CAPITULO IV: Otra realidad II/II

Magsimula sa umpisa
                                    

—Se me ocurre varias cosas, pero no estoy seguro de que estés dispuesta. —Los dedos fríos acariciaron la mejilla de la cazadora que, sin poderlo evitar, se sonrojó.

A ella la boca se le secó, por fortuna Ryu se alejó dos pasos y dejó de mirarla de esa forma que la ponía tan nerviosa. El vampiro volvió a hablar con voz suave:

—Puedes ir donde quieras en la casa, ya te lo he dicho. Afuera también puedes entrenar si así lo deseas. Pensaré en algo para que tus noches sean un poco más, divertidas.

Al terminar de hablar el príncipe, Amaya sintió cómo el ambiente de la habitación cambió drásticamente tornándose opresivo. Se llevó la mano al pecho, comenzaba a costarle respirar. Un frío glacial recorrió su cuerpo e hizo que sus vellos se erizaran. Quería salir de allí cuanto antes, una sensación de peligro inminente la invadió por completo.

Indiferente a lo que a ella le pasaba, Ryu sonrió complacido antes de volverse hacia la puerta.

—¡Parece que han llegado!

Inmediatamente, la puerta del salón se abrió dando pasó a dos seres de extraordinaria hermosura. Vestidos con ropas de cortes modernos pero que evocaban tiempos antiguos, los envolvía un aura tan umbría que parecían robar la luz del lugar. Las piernas de Amaya temblaron, por un momento creyó que se caería. Al mirar al guardia vampiro de la puerta, pudo notar que él experimentaba algo similar a lo que a ella le sucedía.

Ryu salió al encuentro de los dos vampiros recién llegados y su comitiva.

—¡Ah, Vald, Zahyr!, tenemos mucho de qué hablar.

«¿Vlad, Zahyr? Son los otros dos príncipes vampiros» pensó Amaya, sorprendida y ahogada por el aura poderosa que emanaban los tres reunidos.

—Imagino que debe ser algo importante para habernos convocado, Ryu— dijo Vlad, un vampiro alto, esbelto, de espeso cabello oscuro, ojos azules hipnóticos, con gesto aburrido.

Vestía pantalones oscuros, ajustados de corte recto, camisa púrpura y un saco largo de terciopelo oscuro con un corte limpio y moderno, pero que, de alguna forma, hacía pensar en épocas medievales.

—Siempre es bueno volver a vernos —habló ahora Zahyr, quien tenía cabellos platinados, casi albino y ojos rojizos. Su expresión sonriente resultaba inquietante—. Espero que después de tanto tiempo sin vernos, festejemos apropiadamente al término de esta reunión, tal como se merecen los príncipes del mundo. ¡Que aroma tan delicioso! —dijo olfateando el aire, antes de posar sus ojos en la cazadora—. Veo que tienes encantadora compañía, Ryu.

—Ella es Amaya, una cazadora élite que la Orden ha tenido en bien ofrecerme para que me acompañara durante algunos días —dijo Ryu con una media sonrisa burlona.

Los vampiros recién llegados se acercaron a la cazadora, curiosos.

—¿No dices nada, querida? —preguntó Vlad mirándola enarcando unas cejas pobladas.

Amaya quería contestar algo mordaz para demostrarles que no les tenía miedo, pero todo lo que hizo fue inclinarse ante los vampiros frente a ella, como si una mano invisible la obligara a hacerlo, al mismo tiempo que sus labios se cerraban incapaces de pronunciar palabra.

—¡Oh!, pero mírala. ¡Si es tan hermosa!

Zahyr se movió tan rápido que Amaya apenas si pudo ver una sombra desplazándose hasta pararse a unos centímetros de ella. Llevó los dedos helados a su mentón para levantarle el rostro y luego acercarse tanto, que ella comenzó a sentirse extrañamente dócil. El aliento caliente del vampiro le hacía anhelar un beso de los labios fríos. Cuando estaban a punto de besarse, intervino Ryu, molesto.

—¡No los llamé para esto, Zahyr! Ya tendremos tiempo de celebrar.

—¡Aburrido! Solo quería un aperitivo antes. A menos que ella sea tu postre —dijo Zahyr con ojos elocuentes y risa burlona.

—Vamos, hay asuntos urgentes que tratar —demandó Ryu, encaminándose a la sala de reuniones, sin prestarle atención a la burla de Zahyr.

Al desaparecer los vampiros, Amaya sintió como el aire llenaba nuevamente sus pulmones y recuperaba el control de su cuerpo y de su mente. El guardia de la entrada resollaba con fuerza, aun recobrándose de lo que sea que hicieron los príncipes sobre ellos.

Amaya miró cerrarse la puerta de la sala de reuniones por donde los tres entraron y encontró a los recién llegados muy distintos de Ryu.

Sí, no cabía duda de que ambos eran tan poderosos como él, pero parecían menos humanos. Sus ropas, aunque modernas, eran nostálgicas, con cortes medievales y sus modales, totalmente pasados de moda. En cambio, Ryu, a pesar de también hablar como salido de una novela victoriana, usaba ropa actual, como si tratara de encajar en esta época y en este mundo. Amaya lo encontró curioso. Pensó en su discurso de que le agradaba el mundo como era y ahora, al compararlo con sus iguales, llegó a la conclusión de que Ryu extrañaba su humanidad. La cazadora hizo una mueca de incredulidad ante su propio pensamiento, le pareció absurda la idea y la desechó al salir de la sala para dirigirse a su habitación.  


***Hola, ¿cómo están? Bienvenidos a este mundo oscuro y sangriento! Esta historia ya está terminada así que no teman, no la abandonaré. De hecho la estoy resubiendo, editada. Me encantaría que me dijeran qué les parece.

¿Qué impresión les han dado Vlad y Zahyr? 

Hasta el martes. No se olviden de votar.

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La noche oscuraTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon