Capitulo XXV: Lía, Una buena amiga (I/II)

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Lía estacionó frente al pequeño edificio en que Made vivía. Bajó del auto y se encaminó a la entrada donde luego de llamar por el intercomunicador, la puerta se abrió. No había ascensor, pero solo eran dos pisos así que subió las escaleras poco a poco dando rienda suelta a sus pensamientos.

Made le atraía poderosamente y esa no era una situación frecuente. Ella no solía entablar relaciones con los humanos a quienes consideraba seres inferiores. Sí, es cierto que se había involucrado con Dorian, a quien ella misma convirtió cuando este aún era humano, pero Dorian en su vida pasada no fue un humano ordinario.

Sin embargo, Lía tenía una manera caprichosa de ser y si algo le gustaba, simplemente lo tomaba sin ponerse trabas, así que ¿por qué tendría que ser diferente con Madeleine? La bartender era hermosa, dulce y entretenida, un soplo de brisa fresca en su aburrido cementerio de siglos. La disfrutaría de la manera que le apeteciera y si llegara el momento y el deseo por morderla se hiciera incontenible, la mordería ¿Qué más daba? Después de todo, era solo una humana.

«Pero una humana encantadora» pensó Lía al verla de frente cuando le abrió la puerta del pequeño departamento. «¿A quién engaño? Jamás podría matarla».

Made abrió sus grandes ojos oscuros con sorpresa al ver la figura voluptuosa de Lía enfundada en un elegante vestido negro estilo tubo.

—¡Qué guapa estás!

—Gracias —contestó Lía mientras entraba en el departamento—, pero ¿Por qué no estás arreglada? —dijo ella mirando el atuendo de Made que consistía en vaqueros y camiseta.

Made esquivó su mirada y se frotó el brazo derecho.

—¿Sucede algo? La muchacha exhaló y luego fijó su mirada oscura en Lía.

—Lo siento, no estoy de ánimos para el teatro. Debí llamarte y avisarte para que no vinieras.

Lía se extrañó. Muy aparte de su poder hipnótico y telepático, sabía leer a las personas y estaba segura que ella era del agrado de Made, ¿por qué tanta reticencia ahora?

—Discúlpame entonces, si lo prefieres me iré —djjo ella dándose la vuelta para salir del departamento, pero antes de que diera tan solo un paso, Made la sujetó por el brazo.

—¡No!

La vampiresa miró la mano dorada de la muchacha alrededor de su extremidad y el calor del contacto se extendió por todo su brazo.

—¿No quieres que me vaya?

Made parecía bastante apesadumbrada.

—Perdóname por favor, me cambio de ropa y en un segundo estoy aquí. Has sido muy generosa y sería horrible de mi parte hacerte perder el tiempo o causarte incomodidad.

Ahora fue Lía quien la sostuvo por la muñeca para evitar que se marchara a su dormitorio.

—No me incomodas. Sí no quieres ir, está bien.

—No es eso, es solo... —Una lágrima descendió por la mejilla de la joven sorprendiendo a Lía.

—¿Qué sucede?

—Vuelvo en un segundo —dijo Made zafándose del agarre de la vampiresa.

Lía esperó de pie en la modesta salita a que Made regresara. Algo le pasaba a la chica, si no le decía, rompería su decisión de no influir en ella o leer su mente. Necesitaba saber que era lo que la alteraba.

A los treinta minutos, Made salió. Llevaba un traje de corte masculino negro, con chaqueta entallada en su delgada cintura, pantalones ajustados que hacían ver aún más largas sus piernas y una camisa blanca debajo, desabotonada. El cabello apenas lo había arreglado, luciendo deliciosamente despeinado, pensó Lía.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora