Sótano

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Ryan

Todos me miraban, todos esperaban que yo dijera algo, incluso Roger y Jesus, pero no sabía qué hacer, los Ghouls se acercaban, Cindy se alejaba, comencé a sentir terror. Sentí un apretón en mi mano, Elizabeth la habia tomado entre las suyas y me miraba con una sonrisa.

-Vámonos, no podemos seguir en este lugar, van a rodearnos- Su voz era dulce y calmada pero decidida. Le devolví la sonrisa y luego miré al resto del grupo.

-De acuerdo, vámonos de aquí, salgamos por la puerta de atrás, rápido, serán ciegos pero aun así pueden escucharnos- Corrimos por el pasillo en dirección a la salida hasta llegar a la puerta trasera. Los Ghouls comenzaban a entrar por las ventanas y el agujero que habia dejado la explosión, esa zorra de verdad nos habia dejado para morir, no le iba a dar ese placer, no a ella, saldríamos por detrás y buscaríamos un vehículo, donde sea. Pero habíamos olvidado algo importante, la puerta trasera estaba bloqueada con tablones y clavos, no podríamos sacarlos con la mano- ¡¿Tony dónde está la palanca?!-

-En el sótano, está en el sótano- Mierda, eso era muy mala suerte.

-Quédense aquí, no hagan ruido, no se muevan, ellos están buscando por delante de la casa aun, iré solo para hacer menos ruido- Solté la mano de Elizabeth y la miré una vez más, antes de caminar hacia el pasillo, hacia los Ghouls.

Abrí la puerta que llevaba al hall, allí estaba la trampilla hacia el sótano, pero uno de ellos descansaba demasiado cerca de allí, escucharía el menor ruido a esa distancia, no podría pasar sin alertarlo, pero si me apresuraba y cerraba la trampilla mientras entraba él quedaría afuera, aunque yo atrapado dentro. Un estruendo proveniente de la cocina nos alertó a ambos, la casa se estaba desmoronando, tenía que apresurarme, aunque aquello implicara hacer ruido. Por suerte para mí el Ghoul sorprendido por lo que habia escuchado se levantó y fue a investigar, aproveché el momento y me colé en el sótano. Miedo a la oscuridad, jamás lo habia tenido de pequeño, no creía en fantasmas y además me costaba dormir con luz. Pero allí, en las penumbras del sótano me aterré, era el hogar de las bestias, un lugar prohibido para las personas, pero sin embargo allí me encontraba, en su territorio. Buscaba a tientas la palanca, no podía dejar abierta la trampilla para que entrara luz, no sé cuál de las dos opciones me aterraría más. Pude sentir algo metálico al tacto, al subir la mano encontré que esta se curvaba en forma de gancho, era la palanca, ahora solo tenía que volver.

Me di la vuelta solo para caer sentado al suelo al escuchar como la pata de un Ghoul destruía la madera de la trampilla y como este comenzaba a bajar por la escalera, a su hábitat, a la oscuridad que tanta comodidad le daba, al lugar donde podría no solo olerme y oírme, sino que también verme. No moví un musculo, quizás ni queriendo hubiera podido, mi cuerpo no funcionaba, se negaba a responderme. La bestia abrió los ojos una vez vio que la luz ya no lo lastimaría, fui lo primero que vio, justo frente a sus rostro me encontraba yo. Tony tenía mi ballesta, habia venido sin ella para no hacer ruido al cargarla, solo tenía la palanca, no serviría para nada. Miré a fijamente a la bestia, esperando que saltase y me arrancara la garganta de una vez, estaba listo supongo, había sobrevivido lo suficiente. Gruñó al darse cuenta de que yo estaba vivo, se acercó y su aliento comenzó a golpear mi rostro. Cerré los ojos, no quería ver lo que estaba por ocurrir, todo se había terminado, solo dejé que pase.



SubmundoWhere stories live. Discover now