80. A ti.

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Maratón 2/10

Su respuesta fue concisa pero sincera. Una sonrisa jugueteó en mis labios y agradecí tener mi rostro aún escondido en la cama en la que Kalen descansaba, no quería que él se enterara cuán feliz me había hecho que eligiera el camino de la sinceridad.

No me quedé mucho tiempo más allí porque noté lo fría que se estaba tornando su mano. Recordé lo que había hecho y partí en busca de una enfermera, lo último que quería es que Kalen pescara un resfriado, mucho menos en aquel momento cuando aún tenía un trabajo digno.

Cuando regresé junto con la mujer su cara fue para pagarla. No sé que habrá pensado pero estoy segura que no creería que yo regresaría a ese lugar.

La enfermera nos gritó un poco y lo mandó a tomar una ducha mientras ella cambiaba las sábanas. Yo lo acompañé hasta allí pero regresé para ayudar a la mujer porque después de todo ese desastre lo había creado yo, eso sin contar que había conseguido un permiso especial para estar en aquel horario, no quería que me echaran en ese momento, mucho menos cuando teníamos tanto de que hablar.

La mujer le llevó una bata nueva.¿ Mencioné lo ridículamente sexy que se veía con ese atuendo? Pues sí, lo hacía.

En cuanto se recostó la mujer volvió a conectarle el suero y me miró en forma de advertencia antes de retirarse. Por lo que habíamos estado hablando Kalen tendría el alta en la mañana del día siguiente y no quería más problemas hasta ese momento.

—Te puedes ir si quieres —fue lo primero que dijo cuando habíamos pasado unos segundos en completo silencio.

Lo observé antes de largar una carcajada seca. ¿Era en serio?

—¿Por qué? ¿Estás avergonzando no es así?

—Cierra la boca.

—¡Oh por dios! —exclamé no pudiendo resistir la risa. Sus mejillas habían adoptado un color carmesí brillante y todo su cuerpo estaba tenso. —Kalen...

—Detente.

—Hey, Kalen —insistí calmándome. Tomé su mano y esperé pacientemente hasta que sus ojos se encontraron con los míos. —No está mal. Que me ames no es algo malo.

—¿No? —quiso saber sarcástico. —¿Cuál es la parte buena?

—Mmm... que te enamoraste de mí.

—Esa es la peor parte —dijo de inmediato quitando su mano de la mía. —De haber sabido que tú ya tenías un "marido" no te habría mirado en primer lugar.

—Oh... Claro —suspiré. —Nosotros tuvimos una charla ayer Kalen, de la que obviamente no recuerdas nada.

—¿Charla?

—Sí... fue bastante linda a decir verdad —suspiré recostándome cómodamente para disfrutar de su cara. Él estaba espantado. —No te preocupes, tú no dijiste mucho.

—¿O sea que tú ya?

—Sí, ya sabía que estabas enamorado de mí. Lo lamento.

—Como sea, vete entonces.

—¿No quieres saber mi respuesta?

—Nosotros ya terminamos. No tienes nada que responder.

—En lo que a mí respecta sigo siendo tu novia —aseguré y él entornó sus ojos con molestia.

—Yo te dije que nosotros seríamos novios hasta que yo lo dijera. Cuando te eché de mi casa fue el punto final.

—Nosotros no fuimos novios ni una semana Kalen ¿No crees nos merecemos otra oportunidad? Eso sin contar que ni siquiera tuvimos una "pelea". Tú te enojaste vaya a saber uno por qué.

—¿No sabes por qué? Tu "hombre" fue a buscarte Cleo. Nosotros teníamos un trato y sabíamos que acabaría en cuanto él fuera por ti. Así que ¿Qué más quiere de mí?

—Kalen —él me miró fijamente y esperó con paciencia hasta que hablé. —Franco ya no está en mi vida.

­—¿Qué?

—Cuando tú me echaste de tu casa, él y yo tuvimos una charla y llegué a la conclusión que no califica para el marido que mencionaba en mi lista. Además de eso, mi lista ya no existe ... así que yo digo que deberías hacerte cargo.

—¿Tú lista no existe? —quiso saber sorprendido. Me reí porque lo de Franco no le sorprendió para nada, pero lo de la lista lo descolocó. Quizás ya se había dado cuenta que el chico era un idiota y que finalmente no iba a terminar con él.

—Se rompió.

—¿Se rompió?

—¿Estás sordo Kalen?

—Estoy sorprendido —dice de mala gana cruzando sus brazos e inflando sus cachetes. Mordí mi labio inferior para ocultar una sonrisa. —¿Qué hay con el sujeto ese?

—Oh... él quería llevarme de vacaciones a casa de sus padres para planear nuestro casamiento o algo así.

—Tu sueño hecho realidad —observó con cuidado.

—Supongo que mis sueños han cambiado. Algún delincuente se los robó y dejó otros en su lugar.

—Delincuente —rió pero fue él quien buscó mi mano y tiró de ella para acercarme a su lado. —Así que... ¿él ya se fue?

—No lo sé. Franco llegó con Sol, supongo que se irá con ella. Papá no mencionó nada tampoco.

—¿Y que dijo sobre mi?

—No mucho... porque yo estoy más enojada con él por lo que te hizo así que sólo me habló de sexo y me mandó al ginecólogo —suspiré y él sonrió un poco más amplio.

—¿No quiere nietos tan pronto? —me encogí de hombros. —¿O no quiere que los tengas conmigo?

—No me importa lo que él quiera. Estuve pensándolo mucho tiempo y creo que antes de armar una lista nueva tengo que pensar en lo que yo realmente quiero.

—¿Y que sería eso exactamente?

—¿En este momento? —consulté recibiendo una afirmativa de su parte. —A ti. En este momento te quiero a ti.


Sin Planes Ni RecetasOn viuen les histories. Descobreix ara