74. Por mi culpa.

1.9K 304 26
                                    


Me quedé con las palabras que tenía para decirle atragantadas en mi garganta. Quería decirle que ella no debería meterse en mi vida, yo era mi propio dueño y ya era bastante mayor. Que no debería importarle lo que yo había hecho o haría de ahora en más, que debía preocuparse por el bienestar de su marido, no por el mío. Que debería estar descansando en vez de estar ahí conmigo perdiendo horas de sueño, que era una estúpida por haber venido tan tarde a verme si ya sabía que estaba bien y que no entendía porque le preocupaba de todos modos.

¿Pero como decir todo eso después de su declaración tan clara y segura?

Ella me había mirado fijamente a los ojos cuando lo había dicho. Nunca la vi tan segura de algo antes de esa declaración.

—Pensé que —comencé carraspeando con disimulo para destrabar mis palabras —pensé que había quedado claro que había terminado contigo en el momento en que te corrí de mi casa. ¿Acaso tienes algún problema de entendimiento o quieres un dibujo para comprenderlo mejor?

—Te voy a ignorar unos minutos ¿Sí? Porque tú y tus idioteces me están sacando de mis casillas y, por si no lo has notado, suelo ser una persona muy centrada —informa tomando el vaso de la mesa de luz y sirviendo agua. Me tiende el objeto y espera pacientemente a que lo reciba.

—¿Si tomo esa agua te irás y me dejarás en paz?

Cleo no respondió, entrecerró los ojos y me lanzó el agua en la cara.

—¡¿Acaso estás loca?!

—¡No! ¡Estoy cansada! ¡Me tienes cansada Kalen! —gritó aún más fuerte que yo.

Pensé que eso era bueno, las enfermeras no tardarían en venir y la sacarían de allí. No quería verla en ese momento porque quería besarla y abrazarla con fuerza pero no quería que me lastime más y había entendido que lo nuestro no haría más que terminar por destruirme aunque no hubiera casi nada sano en mi.

—¡¿Te das cuenta que casi te mueres idiota pedazo de imbécil con coeficiente intelectual menos 20?! —continuó. Esta vez se puso de pie y volcó todo el contenido de la jarra en mi cabeza mientras yo me veía imposibilitado de hacer nada más que mirarla. —¡¿Es que acaso puedes dejar de ser tan pendejo por unos minutos y pensar en las personas que te queremos y nos preocupamos por ti?!

—¿Vas a tirarme la jarra también? Porque eso podría matarme ¿Sabes? —consulté con cuidado observando su mano apretada fuertemente en el objeto.

Pero afortunadamente no lo hizo. Dejó el objeto en su lugar y se dejó caer en la silla. Su cabeza golpeó contra el colchó de mi cama y se quedó estática por varios segundos, hasta parecía que no estaba siquiera respirando.

De un momento a otro su cuerpo comenzó a vibrar a tirones. Llevé mi mano a su cabeza y acaricié con delicadeza: Cleo estaba llorando. Otra vez. Por mi culpa.

—¿Por qué... por qué lo hiciste? —sollozó aún con su cabeza sobre la cama, sin dejarme ver sus lágrimas.

—No me di cuenta, lo lamento... no medí lo que consumí y aparentemente las pastillas eran algo fuertes.

—Pudiste haber muerto.

—Lo sé.

—¿Podrás alguna vez dejarás de ser un jodido egoísta y pensar en los demás?

—Lo dudo.

—¿Por qué eres así? —consultó en un susurro buscando mi mano con una de las suyas. No le respondí porque no había nada que pudiera explicarle; como le había dicho a mi madre, era así y punto.

Afirmé su mano con fuerza y la sostuve durante mucho rato mientras ella solo estaba ahí, estática. Quizás lloraba, quizás dormía. Fuera como fuera no la iba a molestar, no más de lo que ya lo había hecho.

—¿Tú me amas Kalen?

