Capítulo 22.1

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David avanzó por la nave bajando unas escaleras que se quejaron por su peso. El crujido que desprendían hizo que varios jóvenes se fijasen en él. Erick lo observó dejando de darle golpes a un saco de boxeo que habían colgado en una de las vigas del techo. Ambos intercambiaron una mirada y David apretó los labios mientras acababa de bajar el último peldaño. Se había mantenido al margen de los dos grupos de chicos que esperaban sus órdenes, y no había hecho el más mínimo esfuerzo por integrarse con ellos. Erick lo vio mirarlo y darle la espalda. A una parte de él le dio algo de pena que David estuviese tan sólo, o Cobra, como él lo conocía. No obstante, Cobra se lo había dejado claro demasiadas veces. No eran amigos. Él era su jefe y sabía mantener las distancias con todos sus subordinados. Indiferentemente de que en ocasiones los hubiese castigado por hacer fallar un plan, otras muchas había dado la cara por ellos delante de Maek. Y eso Erick no podía olvidarlo.

Dio otro puñetazo al saco, pensando en la llamada que recibió de Felix, diciéndole que una tal Verónica aseguraba ser la novia de Cobra. No podía negar que él también había oído rumores sobre que Cobra estaba con una chica joven, pero todos habían pensado en un primer momento que tan sólo quería captarla o tirársela. Erick sintió su puño impactar con el material del saco. No le había gustado que uno de sus propios subordinados, Felix, fuese por ahí diciendo que había conocido a la novia de Cobra. Si esa chica le importaba a su jefe, a ese chico frío y duro, difícil de roer y temido por muchos, no le gustaba lo mas mínimo que el imbécil de Felix fuese por ahí diciendo que vivía al lado de ella. Eso podía poner en peligro a la chica y tan sólo lograría enfadar a Cobra. Erick tenía una imagen demasiado intimidatoria de Cobra como para que se le pasase por la cabeza pensar que el tocar a Verónica podía herir a Cobra. Era imposible hacerle daño a través de una mujer. Aunque aún recordaba su cara cuando se enteró de que los hombres de Maek habían hecho daño a Cat.

Él también estaba en la puerta del cuartucho donde la chica dormía, y había escuchado sus gritos durante la noche anterior. Y jamás se había odiado tanto a sí mismo por no poder hacer nada sin salir muerto. Sabía que él no era el único que se sentía así, pero en aquel lugar, hablar de los sentimientos era algo de débiles y algo que estaba prohibido si querías llegar a ser alguien. Quizás alguien como Cobra. Erick no sabía como el chico se había llegado a ganar todos los valores que se le atribuían, pero sí que sabía que detrás de ellos, había una buena persona a la que le habían pasado demasiadas cosas malas. Se rumoreaba muchas cosas sobre Cobra. Demasiadas para que todas ellas fuesen ciertas, pero sin lugar a dudas, alguna tenía que serlo. Como la de que Maek había matado a sus padres. Todo lo demás eran rumores que no acababa de creerse.

Erick pegó una patada al saco, y siguió mirando la imponente espalda de David mientras se alejaba hacia un sillón viejo y se sentaba. Varias prostitutas no tardaron en acercársele, y vio como él las rechazaba a todas, malhumorado. También había oído rumores de que no se tiraba a Cat. Que tan sólo pasaba la noche con ella para que la chica no tuviese que trabajar. Que se sentía culpable de que ella estuviese allí. Las águilas hablaban demasiado, y ahora, su misión era la de vigilar a David y contar cada uno de sus movimientos. Con Cat fuera de allí, ahora él era su águila.

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