91. Mala decisión Cleo

1.8K 270 13
                                    



Comencé a caminar más a prisa cuando me di cuenta que no sólo iba en compañía del sonido de mis pasos y el repiqueteo de la lluvia. Podía oírlo venir tras de mí a pesar de que le había dicho que no quería hablar en ese momento.

La calle estaba desértica, nadie querría salir a pescar un resfrío. Yo, de verdad, estaba arrepentida de no haberle hecho caso a mi conciencia y haber ido a casa.

Sentía la ropa mojada, sentía el frío envolver mis huesos, me dolía el cuerpo y estaba segura que no tardaría de caer en cama. Mala decisión Cleo.

—Oye —se apresuró a decir Kalen parándose frente a mí cuando notó, que a pesar de sus reiterados llamados hacia mi persona, yo no me detendría. —¿Qué hay de malo contigo?

Lo observé fijamente durante varios segundos. Él incluso estaba más desabrigado que yo: sólo tenía una remera de algodón, unos jeans y justo ese día había elegido usar zapatillas de lona en vez de sus usuales botines.

—Te enfermarás Kalen, es mejor que regreses al taller.

—¿Acaso estás bromeando? —consultó con patente enojo. —Te digo que te amo y rompes en llantos , te vas sin decir una puta palabra. Ahora llegas a mi trabajo y dices que no me dejarás —tomó mi brazo y apretó con fuerza. —¿De verdad piensas que puedes venir a decirme que no terminarás conmigo e irte así sin más?

—Supongo que no.

—Por supuesto que no Cleo. Aunque no lo creas yo soy una persona y pensé que estaba bastante claro que siento cosas por ti, y cosas mucho más fuertes de las que te imaginas y de las que me gustaría sentir.

—Eso no sonó amable ¿Sabes? —consulté soltándome de él y retrocediendo un paso para caer dentro de un charco de agua. 

Genial. Eso era absolutamente genial.

—¿Quieres que hablemos de amabilidad? —inquirió acercándose  hasta que su nariz rozó con la mía. —¿Alguna vez tú has sido amable conmigo Cleo?

—Soy amable.

—Sí, claro —soltó. Lo miré seria y no dije nada más. Yo estaba hablando en serio. —Una persona amable da aunque sea un "gracias" como respuesta cuando alguien dice te amo. ¿Sabes?

—Lo lamento ¿De acuerdo? —consulté alejándome otro paso. —¿Eso querías oír? Actué mal, lo lamento. Debí por lo menos decir algo.

—No se trata de lo que yo quiera oír o no Cleo. Se trata de lo que tú sientes que debes hacer. Si a ti no te importa lastimarme significa que estamos en diferentes sintonías. Porque aunque no lo creas, todas las veces que te lastimé la pasé realmente mal... pero tú —me miró de pies a cabeza —tú ni siquiera tienes conciencia de lo mucho que me lastimas Cleo.

—¡Fue porque no quería lastimarte que me fui! —exploté dándole un empujón. Él sólo me observó como si fuera una loca. Aunque claro, que hasta yo creía que lo era. —Sabía que lo dirías, sabía que en algún momento tu estúpida y sensual boca largaría esas dos palabras y sí... tenía un discurso preparado para decirte, pero no pude hacerlo.

—¿Por qué no?

—Porque no quería lastimarte. Porque en ese discurso yo terminaba contigo y no quería hacerlo. Tú me habías dicho "eso"

—Que te amo Cleo, no "eso".

—No lo digas —supliqué con desesperación porque mi corazón comenzaba a latir con fuerza al oírlo, y más aún al recordarlo. —Cuando lo imaginaba no me hacía sentir nada ¿entiendes? Pero cuando tú lo dijiste se sintió tan... tan bonito y no pude decirte que no podíamos seguir con eso porque me había gustado y quería volver a oírte alguna vez. Pero si yo terminaba contigo entonces ya no lo oiría nunca más porque yo te terminaría lastimando y tú me odiarías. Entonces me puse triste con la idea de lastimarte y no verte y me fui. No lo hice por mi... lo hice por ti.

—Sí, claro.

—Sí —afirmé con seguridad desafiándolo a que me contradiga otra vez.

Kalen sólo me observó fijamente a los ojos hasta que estornudé con fuerzas devolviéndolo a la realidad.

—Entonces ¿Ahora qué? —consultó.

—¿Acerca de qué?

—¿Nosotros?

—Oh... pensé que te había dicho que no te dejaré.

—No es suficiente —aseguró de inmediato volviendo acortar la distancia entre nosotros. —Necesito oír lo que sientes por mi.

—Tú sabes lo que siento — dije de inmediato esquivando su mirada inquisidora. Rozó su nariz con la mía hasta que mis ojos volvieron a los suyos. —Tú me gustas... yo te quiero.

—¿Me quieres? —carraspeó. —¿Cómo se quiere a una mascota?

—Kalen. No me presiones.

Kalen mantuvo sus ojos en los míos por varios segundos más hasta que un as de tristeza cruzó su mirada provocando un estrujamiento en mi corazón.

Se retiró unos pasos y rascó su nuca con incomodidad. Hacía un tiempo atrás él hacía ese gesto todo el tiempo cuando se encontraba conmigo, pero se suponía que ahora a no. Ahora era fácil estar juntos, era normal, era lo indicado.

Pero en ese momento él no se veía así. Yo no lo sentía así.

—¿Sabes Cleo? Podría obligarte a mentirme en un acto completamente egoísta. Pero no lo haré —se tronó los dedos y metió las manos en sus bolsillos regalándome una falsa sonrisa. —Pero sí voy a ser egoísta en algo. Lo que tú sientes por mí no es suficiente... y yo no puedo seguir con esto.

—¿Qué estás diciendo?

—No soy el indicado. ¿Está bien?

—¿Kalen qué?

—Pensé que tú también me amabas Cleo y por eso lo dije. Por eso dije te amo porque pensé que quizás tú dirías yo también. Pero me equivoqué y no creo que el amor sea algo que se tenga que pensar... no por lo menos tanto como tú lo haces todo el maldito tiempo. O amas o no amas. Y así como yo lo veo, tú no me amas.

Kalen dejó de hablar esperando a que le dijera algo pero siempre había sido lenta para entender y estaba tratando de analizar lo que acababa de decir cuando otra sonrisa invadió su rostro.

—Así que no compliquemos más esto. De todas maneras tú te irás en unos meses, aunque claro que decírmelo no estaba en tus planes, porque ¿qué podría importarme a mí que mi novia se fuera a estudiar a otro lado no?

—Lo lamento.

—Si... yo también.

Tragó saliva antes de acercarse a mi frente y posar un frío beso. No me miró de nuevo antes de darme la espalda, y no se giró hacía mí a pesar de que me quedé mucho rato mirando la dirección por la que él había desaparecido.

Por un momento creí que tendría mi "beso bajo la lluvia", esos de los que tanto me quejaba cada vez que los veía en una película o los leía en un libro. Por un gran momento deseé que Kalen regresara sobre sus pasos y mezclara sus labios con los míos a pesar de correr alto riesgo de saborear sus mocos. No importaba si era Kalen.

Pero no, él no lo hizo. No regresó. Ni yo corrí hacia él.

Simplemente me quedé parada mirando la lluvia arremeter cada vez con más violencia sobre las calles del poblado sabiendo que eso no había salido como lo había planeado. 

Otra vez mis planes se carcajeaban en mi cara sin que pudiera hacer absolutamente nada. 

Sin Planes Ni RecetasWhere stories live. Discover now