CAPITULO XIX: Consecuencias

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Amaya, sentada en uno de los bancos de piedra del jardín interior tenía los audífonos de su Ipod puestos. No dejaba de pensar en los últimos sucesos de su vida y en como la habían trastornado.

Inconscientemente, se llevó los dedos al cuello y sintió los dos finos puntos, casi imperceptibles, donde Ryu la mordiera. A toda costa tendría que evitar que notaran la marca, si alguien la veía estaba perdida.

Se hallaba tan concentrada en sus pensamientos que no advirtió a Tiago sentarse a su lado.

—Te estaba buscando. Escuché lo que pasó —Tiago pareció dudar antes de continuar—, dicen que el príncipe nuevamente te perdonó la vida.

Amaya fijó en él una mirada de terror. En un susurro le dijo:

—Sucedió más que eso.

—¿Qué pasó?

Lentamente bajó el cuello alto de su sweater negro revelándole las dos finas marcas blanquecinas en su piel. Tiago se tapó la boca para no gritar.

—¡Si se enteran te exiliarán!

—Lo sé —dijo ella cubriendo rápidamente su cuello—. Creo que es lo que ese vampiro desea, si no ¿por qué lo haría? ¿Por qué no convertirme de una vez, o asesinarme y terminarlo todo? ¡No lo entiendo! —dijo mientras las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

—Te ayudaré a escapar. ¿Sabes?, yo también tengo tiempo pensando en hacerlo. Conocí a una muchacha.

—¿Conociste a alguien? —dijo ella, sorprendida, limpiándose las lágrimas con el dorso de su mano.

—Sí. La conocí en la ciudad —dijo Tiago mirando el cielo claro sobre sus cabezas—. Cada vez que busco provisiones voy a la misma tienda donde ella trabaja. ¡Es tan dulce! Tienes que conocerla, Amaya.

La cazadora sonrió con tristeza mientras escuchaba a su amigo hablar.

—Es una locura, sabes que jamás tendremos acceso a esa vida. Nuestra existencia es acabar vampiros, nadie más que nosotros puede hacerlo.

Después de un breve silencio en el que ambos miraban las nubes de blanca seda cambiar su forma y dirección en el cielo, Tiago agregó en voz baja:

—Lo sé, pero a veces sueño que puedo. Quisiera tener una vida normal, quisiera poder vivir, ir a fiestas, conocer a gente normal de mi edad. Nunca me ha gustado pelear, lo sabes. Siento que esta vida no es para mí. Si tan solo hubiese podido elegir...

Amaya lo miró a los ojos sintiéndose triste por su amigo y por ella misma. Aquellas palabras, "poder vivir" ¿cómo podría vivir ella ahora?, ¿huyendo, amando a un vampiro? y si pudiera elegir, ¿qué vida elegiría?

—Escaparemos entonces —dijo ella sonriendo entre lágrimas— y conoceré a tu enamorada, ¿quién sabe? A lo mejor me haces tía.

Los dos amigos dejaron que una sonrisa triste vagara por sus labios mientras continuaban soñando que otra vida era posible.

Del otro lado del jardín, Adriana escuchó toda la conversación aprovechando su telepatía.

— Así que Amaya fue mordida por su amado príncipe —dijo en voz baja— ¿Qué dirán todos cuando lo sepan?

 — Así que Amaya fue mordida por su amado príncipe —dijo en voz baja— ¿Qué dirán todos cuando lo sepan?

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La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora