Capítulo 46

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Una voz ilusionada y nerviosa cogió el teléfono.

—¿Sí? —preguntó la chica expectante.

David sonrió.

—Hola gatita —dijo enormemente feliz porque Cat estuviese viva y a salvo.

Al otro lado de la línea Cat pegó un grito de alegría. En menos de quince segundos, Jota, Marco y Alex corrieron hacia ella desde el otro extremo de aquel pequeño piso, preocupados porque algo le hubiese pasado a Cat.

—¡Cobra! —respondió ella con los ojos llenos de lágrimas.

Jota y Marco se relajaron al verla. Alex paró en seco en mitad del pasillo y se acercó lentamente hacia donde estaban los otros tres. Aún le costaba asimilar que Baref había querido matarlo y que Paulo le había pedido a Cobra que lo sacase de ahí. Le debía su vida a Cobra. Alex no se quitaba aquello de la cabeza y seguía sin poder creerse que estaban a salvo, que ya Baref no iba a poder volver a hacerle daño. A su lado, Marco se quedó mirando como Cat tenía las mejillas húmedas y una parte de él quiso volver a abrazarla. La chica sujetaba el teléfono con necesidad y sintiendo como su corazón vibraba de felicidad. ¡David aún estaba vivo!

—¿Estás bien? —le preguntó sin poder quitar esa sonrisa de su boca.

Jota se irguió, interesado por la respuesta a esa pregunta y estudiando las facciones de Cat. Él también quería que David estuviese bien. Él había sido al fin y al cabo el responsable de su libertad.

—Lo estoy preciosa. ¿Y tú? ¿Te tratan bien?

Cat contuvo las lágrimas.

—Sí, mejor que nunca.

David también se emocionó al escucharla al otro lado del teléfono. Había compartido demasiado con Cat como para no preocuparse por ella.

—Así es como te mereces que te traten, y si alguno te trata mal, te prometo que si salgo de esto se las verán conmigo.

Cat soltó un sollozo al escuchar si salgo de esto.

—¿Has notado algo extraño? ¿Alguien os ha estado siguiendo? ¿Algo? —prosiguió David.

Cat miró a Jota y negó con la cabeza.

—Jota ha dado varias vueltas de reconocimiento en esta zona y nadie parece reparar en nosotros. A penas salimos y tanto Marco como Alex también están atentos a cualquier movimiento raro de cualquier persona o a si se cruzan demasiado con alguien.

David asimiló aquello.

—No deberían de poder saber dónde están. El teléfono desde el que te llamo es uno de usar y tirar y nadie salvo Jorge tenía el número del teléfono al que os estoy llamando. Ni tan siquiera yo lo tengo en otro sitio que no sea mi mente. Lo memoricé antes de dároslo. Nadie debería de poder localizar esta llamada.

Cat asintió y se sentó en su cama. Aún le resultabaextraño tener una cama para ella sola y que los otros tres chicos durmiesen enel sofá o en el suelo, pero aún más raro le parecía sentase sin sentir dolor ensus partes por las continuas violaciones que había sufrido. Había asimiladotanto ese dolor que ni tan siquiera reparaba en él y sin embargo se habíasentido extraña al deshacerse de él. En el fondo había estado sumida en unadepresión profunda tras asimilar la gran cantidad de personas que la habían usado.

Se había despertado más de una noche gritando y viendo a Maek en sueños. Y a sus hombres. Sobre todo a Sean. Esas eran las noches en las que más gritaba y en la que Jota iba corriendo a abrazarla. La mayor parte de su ser no se creía que fuese libre. Aún pensaba que iban a volver a violarla o a llevarla de vuelta a aquel barrio en cuanto menos se lo imaginase. Temblaba al recordar aquello.

CIUDAD DE FUEGO© (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora