26. Gracias por arruinarlo

3.1K 365 17
                                    



En cuanto escuché la puerta cerrarse tras él corrí a la ventana y lo observé caminar con prisa en la dirección que lo llevaría a su casa, pero supuse que él no iría allí.

Me quedé mirando su silueta perderse de mi campo visual y chequeé a los vecinos, pero todos dormían a pesar de no ser demasiado tarde; estaba segura que no sería bueno si alguno lo viera salir o ingresar a mi casa. Mi padre no estaría contento y apuesto que mamá tampoco.

Mientras me daba un baño me di cuenta que comunicarme con Kalen para seguir con las lecciones o lo que sea que seguiríamos haciendo sería complicado. Él había mencionado que no tenía teléfono y yo no me animaba a llamar a la peluquería para preguntar por él, no importaba cómo, nadie debía saber que nosotros teníamos "algún" tipo de relación, mucho menos su madre o su hermano.

Pero luego de dos días en los que no tuve noticias de él hice algo terriblemente estúpido.

—Niña, qué bueno verte por aquí —la peluquera del pueblo me dió la bienvenida a las 12 del medio día del viernes. Sonreí y me adentré a su casa donde me había invitado a pasar. —Estoy con un poco de clientela, pero si esperas podremos hablar...

—Está bien —en ese momento yo sabía qué hora era. Sabía que no me podría atender y me haría pasar. Sabía que Lautaro no estaba en casa porque jugaba tenis con Rob los viernes por la tarde.

—Siéntete como en casa, Kalen está en su habitación por si quieres despertarlo aunque no parece que se lleven bien... —me guiñó un ojo y volvió a su trabajo. 

Esperé un poco y fui al pasillo. Ya sabía cuál era la habitación de Lautaro y había deducido cuál era la puerta del baño; sólo había dos opciones.

Cuando empujé la primera puerta el orden me asustó y supe que estaba en la habitación equivocada. Cerré con cuidado y fui por la última opción que quedaba: él estaba tendido en su cama, destapado y sólo usa un par de boxers. ¿Cómo no me había dado cuenta de su cuerpo antes? ¿Cómo no había notado que él era incluso más atractivo que Lautaro? 

Con lentitud deslicé mi dedo por su columna hasta llegar a su nuca. Sentí cómo un escalofrío recorrió su cuerpo e inmediatamente se giró para encontrarme cómodamente sentada a su lado.

Su cara era para pagarla. Sus ojos se abrieron enormemente y se reincorporó de un salto.

—¿Qué haces aquí? —consultó con la voz ronca. Yo me encogí de hombros y me acomodé más cerca suyo. —Cleo...

Mis ojos recorrieron su cuerpo hasta encontrarme con su cintura y luego sus genitales.

 ¿Cómo podía ser que...? 

Él tomó  mi cara y me obligó a verlo.

—¿Qué demonios haces aquí?

—¿Por qué estás excitado tan rápido? —quise saber como una idiota. Él resistió una sonrisa. —Todavía no he hecho nada —apunté dirigiedo mi mano a su pierna para arrastrarla con rapidez sin que él se pueda percatar de mis intenciones ni yo pueda pensarlo con claridad lo que estaba por hacer.

Sus ojos se cerraron de inmediato cuando toqué su miembro y por alguna razón el placer que él comenzó a sentir se extendió directamente hasta mí.

—Cleo... — lo oí susurrar mientras yo me dejaba llevar. 

No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero sigo masajeando su cuerpo sin poder quitar mis ojos de su rostro a medida que el placer lo iba tomando por completo, despacio. 

Sin Planes Ni RecetasWhere stories live. Discover now