido de David sin lugar a dudas era a mantener el control, y ella era la que más debía de mantenerlo en ese momento porque ella era la responsable de que su vecino y de que su mejor amiga estuviesen en aquella situación.

—Ya nos han llegado rumores de que enseña bien usted a las chicas a comportarse. —dijo Félix, salvando la situación y haciendo que los hombros de Verónica se relajasen aún más—. Y de todas formas, si alguna se atreve a desobedecerme le enseñaré quien manda.

Verónica y Eva ignoraron el hecho de que el señor Robert no había tenido en cuenta su presencia. No se podía esperar otra cosa de un hombre como él. Con seriedad pero con un gesto complacido, les indicó que podían marcharse. Tras dos segundos aproximadamente, las puertas de Maison La Noir se cerraron dejándolos en la calle, y tras eso, mirándose los unos a los otros, los tres chicos comenzaron a correr calle abajo agarrando cada uno a una de las chicas que no entendían lo que ocurría. Verónica se dio cuenta de cómo ninguna chica preguntaba nada a pesar de desear hacerlo. A ese nivel de control sobre el comportamiento de las mujeres llegaba la trata. Cuando vieron como Paloma arrancaba el coche que Félix había alquilado corrieron a montarse en él. Los cristales tintados les sirvieron de escudo mientras se montaban cinco personas en los tres asientos de atrás. Paloma movió el vehículo con brusquedad y comenzó a conducir rápidamente.

—Tranquilas. Estáis a salvo.—dijo entonces Verónica abrazando a una de las chicas para hacer que dejase de temblar.

Eva comenzó a llorar en uno de los asientos traseros. Y su llanto se hizo aún más profundo cuando vio los ojos llorosos de Verónica. Ambas jóvenes sollozaron durante unos minutos en los que todos se mantuvieron en silencio.

—¿A salvo?—la voz de Rose inundó el vehículo con su acento británico cuando Verónica se tranquilizó un poco y sus sollozos disminuyeron.

—Sí. A salvo. —repitió emocionada la joven de ojos azules—. No vamos a haceros daño, ni a obligaros a prostituiros ni a regresar a ese horrible lugar.

Rose comenzó a llorar en ese preciso momento y se cubrió la cara con las manos.

—¿Nos habláis en serio? —dijo Nerea, sentada debajo de Eva, que luchaba por no dejar caer su peso encima de ella pero le temblaban ya las piernas del esfuerzo.

El coche giró en ese momento e hizo que se sentase en ella.

—Lo siento. —dijo tratando de incorporarse y aún sollozando de pura impotencia.

La chica negó con la cabeza y se movió encima de Mónica, dejándole el asiento libre a Eva que lo agradeció en el alma.

—Totalmente en serio. —respondió Verónica, quien estaba muy apretujada contra Rose y la puerta pero que se sentía sumamente feliz y triste a partes iguales.

—¿Dónde vamos ahora? —preguntó Paloma, haciendo que los otros tres chicos se quedasen en blanco.

Nunca habían pensado que harían con las chicas una vez liberadas. Ni tan siquiera sabían que iban a salir vivos de aquello, ¿cómo iban a pensar en qué hacer con ellas más tarde?

—Pueden quedarse conmigo. —se ofreció Félix, a lo que Paloma le respondió con un manotazo.

—Ni en tus sueños. —le espetó feroz.

Félix puso las palmas de las manos hacia arriba en señal de paz y se dejó caer en el asiento.

—Quiero mi parte del dinero ya. La que aún no me habéis dado.

Verónica asintió con la cabeza.

—Te la daré en cuanto lleguemos. —sentenció ella.

—No entiendo lo que está pasando. —balbuceó asustada Nerea.

Eva le colocó ambas manos sobre las suyas y le indicó que todo iba a ir bien. Verónica se le quedó mirando. Su amiga se había involucrado por completo en el plan, y aquello la enorgullecía tanto como la aterraba. No soportaría que a la otra joven le pasase algo.

—Estáis a salvo. —les explicó Verónica—. Os estamos sacando de ese lugar y no vamos a dejar que volváis.

Su voz sonó dulce y las tres jóvenes asustadas del coche la observaron. Rose parecía querer hablar, pero se mordió los labios por primera vez esperanzada desde hacía años.

Eva se miró las manos antes de hablar, nerviosa y muy pero que muy furiosa e impotente por todo lo que acababa de ver en ese lugar.

—Tenemos que llevarlas a la comisaría. Allí hablarán de ese horrible lugar y...

—No. —la interrumpió Verónica—. Muchos policías también son cómplices de lo que ocurre en aquel lugar. El dinero los tiene callados así que nada de policía.

Eva se llevó una mano a la boca. ¿De verdad? La mirada de gravedad de su amiga le hizo ver toda la verdad que había en sus palabras. Rose cogió aire con gesto de sufrimiento. La joven pelirroja no sabía como reaccionar ante todo lo que estaba pasando. ¿La estaban tratando de liberar?

—Esto no...no va...no va a salir...

Le costaba tanto trabajo hablar que Verónica la abrazó y le dio un beso en la mejilla. Se odió a si misma por haber sentido desconfianza de esa chica incluso sin conocerla. Rose le devolvió el abrazo pero siguió negando con la cabeza. Seguía queriendo decir algo, pero estaba aterrada. Aunque no se le pasaba por alto ese sentimiento que le resultaba tan extraño en el pecho. ¿Qué era? ¿Esperanza?

Verónica elevó una ceja en ese momento al tiempo que seguía pensando en las palabras de Eva. No podían ir a comisaría, no obstante... No todos los policías eran iguales, y ella conocía a uno que había hecho mucho ya por David y por personas como él. Se le secó la garganta al plantearse involucrar a Jorge en todo eso, pero en cierto modo, él había apoyado su idea de entrar.

—Ya sé donde vamos. —le dijo a Paloma, mientras pedía a los cielos que aquello no fuese una mala idea y que nada malo le ocurriese a Jorge por culpa de llevar a las chicas a su casa.

El ambiente de tensión que había en el coche se incrementó en ese momento. O quizás fuese ella, quien se sintió más nerviosa que nunca por involucrar a otra persona, pero al fin y al cabo, si alguien podía ayudarlas o avisar a David, era él.

Hola personitas preciosas! Espero que estéis bien. Me he resistido un poco a acabar esta historia por todo el cariño que le tengo a los personajes, pero ya estoy aquí de nuevo para hacer actualizaciones mucho más seguidas hasta acabar la historia. Os voy a subir un capítulo más. Un abrazo grande y gracias por leerme <3

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