Me quedé anonadado por su pregunta. ¿Por qué preguntaba algo así si hasta hace dos días ella apenas sabía que me gustaba? ¿Lautaro le había dicho algo? ¿Mamá le había dicho? Quizás yo le había dicho mientras estaba bajo los efectos de las drogas.

Bueno, de todas maneras, no había mucho más futuro en lo nuestro.

—Si.

Cleo se quedó un poco más allí, afirmando mi mano, pero sin decir ni una palabra.

Minutos después me dejó ir, se puso de pie sin siquiera mirarme y salió de la habitación.

Una carcajada burlona escapó de mis labios, como si realmente podía pasar algo más que aquello.

Tomé mi teléfono y puse mi auriculares, pero incluso antes de que el aparato se prendiera la puerta volvió a abrirse y por ella ingresó una enfermera muy enojada tras la cual venía Cleo con su cabeza baja.

La mujer nos gritó algunas cosas a las cuáles no presté atención y me quitó el suero mientras mis ojos no se movían de Cleo quien se había acercado un poco más a la cama pero su mirada estaba fija en el piso.

—Vamos, muévete —dijo la mujer con poca amabilidad tirando de mi brazo para sacarme de mi lugar. La miré en forma de advertencia y bajé los pies al suelo tanteando mi fuerza. —Ahora ve por un baño, cámbiate la bata mientras yo cambio las sábanas y procura no morir de un resfriado.

—Sobreviví a una sobredosis, un poco de frío no me matará, no te preocupes —aseguré de mala gana poniendo todo mi peso en mis extremidades bajo la mirada atentan de Cleo. —Oye... —me miró con sus mejillas coloradas, no sé si por lo que había llorado o por lo que yo había admitido. —¿Me ayudas a llegar al baño?

—Claro —aceptó acercándose a mi lado para pasar su brazo por mi cintura a tiempo que me apoyaba en ella. —¿Necesitas que te enjabone?

—Oh... después de tantos gritos pensé que no volverías a bromear conmigo —aseguré moviéndome con cuidado. No porque me costara, sino porque quería tenerla así de cerca un poco más. —Puedes bañarte conmigo si quieres.

—Nada de sexo en el hospital jovencitos. Ya bastante disturbio hicieron por hoy —advierte la mujer robándonos una carcajada, aunque claro, ella había hablado absolutamente en serio.

Cleo empujó la puerta y me ayudó a ingresar dejándome sentado en el inodoro. Se apoyó en la pared y cruzó sus brazos sin dejar de verme.

—Vamos. Esperaré a que te bañes y te ayudaré a cercarte.

—¿Acaso estás loca? —consulté sin poder atajar la risa.

—¿Ahora eres tímido? No sería la primera vez que te veo desnudo.

—No quieres que me excite si no vamos a poder ocuparnos del problema ¿No?

—Con la cantidad de drogas que consumiste dudo que tu amigo se despierte de aquí a un mes —dijo relajadamente. Pero eso no era posible ¿No? —Dime que sabías que las drogas producen impotencia en los hombres Kalen...

—Estás bromeando —acusé con enojo. Con eso no se jugaba. Ella negó con su cabeza.

—No sólo te afecta a nivel físico, también a nivel lo psicológico.

—Cleo.

—Estoy hablando en serio. Gogléalo —me retó con tranquilidad. —Podrías preguntarle a papá pero verás que él podría mentirte con tal de que tú y yo no tengamos relaciones. ¿Te conté que me llenó de pastillas anticonceptivas?

—¿Qué?

—Oh... hay muchas cosas que debemos hablar, empezando por "el corte" que me diste —dice poniendo su mano en la puerta. —Dejaré que te bañes, pero la puerta quedará entre abierta por si necesitas ayuda. Luego de esto, tendremos una larga charla Kalen.

Se retiró si darme posibilidad a réplica. No es cómo si hubiera podido decirle algo, ella no me lo había informado, eso había sido una orden. Cleo y yo tendríamos "la charla".


Sin Planes Ni RecetasWhere stories live. Discover now