70. Todo se puso negro

1.9K 278 16
                                    


A las nueve de la noche volví a despertarme. Sabía que mamá está vez sería más disruptiva, así que me senté en la cama y sostuve mi cabeza por largo rato. De verdad no quería hablar con nadie, no por lo menos sobre Cleo.

Mamá preguntaría sobre ella. Sabía que lo haría, por lo que tenía que salir de ahí lo más rápido que pudiera.

Dejé mi teléfono donde estaba, ni siquiera lo chequeé, tomé mi campera, un poco de dinero y salí a la calle.

Había vivido varios meses sin celular antes de robar el último y unas semanas sin él después de que mamá me obligó a devolverlo. No necesitaba comunicarme con ninguno de mis amigos para saber dónde estaría un sábado por la noche.

Ni mamá ni Lautaro se enteraron de mi partida aunque no se extrañarían demasiado, era obvio que iría en busca de un poco de diversión. Ellos no se preocuparían. Quizás el día de mañana tendría algún tipo de regaño pero nada a lo que no estuviera acostumbrado.

Fui a la bahía. Mis compañeros del colegio, quienes estaban de vacaciones, y algunos de los muchachos con los que salía a vender drogas estaban allí. Incluso Ricky que al verme me dio una cálida bienvenida.

En un susurro me preguntó por Cleo pero un encogimiento de hombros como respuesta fue suficiente. Luego me obsequió un porro de marihuana.

Alguien comenzó a juntar dinero para ir por alcohol así que les di todo lo que tenía. No es que tuviera mucho, aún no cobraba mis días trabajados, pero tenía unos ahorros guardados y no pensé demasiado antes de entregárselos.

Cuando regresaron había mucho más alcohol que el que requeriríamos para las 20 personas que éramos. Ni hablar de las drogas, Ricky nos había invitado las que traía con él y habían otros muchachos que tenían algunas pastillas que rápdiamente comenzaron girar de mano en mano.

No pensé mucho, no quería poner a mi cerebro en funcionamiento, porque había salido para no pensar en ella y eso haría.

Me metí unas pastillas y consumí todo el alcohol que caía en mis manos mientras una muchacha, que no conocía, se recostaba sobre mí en un modo bastante posesivo.

—¿Tú no me recuerdas no? —consultó con voz sensual pero para nada molesta.

La inspeccioné de pies a cabeza y negué. Era linda, no había duda de eso. Bastante más baja que yo, tenía curvas marcadas, de trasero y senos estaba bien. Su cabello era oscuro y largo, sus ojos claros y enormes. Tenía una boca gruesa groseramente pintada de rojo. Nada mal.

—Estuvimos juntos hace unas semanas.

—Oh, lo lamento —dije apenas reconociendo mi voz. Estaba arrastrando las palabras. Fuera lo que fuera que me había metido me estaba comenzando a hacer efecto.

—No hay problema. Dejé una marca para que me recuerdes, pero al parecer no funcionó —sonrió tocando mi cuello. Sí, recordaba aquella marca, pero no tenía registro de quién había sido la autora. —Mi nombre es Nicole.

—Soy Kalen.

—Lo sé —sonrió acercándose tanto a mi rostro que nuestras narices rozaron. —Oye ¿Quieres que nos divirtamos un rato?

Lo evalué bastante mientras ella simplemente esperaba. Quería olvidarme de Cleo, pero si me iba con aquella muchacha, si tenía sexo con ella, no haría más que recordarla y eso no era buena idea. Por el momento no podía estar con alguien más.

—Lo lamento... mi corazón está roto y no estoy preparado para esto —aseguré tocando mi pecho en una mala actuación. Ella sonrío y asintió. —Además estoy muy borracho

—Y drogado —agregó. —Está bien, lo entiendo.

—Lo lamento.

—No te preocupes, tendremos otra oportunidad —aseguró poniéndose de espaldas a mí para apoyar su trasero en mi parte baja. Me miró sobre su hombro y sonrió. —Sé que la tendremos.

Le sonreí coqueto porque sabía que ella tenía razón. No era el momento, pero se veía bastante relajada y yo necesitaba a una mujer así en mi vida. No quería más enamoramientos estúpidos o futuros utópicos. Quería alguien, esta vez de verdad, con quien pasar un buen rato y nada más.

Nicole se quedó frente a mí y no tardé en abrazarla por su cintura, no para mostrarme posesivo con ella ni nada de eso. Sentía que caería si no me afirmaba de algo o, en este caso, de alguien.

Rechacé las drogas que me ofrecieron pero no pude decirle que no a lo que fuera que habían preparado en una jarra improvisada. No era algo fuerte pero al parecer tenía mucho alcohol porque no tardé mucho en terminar en el suelo, caí con estilo y provoqué un par de carcajadas, pero no tardaron en unirse a mí formando una ronda.

La chica estuvo un rato más a mi lado pero luego desapareció. No sé si me dijo dónde iba o porqué se iba, pero de un momento a otro estaba solo con un par de muchachos más, entre ellos Darío, mi compañero de colegio.

—No te vez muy bien hermano —observó sentándose cerca de mí. Lo miré de mala manera y le escupí el humo del cigarrillo que estaba fumando.

—No soy tu hermano.

—En serio Kalen... te vez muy mal —insistió y llevó mi mano a mi frente. Quise apartarla, intenté levantar mi mano para empujarlo pero no tuve fuerzas y eso me asustó un poco. —Estás sudando mucho Kalen.

—Estoy bien —aseguré pero no me sentía para nada bien.

En mi lógica pensé que ir a dormir sería lo mejor que podía hacer, así que, luego de muchos segundos concentrándome en los movimientos que tendría que hacer, intenté ponerme de pie. Intenté porque lo cierto es que caí de trasero en el primer intento.

—¿Todo bien? —quiso saber una voz conocida. Supuse que era Ricky, la verdad es que no estaba mirando a mi alrededor. Estaba concentrado, pensando seriamente en cómo debía ponerme de pie para marcharme de allí.

Ni siquiera traía mi teléfono para llamar a mi hermano y así viniera por mí. Yo era un verdadero desastre.

—Darío, dile a Lautaro que venga a buscarme.

—No sé si es buena idea —asegura Ricky arrodillándose frente a mí y recibiendo mi vómito en sus pies. —Demonios, esto no es bueno...

No pude contener las arcadas. Vomité mucho aunque no sabía qué era lo que tiraba porque no había comido nada durante ese día. Supongo que todo era el alcohol que había consumido y restos de la cena de la noche anterior.

Luego de eso no supe nada más. Todo se puso negro. Oí hablar a algunas personas a mi alrededor y luego nada. Nada de nada. 

Sin Planes Ni RecetasWhere stories live. Discover now