76. No sólo los opuestos se atraen.

2.1K 310 37
                                    



No presté mucha atención a lo que hablaron luego de aquello. Me concentré firmemente en no romper a llorar y cuando Kalen se retiró de la habitación encaré con enojo a los visitantes.

Por alguna razón Franco tenía mi mochila en sus manos y Sol ya se había girado hacia la puerta de salida. Respiré profundamente le arrebaté mis pertenencias ante la mirada sorprendida de ambos.

—¿Qué haces? —consultó Sol con sus ojos abiertos de par en par.

—¿Ustedes qué hacen irrumpiendo en la casa de Ramona de esta forma?

—Vinimos a rescatarte, vamos —ordenó Franco tomándome por el brazo y apretando con fuerza.

Me resistí lo más que pude pero obviamente su fuerza y la mía no se comparaban así que me arrastró hasta que salimos al exterior por la puerta trasera.

Sol nos seguía los pasos y había sido la encargada de tomar mi mochila. Ella ni siquiera estaba mirando la situación. Franco estaba haciendo muy violento conmigo y ella estaba mirando para otro lado.

—Claro —dije soltándome con velocidad cuando él aflojó el agarre. —Kalen es malo para mí pero Franco, que me arrastra como si fuera un saco y me lastima como si no me doliera, es bueno ¿No Sol?

—Kalen te pegó

—Kalen no me pegó porque quiso —me atajé de inmediato. Ella mejor que nadie sabía el estado en el que él estaba cuando me golpeó. —Y aunque no lo creas se disculpó. ¿Lo harás tú Franco?

—¿Qué pasas contigo Cleo? Te desconozco, me decepcionas —dijo mirándome con desaprobación. Pero sin embargo no se disculpó a pesar de que sabía que me había lastimado. —Vamos, hablaremos en casa.

—¿Por qué estás aquí?

—Yo lo llamé —respondió Sol. —Sé que es el único que puede hacerte entrar en razón.

—¿Entrar en razón?

—¿Tú sabes con quien te estás metiendo no? —continuó ella bajando la voz, como si hablar de Kalen le fuera a dar serios problemas.

—¿Qué estás tratando de probar? ¿Qué eres lo suficiente mujer como para soportar a un delincuente, drogadicto y un bueno para nada? —inquiere Franco. Pero no espera mi respuesta, niega con su cabeza y se acerca para tomar mi mano con amabilidad. —No hace falta Cleo, eres una buena mujer, no me tienes que demostrar nada.

¿Qué?

—Estuvimos hablando mucho, con Franco y con papá —informó Sol llamando mi atención. —Lo mejor será que dejes tu trabajo. Tú sabes que no lo necesitas.

—Ahora iremos por tus cosas y nos iremos de vacaciones a casa de mis padres —ordenó Franco. Eso no había sido una sugerencia o una propuesta. Eso había sido una orden. —Allí hablaremos de lo que quieres hacer cuando lleguen tus papeles de finalización de la secundaria. Quizás lo mejor sea adelantar las cosas y casarnos de inmediato.

—¿A caso estás demente? —consulté con horror alejándome de él. —Tengo 18 años Franco.

—Tú ya estás lista Cleo ¿De verdad necesitas más tiempo? ¿Ya olvidaste tu lista?

—Yo no

—Oh... la habías olvidado —dijo burlonamente metiendo la mano en su bolsillo y sacando una vieja hoja. La desdobló con delicadeza y carraspeó formalmente. — 1. Terminar el colegio. Ya está hecho.

Sin Planes Ni RecetasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant