10. Tan cursi

3.6K 486 28
                                    


El conductor trae un casco en su brazo y no puedo reconocerlo de inmediato, pero cuando desciende lo puedo descifrar de inmediato por su postura altanera y arrogante: Kalen estaba allí pero su hermano no parecía para nada contento.

–¿Cómo se supone que volverás?

–Pues, en mi moto –responde sacándose el casco y mirándonos primero a uno y luego al otro. Casi abrí la boca para saludarlo pero desistí cuando él largó una carcajada burlona.

–Te pedí que vinieras con alguien más ¿No es así?

–No conseguí a nadie que me acompañara –responde restándole importancia y tendiéndome un casco, a mí que lo recibí sin siquiera darme cuenta. –Vamos muñeca, no quiero que tus padres se preocupen por la hora.

–Oh no, tú no la llevarás a casa, eso lo debo hacer yo –se apresura a decir Lautaro de mala gana pero se detiene cuando Kalen lo mira de mala manera.

–Mira hermano, no es que la quisiera llevar porque tenga ganas. Por lo que me dijiste ella no puede volver con Cecilia porque como siempre fue demasiado maleducada sin pensarlo .... Y tú sabes que yo no puedo volver con ellos porque la chica me tiene miedo, así que no veo otra solución más que esta.

–Tú no... –comienza y luego se detiene para mirarme a mí. –Puedes llamar a tu hermana si quieres que venga a buscarte, esperaré contigo hasta que llegue.

Lo miré confundida mientras él me devolvía mi teléfono. ¿Por qué desconfiaba tanto de su hermano? ¿Por qué Cecilia le tenía miedo? Está bien, Kalen no era la mejor persona del universo, pero ¿era tanto como para que su propio hermano temiera por lo que podría pasarme de ir con él?

Me giré a ver al pequeño delincuente y él miraba distraídamente a todos lados con aires de desinteresado.

–Está bien. Iré con Kalen.

–¿Qué? –consultaron los dos al mismo tiempo. Kalen sorprendido, Lautaro espantado.

–Lautaro, Kalen se tomó la molestia de venir hasta aquí, está bien... no pasará nada si vamos con cuidado –digo sonriéndole con tranquilidad aunque en realidad estaba muy nerviosa. No me gustaban las motos y mucho menos me gustaba ese chico, pero no quería ser maleducada, ni darle el gusto de que piense que le tenía miedo.

–¿Estás segura? –susurró acercándose a mí. Lo miré unos segundos y quise responder que no, pero sonreí y revolví su cabello.

–Te veo mañana en la escuela ¿Está bien? –miré más allá de él y vi a Rob y Cecilia dirigiéndose al vehículo de la chica. –Deberías ir...

–Llámame cuando llegues. Y tú –mira a su hermano y se acerca amenazadoramente a él –si le haces algo, te las verás conmigo.

–Tengo pensado desaparecer luego de matarla en el bosque Lautaro, así que no te gastes en buscarme demasiado, tengo unos buenos contactos, tú sabes.

–Ve con cuidado –insistió ignorando al mocoso y dándome un saludo de despedida antes de correr al vehículo ya en marcha, lo observé partir y me giré a Kalen que observaba la escena con una mirada indescifrable.

–Llamaré a Sol –informé dándole una sorpresa. –Puedes irte o esperar a que vengan por mi, me da lo mismo...

–¿No vendrás... no vendrás conmigo? –consultó confundido. Negué con la cabeza, nunca fueron mis planes en primer lugar, sólo quería que Lautaro confiara un poco más en su hermano y que el pequeño psicópata no pensara que le tenía miedo. –Sabes que era un broma ¿No? No tengo pensado matarte en el bosque... me gustan más los escenarios donde hay mar y esas cosas, así que no deberías preocuparte.

–No es por eso... No me gustan las motos –digo devolviéndole es casco.

–Seré cuidadoso, iré despacio –promete negándose a recibir el casco para luego romper en inexplicables carcajadas. –Esto es como una escena de sexo, "seré cuidadoso, iré despacio, te prometo que no te dolerá". Tan cursi.

Lo miré confundida pero no pude resistir una sonrisa. Ese muchacho realmente estaba loco.

–Vamos, prometo que no pasará nada. Pararemos a mitad de camino, si no estás cómoda pagaré un taxi ¿Está bien?

–¿Te comportarás caballeroso conmigo?

–Es más fácil pagarte un taxi que desaparecer tu cadáver así que... además ya mucha gente te ha visto conmigo, no podría explicar cómo desapareciste –se encoje de hombros y tiende su mano a mi bolsa. –Lo pondremos en un lugar seguro.

–No, Kalen realmente...

–Tómalo como la única aventura que vivirás en tu vida. Irás con un delincuente, en mitad de la noche, en una moto a máxima velocidad... apártate de tu plan por hoy, sólo por hoy –sus ojos demostraban confianza, pero él no sabía que yo no era fácil de persuadir. Ese chico no me conocía para nada. –Okay, llama a tu hermana, tengo cosas más importantes que hacer antes que estar aquí rogándole a una cobarde que me tiene miedo

–No soy una cobarde y no te tengo miedo –aseguré pasándole el paquete, mi bolso y poniéndome el casco mientras él guardaba las cosas bajo el asiento. Lo observo hasta que sus ojos se encuentran con los míos obligándome a tragar saliva, eso no estaba bien.

Sentía mi corazón golpear con violencia en mi pecho, mis manos estaban temblando y transpirando y por alguna razón me picaban los ojos, estaba apunto de llorar. No quería subir a esa moto, no quería sentarme tras él y agarrarme de su cuerpo, no quería correr el riesgo de que algo malo me pasara antes de siquiera cumplir mi primer objetivo pero tampoco quería que el pequeño psicópata pensara que yo era una cobarde, porque podía ser todo menos eso.

–Sube –no me había dado cuenta cuando él ya se había montado en esa máquina de muerte. Suspiré profundamente y procedí a subirme con torpeza; lo sentí reírse pero no tenía fuerzas para responderle, estaba tan nerviosa y asustada que apenas podía concentrar en respirar. –Oye Cleo, si no te sujetas te caerás...

–Sabes mi nombre –es lo único que digo antes de sujetarme de sus caderas, pero él tira de mis manos hasta que se encuentran nuevamente frente a su abdomen dejándonos peligrosamente cerca, compartiendo el mismo calor.

–Estás temblando –observa mientras pone sus guantes, no respondí, no tendría sentido negarlo, él seguramente estaba sintiendo mi corazón golpear con fuerza en su espalda. Rió otra vez. – Sinceramente nunca pensé verte tan asustada –continuó pateando la moto para encenderla. Apreté mis ojos y me concentré en respirar. Era cierto, a mí no me asustaba nada, no me asustaba tanto ir en la moto como sí lo hacía su cercanía, su cuerpo junto al mío, nunca antes había estado así de cerca con alguien distinto a Franco.

Sin Planes Ni RecetasWhere stories live. Discover now