Capitulo XXVIII: La nueva Orden

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¿Cómo decirle algo tan personal a Karan? ¿Qué no lo malinterpretara pensando que ella desconfiaba del vampiro? La relación entre Ryu y él no era buena, quizás nunca lo sería y la alianza entre cazadores y vampiros era imprescindible para conseguir una nueva sociedad donde todos vivieran en paz. Su decisión de no vivir con Ryu obedecía a algo personal, nada tenía que ver con la guerra entre humanos y vampiros.

—Ryu sigue siendo Ryu —Ella hizo una pausa, evitando mirarle y sonriendo para aliviar la tensión dijo— ¡Y yo no puedo vivir con Ryu!

A Karan le brillaron los ojos, se sentó al lado de ella en la cama.

—Eso quiere decir que tú y él...

Amaya se mordió el labio y se maldijo por ser tan estúpida al ver la expresión esperanzada de su amigo.

—Seguiremos siendo lo que somos. Yo lo amo, Karan, pero que lo ame no quiere decir que pueda vivir con él. Continuaremos nuestra relación, pero sin vivir juntos.

De inmediato el rostro atractivo del cazador se ensombreció. Se levantó y le dijo antes de salir:

—Esta siempre será tu casa.

Los calabozos de la institución nunca antes habían estado tan ocupados

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Los calabozos de la institución nunca antes habían estado tan ocupados. Además de Vlad, los cazadores lograron capturar otros líderes vampiros que permanecían prisioneros en la institución a falta de un mejor lugar para ello. Los antiguos miembros del concejo que fueron revocados también estaban en las celdas subterráneas.

Amaya, completamente restablecida, descendió por el ascensor hasta el área donde estaban las celdas. Dejó su espada afuera antes de entrar y ser requisada por uno de los cazadores encargados de la seguridad del sitio.

Avanzó frente a las puertas transparentes de polímeros blindados. En las primeras celdas estaban los vampiros. Se detuvo frente a la puerta de Vlad y lo observó por un breve momento. El príncipe, tumbado boca arriba en la sencilla cama, parecía dormido. Ella siguió porque no era a él a quién deseaba ver.

Las últimas celdas eran las de los antiguos miembros del concejo.

Amaya pidió que le abrieran la del coronel Vladimir.

El hombre de cabello rubio salpicado de muchas canas se parecía a Karan, pero cuando fijó sus fríos ojos grises en ella el parecido disminuyó. Su amigo jamás tendría esa expresión helada como un pozo congelado en sus ojos.

El hombre no estaba sorprendido de verla.

—Vienes por respuestas, ¿supongo?

Amaya lo miró sin expresión.

—Mi familia...

El hombre sonrió al mirarla, pero la sonrisa no alcanzó sus ojos que la veían con odio.

—La asesinaron los vampiros, los mismos que proteges.

—¡No es cierto! Fue usted quien dio la orden ¿no es verdad? —Amaya hizo un esfuerzo para que las lágrimas no abandonaran sus ojos— Usted acabó con mi padre que era un vampiro, con mi madre cuyo único pecado fue enamorarse, y con mi abuelo, su compañero de armas, que también era un cazador.

La noche oscuraWhere stories live. Discover now