Sentimientos

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Ryan

La ciudad más cercana estaba a unos pocos kilómetros, no más de cuarenta. Nuestra prioridad era llenar el tanque de combustible en la estación y adentrarnos para buscar cosas que nos pudieran ser útiles, Edwin me habló sobre Patrick, el soldado que se encargaba de cuidar el cobertizo de armas, yo le hablé de Elizabeth, me gustaba mucho aquella chica, sentía en el fondo de mi corazón que quería protegerla a toda costa, aunque a decir verdad ella sabía defenderse bastante bien. Pude ver su sonrisa de despedida desde la torre en la cual habia reemplazado a un hombre mucho más inexperto.

Patrick nos habia dejado llevar dos pistolas, en realidad solo aceptamos una porque Edwin llevaba su fusil con él, y yo tenía mi ballesta, curiosamente el hombre almacenaba virotes pero no tenía el arma correspondiente, así que me permitió llevarme unos cuantos. Estos no eran virotes de caza como los que usaba antes, eran de un material mucho más resistente y estaba diseñado para alcanzar mayor velocidad que el otro. Ahora si podría atravesar la carne de los Ghouls y causar daño de verdad, Edwin en cambio poseía su arma automática, y no tenía intención de cambiar nada de ella, estaba feliz.

Llegamos a la ciudad, John habia preparado un campamento dentro de una casa para que descansáramos y saliéramos por la mañana a buscar las provisiones, nos guiamos con el mapa hacia allí, ya estaba haciéndose tarde y los Ghouls comenzaban a recuperar la vista. Pudimos ver algunos de camino a la gasolinera, se volvían locos con el sonido del coche pero estaban demasiado confusos como para seguirlo, para nuestro agrado se calmaban una vez nos habíamos alejado, o eso creímos...

¿Qué era aquello? Justo como los Ghouls de Cindy, podían vernos, y venían directo hacia nosotros. Edwin también los vio y aceleró aún más para intentar perderlos, pero estos monstruos eran mucho más rápidos que los normales, a una velocidad inimaginable nos alcanzaron y comenzaron a embestir el coche en ambos lados, eran dos de ellos, pero no eran las mascotas de Cindy, estos parecían más salvajes. Era momento de probar los virotes, tomé mi ballesta del asiento de atrás y la cargué, aun no habia disparado pero ya podía sentir el filo de la punta de aquella nueva munición, apunté a la cabeza del monstruo a mi izquierda y jalé el gatillo. La criatura soltó un chillido y se desplomó en el suelo, rápidamente la dejamos atrás.

-¡Ryan el volante!- Le hice caso, desenfundó su rifle y sin mucha dificultad ni tardar demasiado tiempo disparó a la criatura, esta soltó unos quejidos y perdió el equilibrio, se golpeó contra un coche que se encontraba estacionado y allí quedo, probablemente aún viva, pero con daños severos.

-Ed...- Suspiró y dio la vuelta, sabía que yo no me iría sin el virote que habíamos dejado atrás, pudimos ver al Ghoul chillando de dolor, dos de sus patas estaban quebradas, y se encontraba herido en varias partes del cuerpo. Unas pocas calles más atrás se encontraba el cadáver del que yo habia matado, el virote estaba tan enterrado en su cráneo que me costó mucho esfuerzo intentar quitárselo, por supuesto no pude, ni Ed ni yo teníamos la fuerza suficiente, así que mi compañero usó su cuchillo para quebrar el hueso que lo retenía y arrancarlo con más facilidad, la noche estaba cayendo, y el olor a sangre atraería a los cazadores de la oscuridad. Volvimos al coche y continuamos nuestro viaje, cuando volvimos a cruzar al Ghoul malherido este aún se encontraba sollozando, sentí algo en mi pecho ¿Acaso era lastima? ¿Piedad? Aquel monstruo era el terror de nuestra especie, pero nosotros los habíamos molestado, habíamos dado el primer paso para esta "Guerra". Quizás nosotros los viéramos como unos invasores, monstruos provenientes de las profundidades de la tierra, pero quizás estábamos siendo demasiado egoístas al no considerar que éramos nosotros los que perturbamos su paz. Quien sabe qué tipo de vida vivían allí abajo en la oscuridad, antes de que la terrible luz los conociera.

-Edwin, para el coche- Me bajé de él y comencé a caminar hacia el Ghoul, él quizás debiera morir por el bien de nuestra raza, pero no tenía ninguna necesidad de sufrir, y sobre todo ninguna culpa. Usé la pistola, no quería volver a tener que arrancar el virote, no creo que mis sentimientos me hubieran permitido perturbar a aquel pobre animal más de lo que ya lo hacía. Edwin me miraba desde el coche sonriendo, cuando lo miré asintió con la cabeza demostrando que estaba de acuerdo conmigo en hacerlo. Lo vi a los ojos antes de disparar, una mirada que jamás podría olvidar, miedo, miedo a la muerte.


SubmundoWhere stories live. Discover now