Capitulo XXVII: La rebelión de los cazadores

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La situación que se vivía era inédita. Guerras y luchas entre bandos políticamente opuestos siempre habían existido, pero jamás entre especies. Todos los gobiernos del mundo nunca antes colaboraron, sin importar las diferencias políticas, para encarar juntos un objetivo común y en ese momento, por primera vez en la historia, lo hacían.

Las naciones, sin importar su credo, su orientación política, su condición socio geográfica o económica permanecían unidas para confrontar al más formidable enemigo que nunca antes tuvo el mundo: los vampiros.

Y En esa unión una más sorprendente ocurría, la de cazadores con algunos de los seres que debían enfrentar.

Ahora Ryu otorgaría su máximo voto de confianza a la organización a la que pertenecían los cazadores. Les entregaría a Vlad para que fueron ellos los encargados de custodiarle por toda la eternidad.

Por supuesto que el príncipe de ojos violeta hubiera preferido ser el encargado del prisionero, pero era obvio que si lo hacía el recelo surgiría tanto en los cazadores como en el resto de los humanos y la frágil alianza recién formada correría el riesgo de quebrarse. Vlad era entonces la garantía de la unión.

Con el prisionero esposado y el collar de reprogramación sináptica en su cuello, Karan lo llevó a La Orden.

Los cazadores que en ese momento estaban en la sede se congregaron en el vestíbulo para ver al poderoso príncipe vampiro derrotado.

Vlad avanzó, su caminar era elegante y sus ojos fríos no se fijaban en nada, ni en nadie. Los cazadores a su alrededor murmuraban y lo miraban con desprecio, algunos incluso llegaron a gritarle improperios y a burlarse en voz alta, pero él se mantenía impertérrito, haciendo caso omiso de los comentarios que buscaban humillarle.

No existía en el mundo una cárcel que pudiera albergar a los vampiros disidentes, todavía algo así no ce creaba. Karan llevó al prisionero a los calabozos de la organización y lo dejó allí mientras un sitio más apropiado se construía para la nueva sociedad que recién se fundaba. Le prometió a Ryu que lo mantendría con vida, sin embargo, antes de esa, el cazador ya había hecho una promesa totalmente opuesta, una que involucraba la muerte de todos los príncipes y líderes vampiros.

Subió al despacho que antes perteneció al general Fabio y que a su muerte pasó a ser la oficina del nuevo líder de la organización: su padre, el coronel Vladimir. Karan tocó la puerta y esperó afuera hasta que él lo hizo entrar.

El coronel lo miró fijamente, sentado detrás del escritorio con sus ojos grises, peligrosos como afiladas cuchillas, tenía el mentón apoyado en sus manos entrelazadas. Sus labios, que eran una delgada línea rígida se separaron para hablar:

—¡¿Qué hace Vlad Tepes en los calabozos de mi organización?!

Karan se sorprendió, aún de pie devolvió la pregunta con el sarcasmo impregnando cada palabra.

—¿Tú organización, padre? ¡Creí que éramos una organización sin fines de lucro apoyada por varios gobiernos, no pensé que eras el dueño! En ese caso supongo que seré tu heredero.

El coronel se levantó.

—¡Te di una orden! ¡Vlad Tepes no debería estar aquí, ni Ryu Hara continuar respirando en este mundo! ¡¿Por qué no has cumplido?!

—Antes de responder su pregunta, coronel, quiero hacerle una. En verdad es la pregunta que todos mis compañeros y yo deseamos realizar.

Karan avanzó y bajo la mirada iracunda del coronel encendió el altavoz en su escritorio.

—¿Qué es el suero de la inmortalidad y con qué fin se sintetiza en la división médica?

El coronel abrió sus ojos con sorpresa, no esperaba esa pregunta. Apagó el parlante.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora