Capítulo XVII: Heridas del pasado

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El señor Marc conducía el auto rústico de Arnold quien, aunque despertó, tuvieron que sedar con uno de los medicamentos del botiquín del señor Marc, pues no dejaba de gritar toda clase de disparates sobre los vampiros.

Atrás iba el muchacho dormido, Hatsú y la señora Lilian con Lili en sus piernas. En el asiento del copiloto Max cargaba a Estela en sus piernas. La muchacha lloraba en silencio. Max y ella pasaron por su casa antes de llegar a la de los Belrose y no encontraron a nadie dentro.

Después de que Hatsú rescató a los Belrose tomaron lo necesario y se dispusieron a partir. El pueblo estaba a merced de los vampiros y la chica sabía que ella no era suficiente para hacerles frente a todo un clan o quizás varios, así que decidió llevarlos al único lugar que creía seguro.

Atravesaron la intersestatal sin cruzar por ninguna ciudad o pueblo, de esa forma evitaron cruzarse con problemas en el camino.

Max revisaba su teléfono celular. Todas las noticias y las redes sociales reportaban lo mismo: El atentado en la ONU que desató una ola de ataques en todas las ciudades del mundo. Muchas de esas ciudades ya se encontraban en poder de los vampiros, entre ellas Washington y Nueva York que fueron de las primeras en caer, donde los atentados se registraron a gran escala y mucho peor que en el resto del mundo, pues literalmente, las dos ciudades continuaban ardiendo después de varias horas de haberse registrado la masacre de la ONU.

Casi todos los países eran víctimas del caos, con el ejército en las calles intentando dominar a los vampiros. Sin duda esa noche sería recordada durante siglos como la noche más oscura de la humanidad.

Hatsú contactó con Karan por medio del teléfono que él le dejó y se sintió aliviada al saber que se encontraba bien, aunque saturado de trabajo, enfrentándose todavía a los disturbios en Nueva York, así que no podía ayudarle. Fue él quien le sugirió ir a donde se dirigían ahora y asegurarle que podía confiar en la seguridad del sitio. Ese era el último lugar al que hubiese ido, pero no se trataba solo de ella y sabía que la casa en la costa era el mejor escondite por estar aislado y contar con un sistema de seguridad sofisticado.

Suspiró perdida en sus pensamientos, solo regresó a la realidad cuando sintió el dedo de Lili clavándose en su costado para que respondiera lo que su padre le preguntaba.

—¿Eh? ¿Cómo dice señor Marc?

El señor Marc carraspeó, con la vista fija en la autopista volvió a preguntar.

—Entonces...entonces, Tris, ¿eres un vampiro?

—No. «Soy algo mucho peor.»

—¡Lo sabía! —exclamó Max en el asiento del copiloto— ¿Cómo va a ser un vampiro si puede caminar en el día?

—Bueno, Edward Cullen puede caminar durante el día —intervino Lili con voz de sapiencia —, claro que brilla, pero...

—¡¿Edward Cullen?! ¿Estás loca, niña? —dijo Max girando para ver con incredulidad a su hermana luego agregó con ojos brillantes— Ella es más como Selene.

—¡Silencio, por favor! —pidió el señor Marc haciéndose oír por encima de las voces de los chicos, luego dirigiéndose a Hatsú, agregó— No lo tomes a mal pequeña, pero ¿qué eres entonces?

La muchacha agarró sus manos y comenzó a retorcérselas, en voz baja contestó:

—Mi...nombre, mi nombre es Hatsú. Yo... soy un híbrido entre vampiro y humano, modificado genéticamente. Mi padre fue un vampiro y mi madre una humana.

—¡Ah! ¡Entonces eres como Blade! —La señora Lilian, molesta, le dio un pellizco a la niña haciéndola callar después de su nueva intervención.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora