Capítulo XXV: Príncipes del mundo (I/IV)

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"Invoca tus armas para que los demonios 

desaparezcan en la espesa tiniebla, 

caballero de Ardere"

Las saetas del tiempo: Horas.


A través de los satélites la división informática de La Orden, en efecto, comprobó mayor actividad en los dominios de Vlad Draculea en el castillo Poenari, en Rumania. Tal como Ryu suponía, sus dos enemigos debían estar atrincherados en la fortaleza medieval.

El castillo de piedra, que había sido reforzado con concreto en los últimos tiempos, se alzaba sobre un acantilado en el sur de los montes Cárpatos. A este castillo se accedía por una larga escalinata de mil quinientos escalones construida en medio del bosque de pinos y abedules. Las escaleras eran custodiadas por los vampiros élite del príncipe Drácula lo que hacía imposible llegar al castillo sin ser detectados.

La ruta más fácil de acceso al Poenari era la hermosa y curveada carretera Transfagarasan, que recorría de norte a sur la sección más alta del sur de los Cárpatos donde se erigía el castillo, pero en esa época del año se encontraba cubierta en gran parte de su trayecto por nieve, haciéndola intransitable.

Ryu planteó simplemente bombardear desde el cielo la fortaleza, pero Karan le recordó que Vlad y Zahyr mantenían en su poder rehenes, si lo hacían no solo dañarían a los vampiros. Por lo tanto, la situación los obligaba a un enfrentamiento frontal con sus enemigos.

Acceder al castillo era el problema. No pudiendo llegar por tierra, quedaba la opción aérea. Poenari estaba rodeado por un espeso bosque y teniendo que acceder a él de noche, existía el riesgo, muy real, de que el transporte utilizado se estrellara, aun así, está constituía la alternativa más viable.

La decimoquinta noche después del asedio a la ONU, dos helicópteros tipo Hércules propiedad de Ryu se acercaron al extremo de la carretera más cercano al castillo y desde allí uno a uno fueron descendiendo, mientras el helicóptero se mantenía en el aire, los vampiros que estos transportaban.

Ryu seleccionó un aproximado de cien vampiros escogidos de entre los mejores guerreros que poseía su propio clan y el de Miguel Blanco. Una vez en tierra cruzaron el bosque a pie hasta la fortaleza en la cima de la montaña, al borde del acantilado.

El príncipe abría la marcha. Mantenía contacto con la división de informática de La Orden quienes realizaban la tarea de apoyo a través de los satélites, lo cual resultaba una tarea complicada pues la densidad boscosa impedía una adecuada comunicación.

Ryu vestía ropa negra confeccionada en poliamidas, resistente a cortes y balas y portaba en la espalda su espada, una larga y delgada cimitarra. Amaya estaba a su lado, uniformada con el traje negro de la organización a la que una vez perteneció. Llevaba en el cuello, pendiendo de una delgada cadena, el par de dijes: una flor de cristal azul violeta y la esfigie de un dragón, lo acarició una vez antes de guardarlo por dentro del traje negro. Ella al igual que los demás iba ataviada con un grueso abrigo para hacer frente a la baja temperatura del lugar.

Primero llegarían ellos iniciando el enfrentamiento, Karan con los cazadores los reforzarían después buscando de rodear y acorralar a los vampiros enemigos.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora