Capitulo XXV: Príncipes del mundo (IV/IV)

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Karan atendía a Hatsú, la chica tosía todavía con falta de aire. Ella lo miró a los ojos, apenas con un hilo de voz debido a su laringe lesionada, dijo:

—Perdóname, seguro te decepcioné. Antes... yo me paralicé por el miedo... estuve a punto de arruinarlo todo.

Karan enarcó ambas cejas por la tonta declaración de la muchacha.

—¿Bromeas, verdad? ¡Estuviste fantástica! ¡Nos has salvado a todos!

El cazador se inclinó y le dio un beso en la frente. En la oscuridad de la noche, él no se dio cuenta del intenso arrebol que apareció en sus mejillas.

Uno de los cazadores tomó a un ausente y derrotado Vlad del brazo, lo esposó y lo condujo al interior del castillo

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Uno de los cazadores tomó a un ausente y derrotado Vlad del brazo, lo esposó y lo condujo al interior del castillo. Antes de avanzar el príncipe de Valaquia detuvo su mirada en Ryu, en sus ojos había una súplica. El de ojos violeta correspondió su mirada y asintió, luego se dio la vuelta.

Habían ganado, pero Ryu se sentía terriblemente melancólico, tal vez era porque conocía el profundo dolor que debía estar sufriendo Vlad. contempló el pálido cuerpo de Zahyr, tendido en un pozo negruzco de su propia sangre, debía encargarse de él, se lo debía a su amigo.

Suspiró profundamente y caminó hacia Amaya.

La cazadora lucía terrible, con su rostro cubierto de sangre y aun sosteniéndose el abdomen, parecía a punto de desmayarse. Ryu se apuró a ir hasta ella y la sujetó en sus brazos.

—¿Estás bien? —preguntó él con la voz llena de aprehensión mirando la herida en su abdomen.

Ella asintió.

—Lo estaré. No debes preocuparte, pronto sanará, solo necesito descansar.

Luego mirando el cuerpo de Zahyr, ella preguntó:

—¿Qué sigue ahora?

—Me desharé personalmente de Zhayr, se lo debo a Vlad. Y él pasará la eternidad aislada, reflexionando sobre sus errores.

Ryu envolvió sus brazos alrededor de la cintura de ella y hundió el rostro en el hueco entre su cuello y su hombro. Aspiró profundo su olor y luego depositó un beso húmedo en la tibia piel. Cuando se separó de su cuello, juntó su frente a la de ella. Así unidos, volvió a hablar.

—Karan ha pedido llevárselos. Antes de venir me prometió que, si lográbamos vencerlos, él no los mataría. Zahyr está herido de muerte, pero Vlad... ¿Puedo confiar en él, Amaya?

La cazadora sonrió, después de darle un corto beso en los labios, dijo:

—Creo que a estas alturas lo conoces lo suficiente para responder a esa pregunta.

La salida del sol se acercaba, para todos los vampiros era menester resguardarse de él. Estaban muy lejos de Aiskia y no llegarían antes del amanecer. A ninguno de los inmortales les agradó la idea de dormir en el castillo a merced de los cazadores, pero era eso o calcinarse expuestos a la luz del día.

La noche oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora