Capitulo XXXV: Nueva cazadora

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Hatsú esperó a que la casa quedara en silencio para ir a investigar las desapariciones. Aguardó en su habitación hasta escuchar que los ruidos en los otros dormitorios cesaron. El último en dormirse fue el señor Marc.

Se deslizó de la cama evitando hacer ruido que despertara a Lili, quien dormía en otra cama a su lado. Ese día no comió su alimento sintético, llevaba varios días que no lo hacía. Después de reflexionar llegó a la conclusión de que, tal vez, esa noche en el mirador lo que la hizo no estar en pleno uso de sus facultades mentales fue el comer los "Spongy". Probaría esta vez con no ingerirlos y ver si así lograba mayor claridad de pensamiento. Claro, no estaba segura de nada, si se presentaba un momento crítico y perdía el control de su mente, estaba segura que lo lamentaría, pero tenía que intentarlo.

Bajó las escaleras con pies ligeros, los Belrose no cerraban la puerta que daba al jardín. Con cuidado de no hacer ruido giró el picaporte y salió al exterior. Miró a su alrededor y asintió, sería más que sencillo saltar la paredilla hasta el callejón colindante que separaba la casa de la vecina.

En la noche sus pisadas eran imperceptibles. Hatsú se sentía electrificada, llena de energía. Sentía su cuerpo elástico y al mismo tiempo fuerte, tenía la impresión que su visión era más aguda al igual que su oído y olfato, era como si la adrenalina liberada por la expectativa de la aventura, hubiese potenciado sus sentidos y capacidad física.

Llevaba puesto vaqueros oscuros, cazadora de piel negra forrada por dentro y el cabello recogido en un moño alto. No tenía armas y rogaba a Dios que no las necesitara, que su fuerza y sus habilidades fueran suficientes.

Saltó la paredilla y aterrizó ligera como una gacela en el callejón, en medio de las dos casas. Caminó amparada en las sombras. Sentía su corazón latir con fuerza, arrojando la adrenalina por sus venas. Apretó los dientes y saltó otra vez hasta el techo de la casa en frente, no quería avanzar por el medio de la calle arriesgándose a ser vista.

Antes, por la tarde, revisó en el periódico del señor Marc la noticia de las desapariciones y se enteró que los tres jóvenes fueron vistos por última vez en las inmediaciones del mirador, justo en ellugar que ella perdió el control esa vez. Así, decidió que comenzaría a investigar en el bosque cercano, donde encontró a Kate. Se limpió el rostro, húmedo por la llovizna helada que comenzó a caer, y exhaló con fuerza antes de saltar al otro techo.

Deseó en lo más profundo de su ser que Dios existiera y que estuviera de su parte, ayudándola en su loca decisión de convertirse en algo más que un monstruo.

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Hatsú sentía que había tenido razón, fue una decisión acertada no comer los "Spongy". Estaba alerta, sus sentidos al máximo, sobre todo su olfato. Avanzó saltando de techo en techo hasta llegar a la carretera asfaltada que conducía al mirador en los linderos del bosque. A esa hora de la noche el pueblo estaba en silencio, ni siquiera había tráfico, sin embargo, prefirió meterse al bosque de coníferas en lugar de ir por el camino asfaltado. No tenía idea de qué encontraría más adelante, pero podía oler que estaba próximo.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora