Capítulo XXIV: Príncipes del mundo (III/IV)

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El castillo volvió a temblar y la reja finalmente cayó junto con una porción de la gruesa pared. En medio del polvo y la humareda los cazadores saltaron sobre los escombros, adentrándose al patio de armas dónde Vlad los esperaba con sus vampiros.

Drácula frunció las gruesas cejas y contempló el arrojo de los cazadores. Sus vampiros los enfrentaban y a pesar de que eran hábiles, los cazadores lo eran más, dejando muy en evidencia que habían dedicado toda su vida a entrenar para un momento como ese, dónde tuvieran la oportunidad de demostrar su habilidad matando vampiros.

Vlad arrugó más el ceño cuando se fijó en una pequeña y delgada cazadora. La chica apenas si tenía curvas en su cuerpo de apariencia todavía infantil, parecía estar en esa etapa de transición de niña a mujer. Pero lo que llamó la atención del príncipe no fue su apariencia si no lo que hacía. Ella no solo mataba a sus vampiros, también bebía de ellos, se alimentaba con su sangre directamente de sus cuellos.

El príncipe valaco reflexionó mientras la observaba moverse como una grotesca bailarina asesina. Vio como arrancaba de un mordisco la piel del cuello de los que lograba pescar y luego bebía de la arteria expuesta. Era bastante contradictorio contemplar a alguien con esa apariencia inocente matar de forma tan cruda, ella parecía una extravagante caricatura.

Había una palabra para nombrarla: supravampiro.

Vlad tomó su sable y avanzó hacia ella.

Karan luchaba con tres vampiros al mismo tiempo

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Karan luchaba con tres vampiros al mismo tiempo. Había perdido a varios de sus cazadores, cuando un ataque al helicóptero en el que viajaban hacía los Cárpatos los tomó por sorpresa. El helicóptero cayó y, aunque afortunadamente la mayoría saltó en el aire antes de que se estrellara, algunos de sus muchachos no lo lograron.

El ataque ocurrió nada más llegar a Curtea de Arges. Un misil disparado desde algún punto en el bosque hizo que su grupo cayera mucho antes de llegar al sitio de inserción. Tuvieron que avanzar por tierra, adentrándose en el bosque, lo cual los retrasó y además disminuyó su número. Sin embargo, el rubio cazador, a pesar de que lamentaba la perdida de sus compañeros, estaba seguro que sus chicos eran superiores a los vampiros.

Con su pesada espada arremetía, luchaba contra varios al mismo tiempo. Usaba su velocidad para herirlos y luego dejaba que sus subordinados de segundo grado se encargaran de matarlos cortándoles el cuello. Amaya, a varios metros de él también se movía, a pesar de sus heridas, con agilidad.

Karan volteó y miró a Hatsú unos metros a su izquierda. Ella era asombrosa, los vampiros no significaban nada en sus manos. No era muy diestra con la espada, pero no le hacía falta, en el combate cuerpo a cuerpo, los vencía en un dos por tres, nadie podía comparársele. Se sintió orgulloso, la entrenó durante meses y verla al fin en acción fue gratificante, parecía que todo su temor era infundado, tal vez la subestimó. La tímida y miedosa muchacha de antes, ahora encaraba la batalla con decisión. Aun así, no la perdía de vista.

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