Capitulo XXIV: Sangre que mancha las manos

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Lili hizo una mueca de asco antes de responder.

—¿Será porque es una engreída que cree que yo soy su criada? Y además, una coqueta. Tú no te das cuenta, pero coquetea con todo mundo. ¡Es insufrible!

Hatsú miraba en silencio la conversación de los hermanos, no le apetecía para nada estar allí cuando llegaran los amigos de Max.

—Bueno, yo estaré arriba.

—¿Qué? ¡Claro que no! Quiero que los conozcas, Tris —dijo Max y Hatsú lo miró con algo parecido al horror— ¡Por favor!

Ella miró tanto el puchero que acababa de hacer el chico, como sus ojos suplicantes y cedió. Con un suspiro dijo:

—Está bien.

—¡Maravilloso! —contestó el chico— ahora, ¿me enseñas a preparar chocolate? Seguro haces un chocolate delicioso y Estela adora el chocolate.

Lili negó en silencio al ver la zalamería con la que su hermano envolvía a Tris para que le preparara chocolate a la novia.

Una hora después, los amigos de Max conversaban cómodamente en los sillones de la sala. Hatsú, sentada en una silla acolchada cerca de Lili, se sentía incómoda. Nunca antes había estado entre tantas personas, temía hablar o que le preguntaran algo, estaba segura de que no podría responder nada coherente y haría el ridículo frente a todos esos chicos tan extrovertidos y desenvueltos, pero no sabía cómo hacer para irse de allí.

Estela, una joven de cabello oscuro, suavemente rizado habló en un tono meloso, con sus grandes ojos café entornados:

—Lili, sírveme un poquito más de ese delicioso chocolate que hizo Max.

Lili torció los ojos y cruzó los brazos decidida a no acatar la petición. Max se apuró a servir el chocolate cuando vio la actitud poco colaboradora de su hermana pequeña.

—¿Te gustó? Lo hice pensando en ti.

Lili hizo una mueca.

—¡Lo hizo Tris!

Hatsú dio un respingo cuando sintió las miradas dirigirse hacia ella e inmediatamente agachó la cabeza.

Arnold, uno de los amigos de Max, la miró con interés.

—¡Pues está delicioso! Tú fuiste la que salvó a Lili, ¿verdad? Porque si es por este estúpido —dijo señalando a Max— se queda sin hermana.

Hatsú sonrió tímida ante el comentario.

—Lo que pasa es que Lili es muy inquieta —se defendió Max.

—¡Ah, sí! Te he visto —dijo Estela dirigiéndose a Lili—, Pareces una cabra, todo el día saltando —y se carcajeo mirando a la niña.

—Prefiero parecer una cabra y no una muñeca plástica —replicó Lili volteándole los ojos a Estela.

—¿Vamos al mirador en la noche? —preguntó Arnold cambiando el tema.

—Yo no voy —dijo Kate, una chica rubia, delgada y poco agraciada— ¡tengo una cita!

—¿Con quién? ¿Tu novio imaginario? —dijo Estela en tono burlón.

—¡No es imaginario! Si lo vieras te morirías de envidia —dijo Kate con ojos soñadores —.

Es más, sí voy a ir y se los presentaré para que vean lo buenísimo que está.

—Sí tú dices que esta "bueno" —dijo Max enarcando las cejas— te creo, es mas no me interesa saber lo bueno que está.

La noche oscuraWhere stories live. Discover now