93. ¿Destino o casualidad?

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Mantuve el dedo sobre el ícono de enviar durante mucho rato. Respiré profundamente y presioné "atrás". Escribir aquello no cambiaría nada de lo que había pasado pero por lo menos había aliviado un poco la presión en mi pecho.

Dejé el teléfono en la cama y fui a la puerta donde unos persistentes golpes llamaban por mí.

Una muchacha bajita y rubia me sonrió mostrándome un panfleto que anunciaba un 2 x 1 en tragos. Le sonreí simulando amabilidad y negué con mi cabeza. No tenía fuerzas ni ganas para ir allí. Pero la chica ingresó a mi departamento diciendo que luego no tendríamos tiempo para nada más que para estudiar, que ese era nuestro momento y que yo se lo debía.

Y claro que se lo debía. Greta era una de las primeras muchachas con las que había hablado en la facultada y a la que le había pedido indicaciones para volver a mi departamento que resultó estar en el mismo edificio que el de ella. No éramos amigas, pero estoy segura que de ser así sería una de las buenas.

La seguí fuera del edificio y me oculté de la lluvia bajo mi campera hasta que llegamos al lugar. No miré mucho a mi alrededor pero a decir por el día y la hora, muchas personas circulaban por las calles del centro y eso seguramente era por ser la última semana de vacaciones.

Greta me condujo hasta la barra del bar donde varios de sus amigos la esperaban. Ella era una muchacha bastante sociable, y aunque ahora yo estaba en el plan de "intentar hacer amigos", no me podía comparar con ella. Esa muchacha no cerraba la boca, podía apostar que todos los ingresantes habían cruzado aunque fuera una palabra con ella.

Un muchacho del grupo con los que estábamos intentó en reiteradas oportunidades entablar una charla conmigo. Respondí a sus preguntas de manera amable pero no por eso menos cortante. Había leído que los hombres suelen confundir las señales cuando eres demasiado amable con ellos, pero también hablan mal de ti si eres demasiado cortante.

Antes no me importaba lo que los demás pensaran de mí pero ahora había decidido intentar cambiar un poco, intentar ser  más como era cuando estaba con Kalen.

Su nombre apareció tan rápido en mi mente que no tuve oportunidad de bloquearlo. Suspiré profundamente y tragué saliva porque sentía, de verdad, que podría romper a llorar en ese momento.

Me disculpé con el muchacho y le di la espalda para pedir un trago. El cantinero no me miró extrañado como el hombre del bar de mi antiguo poblado aquella vez cuando fui a buscar al chico y lo encontré con sus amigos y aquella muchacha. Me pregunté si ahora que ya no estaba conmigo habría regresado con ella.

Pedí otro trago sonriéndole amablemente a la chica con la que había llegado al lugar y ella asintió diciéndome: "No todas la veces es la solución, pero a veces un par de tragos ayudan".

El problema fue cuando el DJ decidió poner música romántica. En serio ¿A quién se le ocurre ambientar el lugar con música deprimente? Miré a mi alrededor y noté que nadie más estaba prestando atención a la elección del hombre, sólo yo oía con atención aquella estúpida canción.

Nunca antes la había oído pero de pronto me di cuenta que parecía haber sido escrita para mí.

¿Destino o casualidad? Que idiotez. Ni uno de lo otro. Las casualidades no existen y el destino lo escribimos nosotros mismos. Yo era el claro ejemplo de aquello... si hubiera estada destinada a tener un romance largo, bello y armonioso con Kalen no estaría allí, sola, bebiendo para poder olvidarlo.

—¿Vas a llorar ahora? —me giré para mirar al chico que anteriormente me hablaba y entorné los ojos. Ni siquiera sabía su nombre y el me estaba tomando el pelo. —Lo digo en serio... luces como si fueras a llorar.

—Pensé que tenía puesta mi cara de "no molestar".

—Eres tan dulce —rió sarcástico.

Pero yo no reí, suspiré profundamente y desvié mis ojos hacia la entrada del lugar para evitar que el chico viera mis lágrimas porque eso mismo me había dicho Kalen la primera vez que hablamos.

La canción terminó en ese momento sin que me diera enterada del final de la historia pero prometí que buscaría la letra para saberlo cuando vi a Kalen caminando con dirección a la salida del lugar. No importaba si era destino o casualidad, si era él no lo dejaría ir.

—¡Kalen!

Sin Planes Ni RecetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora