Capitulo XVIII: Rescate (I/II)

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Ryu, sentado en el suelo de la celda apenas iluminada, tenía las manos atadas en la espalda y el collar de plata y estrancio en su cuello. El clima cálido hacía que el cabello se le pegara a la frente bañada en sudor. Si alguna vez sintió algo como eso ya no lo recordaba. Casi no tenía memoria de su pasado humano mucho menos de algunas de las sensaciones ancladas a esa condición, pero ahora, sin duda las experimentaba de nuevo y era desagradable.

Deslizó su lengua seca por los labios y los sintió cuarteados, tragó en un fútil intento de aliviar la sed. Aparte de las incomodidades y de las necesidades tan típicamente humanas, tenía un deseo irrefrenable de sangre, uno abrasador que le quemaba el cuerpo y lo debilitaba aún más, tal como el que sintió cuando se volvió vampiro hacía cientos de años.

Miró desde el suelo con ojos arrogantes a los vampiros frente a él. Estaba decidido a no dejarles ver lo mal que la estaba pasando.

Deducía que habían transcurrido varios días desde que sucedió la masacre en la ONU y no tenía idea de cómo iban las cosas en el exterior. Después que lo apresaron esta era la primera vez que ellos lo visitaban.

Zahyr lo miró y se mordió el labio inferior conteniendo el placer que se transfiguraba en el brillo de sus ojos rojizos. Se inclinó sobre él, acarició su cabello húmedo de sudor y le levantó el mentón para que sus miradas se encontraran.

—¡Ah! No sabes cuánto me complace verte de esta manera, postrado ante mí. Esto es algo que he deseado por siglos. Desde que me humillaste durante la peste negra he querido tenerte así.

Ryu apartó su cara de las manos frías del albino.

—Lo que hicieron...ustedes... Han cavado nuestra tumba.

Zahyr se rio antes de hablar.

—¿Nuestra? No Ryu, solo la tuya. Somos los emisarios de la muerte y seremos misericordiosos contigo otorgándote el descanso eterno. ¿No crees que ya has vivido bastante, mi querido "príncipe"?

Ryu apretó los dientes cuando vio a Zahyr extender su brazo, sus uñas de cristal brillaron al ser iluminadas por la luz. Un momento después el ardor se extendió por toda su mejilla. El albino sonreía con esa inquietante manera que tenía de hacerlo mientras se lamía los dedos manchados con su sangre.

—No me gusta la sangre de vampiro, ¿sabes? La encuentro algo agria. La tuya no es la excepción, tiene un sabor terrible.

Luego sin más lo abofeteó tan fuerte que el cuerpo de Ryu fue a dar a un rincón de la celda. El vampiro de ojos violetas suprimió un quejido.

—Mírate ahora, Ryu. Tanto amas a los humanos, siéntete uno de ellos.

La bota de Zahyr golpeó una y otra vez sus costillas, abdomen y rostro. Ryu se ovilló intentando protegerse, pero no existía manera de escapar a la furiosa paliza que él le propinaba. Vencido por el dolor dejó escapar varios quejidos al tiempo que sostenía el tobillo del albino tratando de evitar más golpes. Zahyr se rio complacido con una risa un tanto desquiciada mientras se sacudía de su pierna las trémulas manos del de ojos violeta.

—Es música para mis oídos. Tus gemidos son dulces mi querido príncipe, tanto más cuanto mayor es el dolor y saber que soy yo el causante lo hace deliciosamente placentero.

Una furiosa patada más y Ryu escupió un gran buche de sangre. Sentía que no podría mantenerse consciente por mucho tiempo, pero no quería darles el gusto de verlo del todo derrotado. Se arrodilló como pudo y luego se sentó. Su respiración era dificultosa, debía tener varias costillas rotas, hacía tanto que no experimentaba un dolor semejante. Vagamente retrocedió siglos atrás, a cuando no era otra cosa que un andrajoso pordiosero en las calles de Lyon y estaba a merced de los más fuertes. Cada vez que respiraba el dolor lo atravesaba. La sangre, que esta vez era suya, escurría por su barbilla. Ryu miró a Zahyr con los ojos nublados, la cabeza le daba vueltas.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora