Capítulo 9.1

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A David se le hacía extraño ir a ajustar cuentas andando y no en su moto, pero por lo que había averiguado, el lugar al que iba le pillaba de paso para volver a esa zona donde tantas noches había pasado con Cat y con Jota. Volver a ese lugar se le iba a hacer extraño sin ellos, pero era necesario que lo hiciese si quería saber de primera mano que era lo que planeaban los hombres de Maek. Habría sido muy fácil robar cualquier otro vehículo, pero en ese momento, no le apetecía hacerlo. Es más, le apetecía caminar aunque aún le doliesen las piernas. El aire fresco lograba hacer que se evadiese y amortiguar un poco esa sensación de embotamiento que sentía en la cabeza. Aún estaba tomando medicación, pero había disminuido las dosis para estar lo más consciente posible.

Sonrió, con esa clase de sonrisa con la que conseguía todo lo que quería y que hizo que más de una mujer se volviese a mirarlo. Ni tan siquiera la sonrisa del diablo sería tan atrayente como lo era la suya. Como si la comisura de sus labios le abriese cualquier puerta.

David se encontró tanteándose a si mismo. Era como si una parte de él estuviese tan en calma que no le apetecía robar ni tomar nada que no fuese suyo. No cuando sabía lo que iba a hacer y donde iba a volver a meterse. Apretó los puños. Pensaba en hacer una parada antes de volver a aquel lugar. Una parada que una parte de él dudaba si hacer porque no sabía cómo se lo iba a tomar Verónica cuando se enterase. Y sabía que iba a enterarse.

David llamó al timbre del telefonillo de un portal y esperó paciente a que la otra persona respondiese al otro lado. No le importaba en absoluto estar aún recuperándose de sus lesiones. Él era demasiado fuerte y a veces demasiado cabezota para que nada de eso le impidiese hacer lo que estaba dispuesto a hacer. No tenía intención de matarlo, pero no podía negar que tenía una cuenta pendiente, y que eso era algo que tarde o temprano, debían de resolver.

—¿Quién es? —preguntó la voz masculina al otro lado del telefonillo.

David bufó, con tanta seguridad que rozaba lo engreído.

—¿Quién crees que soy? Deberías de dar gracias de que no he entrado al piso y echado la puerta de tu casa abajo.

La persona al otro lado del telefonillo tembló. Sabía quién era. Recordaba su voz, y en sus peores pesadillas había vuelto a verlo noche tras noche, colándose en sus sueños como era capaz de colarse en el de muchas otras personas.

—¿Qué es lo que quieres?

David se percató de que le temblaba la voz y disfrutó de aquella sensación de poder. Estaba tan acostumbrado a ella que incluso la añoraba.

—O bajas o subo. Tú decides. —sentenció con dureza.

Su voz no daba posibilidad a otra opción. El chico de ojos grises esperó paciente. La persona al otro lado del telefonillo estaba tratando de encontrar su propia voz.

—Bajo. —dijo al fin, sintiendo que bajo ningún concepto quería a David en su piso.

David esperó paciente, y sintió su arma fría en la zona baja del estómago, en esa curva en forma de uve que sabía que a Verónica le gustaba. A sus ojos azules. A esa chica que adoraba y que un estúpido se había atrevido a hacer llorar creyendo que era su culpa que él la besase. Maldito imbécil. Sólo de pensar el mal trago que ambos pasaron esa noche le puso la carne de gallina y fue más que suficiente para que la rabia lo consumiese.

Cuando Rubén abrió la puerta, el primer puñetazo lo sorprendió. No se esperaba que David le atacase tan rápido, pero el simple hecho de imaginárselo besando los labios de su compañera de vida le mataba por dentro. Verónica no era de su propiedad, era alguien libre, pero Rubén había coartado su libertad al besarla a pesar de que ella se resistiese, y eso, era algo peor que un delito para David.

Ruben cayó al suelo sin poder evitarlo debido a la fuerza del impacto y a la rapidez de su agresor. David reprimió las ganas de lanzarse al suelo y seguir pegándole. La sorpresa por ver a aquel joven fue mayor que sus ganas de pegarle. El chico de ojos grises se quedó mirando a Ruben sin poder evitarlo. Había cambiado. No sólo físicamente, estando ahora más fuerte y más delgado, sino también sus ojos. Su mirada ya no era de miedo, era de frustración por no haber sido capaz de esquivar el puñetazo. No tardó más de dos segundos en recuperarse del golpe y en mirar con furia a David.

El chico de fuego era capaz de distinguir eso en la mirada de las personas. Se le daba bien leer ojos y rostros. Sin saber por qué, en ese momento se le vino a la cabeza la imagen del hombre que lo miró con odio en la reunión con Relf. Maldición. Estaba deseando saber quién demonios era ese hombre. ¿Y si era el Zorro? ¿Y si lo había tenido delante y no había sido capaz de saberlo?

La reacción del otro joven le hizo volver a centrarse en su realidad inmediata. Rubén se quedó muy quieto y apretó los puños, reprimiendo el lanzarse al cuello de David cuando vio que tenía algún que otro moratón en su rostro. Alguien se había adelantado y le había dado la paliza que Ruben deseaba y aún estaba dispuesto a darle.

—¿Quién te crees que eres para besar a mi novia?

A Rubén le habría encantado poder decirle que él era mejor que David, que fue Verónica quien se lanzó a sus brazos, pero nada de eso sería cierto y tan sólo haría que la chica de sus sueños lo odiase cuando aún tenía una posibilidad de ser su amigo.

—Su amigo, y sé que puedo darle una seguridad mucho mayor que la que tú le darás.

David negó con la cabeza.

—Ese tipo de juegos psicológicos puede que te valgan con ella, pero déjame decirte algo, imbécil, no eres mejor que yo, y nunca vas a protegerla de la forma en la que yo puedo hacerlo. Así que, más te vale que no vuelva a verte nunca más con ella, o te juro que te convertirás en hombre muerto.

Más que protegerla David iba a seguir enseñándole a defenderse. Ruben lo miró con odio. Aquella amenaza le dolió tanto a Ruben, que al ver el rostro jactancioso de David cometió el error de querer pegarle un puñetazo por la ira que sus palabras provocaron en él. No volver a ver a Verónica. Esas eran palabras mayores para él, y dolían. Joder. Cómo dolían.

En este capítulo David vuelve a ser un poco Cobra, pero aún así se contiene gracias a todo lo que ha vivido y cambiado con Verónica. ¿Os gusta este tipo de capítulos? Os subo uno más y gracias por leer!

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