53. Creo que estoy embarazada.

2K 298 7
                                    


Maratón 8/10


Los encuentros sexuales entre ambos siguieron siendo diarios y mi estado físico y de ánimos iba de mal en peor.

Durante algunos días intenté poner de mi fuerza de voluntad y sonreír, pero no podía. En cuanto llegaba a mi habitación rompía en llantos. Así, sin motivo, me sentaba en la cama y comenzaba a llorar.

Luego me duchaba, ponía mis auriculares y me dormía entre pensamientos caóticos y llenos de Kalen.

Hubo un día, luego de una semana de sexo intenso, que le pedí a Rita que invitara a Kalen a su alcoba. Le dije, de manera poco amable, que no podía dormir y que eso estaba afectando mi rendimiento. Ella no hizo más que asentir y esa misma noche no oí ningún tipo de ruido.

Sin embargo, el dolor no pasó. Ahí estaba otra vez, repitiendo mi rutina y esta vez llorando con más fuerza porque sabía que no había nadie en la habitación de al lado que pudiera oírme, porque sabía que Kalen y Rita lo estaban haciendo, un poco más alejados de allí, pero lo estaban haciendo.

Pronto me di cuenta que todo el tiempo me comparaba con aquella muchacha. Todo el maldito tiempo la miraba preguntándome qué tenía ella que no tenía yo. Siempre estaba intentando rendir mejor en mi trabajo, ser mejor que ella en lo laboral era algo que me daba un poco más de tranquilidad, pero no del todo. Pero lo que más me dolía era no tener la atención de Kalen. Quería, necesitaba que él me mirara sólo un poco como la miraba a ella.

Le pude poner nombre a lo que sentía. Así, sin muchas vueltas supe que estaba celosa. Esa chica había robado la atención que Kalen ponía en mí y la quería de vuelta, pero claro que sabía que no la tendría, ella podía ser mala en su trabajo, pero era absolutamente más bonita y simpática que yo.

Los celos que sentía para con ella consumían mi pensamiento, el hecho de que él la desee antes que a mí simplemente no me dejaban respirar con tranquilidad, su mirada lujuriosa en el cuerpo de esa muchacha hacía que mi corazón doliera, y doliera mucho.

–Estás pálida –Elsa se acercó a mí y tomó mi temperatura la mañana del viernes de la segunda semana.

–No me siento bien –aseguré apoyando mi cara en mis manos mientras tomábamos el desayuno.

–¿Qué te sucede? ¿Estás comiendo bien?

–Creo que estoy embarazada –respondí de mala gana sabiendo que eso le quitaría las ganas de preguntar. Y lo hizo. Cerró su boca y volvió a su desayuno. Yo apenas pude desayunar, tenía tanto sueño que no podía coordinar en absoluto.

Cuando Roberto llegó para su típico saludo matutino me acerqué a él y traté de sonreírle. Todos me miraron mientras me acercaba pero los ignoré, esto no tenía nada que ver con ellos.

–¿Puedo tomar el turno del medio día? No dormí bien anoche y realmente creo que me caeré si no duermo un poco ahora, sólo por hoy –dije amablemente. Él me miró durante unos segundos, inspeccionándome y asintió. Sí, mi estado demacrado no pasaba desapercibido.

–Sólo te lo dejaré pasar por hoy porque no te ves para nada bien.

–Gracias –dije saliendo del lugar.

Arrastré mis pies hasta mi habitación y me dejé caer a la cama con un golpe seco, rogando despertar para el medio día porque no tenía fuerzas ni siquiera para buscar el teléfono y poner la alarma.

Durante esas horas sólo el silencio acompañó mi descanso. Ni siquiera tuve un pensamiento de mis dos compañeros teniendo sexo, ni siquiera tuve un sueño con respecto a nada. Estaba tan cansada que simplemente me dormí sin saber cómo lo había dicho.

Claro que despertarme iba a costar más de lo esperado aunque nunca pensé que sería gracias a una suave y dulce caricia.

Sin Planes Ni RecetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora