CAPITULO IX: El cazador y el vampiro

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Después del ataque ocurrido en la fortaleza, donde un tercio de sus hombres perecieron, Ryu se reunió con Lía, Dorian y Amaya para evaluar cuál era el mejor proceder. En ese momento lo más importante consistía en determinar si el ataque fue ejecutado por La Orden o no. Amaya estaba segura que lo organización no tuvo que ver, pero Lía desconfiaba, así que Ryu decidió encontrarse con Karan por solicitud de la ex cazadora y poder aclarar si La Orden estaba implicada o no en el ataque. Luego interpelaría al ministro Oderbrech y, por último, la noche siguiente, se reuniría con los líderes de los clanes. Era imperioso descubrir quién se ocultaba detrás de los ataques, pues esa persona seguramente no se detendría hasta obtener su cometido: desencadenar la guerra. Algo más daba vuelta en su cabeza: el robo del collar de servocontrol. Solo ellos tres sabían que estaba en su poder, ellos y el ministro, con quién tendría una distendida conversación.

Amaya contactó a Karan para que aceptara reunirse con el príncipe vampiro. Acordaron encontrarse en campo abierto, en una zona apartada de la ciudad. Como muestra de confianza, Ryu iría solo, al igual que el cazador.

Mientras conducía por la autopista al lugar del encuentro, la mano de Ryu sostenía entre la suya la de Amaya. El ataque sufrido en La Fortaleza eclipsó un poco su reencuentro, pero sentir esa piel entre sus dedos tornaba real la presencia de ella. Lamentaba el hecho de no poder besarla y abrazarla como deseaba, pero ya habría tiempo para eso.

Faltaban pocas horas para el amanecer cuando llegaron al lugar de la reunión: un mirador apartado en la autopista. Los árboles se mecían por la brisa, un tanto fría, que aún tenía rastros del pasado invierno. Karan ya los esperaba apoyado en su motocicleta, llevaba su espada en la espalda y el casco en una mano. Al ver a la ex cazadora, una expresión complicada se dibujó en su cara, Amaya bajó la mirada ante él. ¿Por qué seguía sintiéndose culpable? Creía que esos sentimientos estaban superados, pero todavía quedaban vestigios de lo que una vez fue. En el fondo y a pesar de todo, se avergonzaba de estar con el vampiro y no por ser Ryu un vampiro, sino por entregarse al amor en circunstancias tan aciagas. Mirando a Karan, la situación difícil que ahora enfrentaban al borde de una inminente guerra, se dio cuenta de que lo que en realidad la avergonzaba era sentirse feliz a pesar de que otros sufrían y morían. Era muy egoísta. ¿Acaso mientras otros padecían tenía derecho a estar feliz?

Cuando escuchó la voz del cazador, parpadeó varias veces para alejar los pensamientos auto recriminatorios y dirigir toda su atención al encuentro.

—Y bien ¿qué es lo que quieren? Veo que finalmente has regresado con él.

Amaya se mordió el labio, Karan avivaba su sentimiento de culpa, una uña arañando la herida

—Creo que puedo ser más útil que escondida en una cabaña.

El cazador torció el gesto, sus ojos eran irónicos cuando habló:

—Ya veo, imagino cuan útil eres y de qué formas.

Ryu apretó la mandíbula y estrechó los ojos al mirarlo, el aire que rodeaba al vampiro comenzó a arremolinarse a su alrededor. Karan colocó el casco sobre el sillín de la motocicleta y desenvainó su espada, de pronto el ambiente se tornó peligroso entre ellos, pequeñas descargas eléctricas los envolvían, la antesala del enfrentamiento.

Amaya se adelantó colocándose entre ambos.

—¡Por favor, no es momento de pelear! ¡Estamos aquí para hablar! —Ignorando la actitud agresiva de los dos y antes de que ser mataran, dijo con rapidez— Karan, han atacado a varios clanes vampíricos y todo hace pensar que eran cazadores.

Sus cejas se fruncieron en desconcierto, después de un momento el rubio bajó la espada.

—¿Cazadores? ¡Imposible! No ha habido ninguna misión reciente, si ese fuese el caso yo lo sabría.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora