Preparación

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Daemon

Otra vez en casa, había vuelto de ir a ver a mi padre. El viaje duraba unas cuantas horas pero por suerte si había algo que aún no me había fallado era mi coche. Mi intención era traer a mi padre conmigo a la ciudad, ya que en su área era mucho más vulnerable. Pero él se negó a salir de su hogar, insistía en que yo también me quedara, que las ciudades eran un caos y corría peligro allí. No podía ni quería quedarme, pero ya lo conocía, no daría su brazo a torcer, y yo tampoco.

Me consolé a mí mismo pensando que lo iría a ver siempre que pudiera para asegurarme de que estaba bien. Ahora mi preocupación era otra, y ya había desperdiciado demasiado tiempo, tenía que encontrar un arma y también reunir todas las provisiones posibles. Ya se había decretado la ley marcial y durante todo el día y parte de la noche podían escucharse disparos en la lejanía. Había momentos en los que llegaba a preguntarme quienes eran más peligrosos, los Ghouls o los mismos humanos.

Una tarde tomé valentía de ir a una tienda de armas, seguro todo había sido saqueado ya pero tenía que intentarlo. Al llegar y entrar por la puerta me di cuenta de que estaba muy equivocado, quizás esta tienda era una de las ultimas que seguía completamente en pie, el propietario echaba a balazos a cualquiera que intentara algo. No iba a ser distinto conmigo por supuesto, agradecí haber tenido mi billetera en un momento como ese. Podía sentir su mirada posada en mí, viendo a través de mi cabeza, como sabiendo exactamente lo que yo pensaba. Nunca un vendedor de una tienda me provocó tanto temor. Cuando el hombre vio mi cara de espanto no pudo disimular una sonrisa y dejo de apretar con tanta fuerza la pistola que sostenía en su mano izquierda. No era un hombre malo, simplemente uno justo.

-Bienvenido, bienvenido- Dijo sonriendo –Dígame lo que busca, aquí lo tenemos todo- Por un momento pude incluso sentirme como unos meses atrás, cuando todo era todavía normal, cuando iría a una carnicería a comprar algo para cocinarme. Solo que esto no era una carnicería, y lo que estaba por comprar desde luego no era algo que compraría cualquier otro día.

-Pues la verdad es que no sé qué busco, algo para defenderme de... ya sabe- No, no buscaba nada en especial, solo algo que me hiciera sentir más seguro y pudiera usar en caso de que algo malo ocurriera, nunca había disparado un arma real, pero supuse que a corta distancia no necesitaría mucha experiencia.

El hombre metió la mano debajo del mostrador y saco de él un pequeño catálogo. Luego de leerlo me decidí en comprar una simple pistola, no tenía sentido algo más que eso. Pagué por ella y agradecí al vendedor, luego salí del local. Lo cierto es que jamás había visto un Ghoul en persona, muy pocos que lo hayan hecho tienen la suerte de haberlo podido contar, a pesar de tener un arma no me sentía más seguro. ¿Qué probabilidades tenia de matar a uno de ellos con lo veloces que la gente decía que eran?

Dedique una mirada hacia el cielo, se acercaban nubes de tormenta, supongo que sería interesante ver como la lluvia afectaba a esas criaturas. Aunque en las ciudades la situación fuera terrible, era evidente que en bases militares y centros de estudio se estaban analizando los cuerpos de estos humanoides, buscando alguna debilidad que poder explotar. Solo que ninguno de nosotros se enteraba de nada, sin electricidad, ni teléfonos celulares era cada ciudad por su cuenta. Eso me recordaba al día en que se reunieron alrededor de veinte hombres armados dispuestos a ir al subterráneo a exterminar Ghouls, bajaron con una confianza insensata. Por supuesto, ninguno volvió, una mujer atestiguó escuchar gritos proviniendo del metro, probablemente de los últimos que aún quedaban vivos.

Antes de ir a casa pasé por el supermercado, allí la situación era totalmente diferente a la de la anterior tienda, pues no había ningún tipo de orden y sobre todo, de silencio. Tomé las provisiones que pude y que aún había y me fui del lugar, parecía bastante peligroso, a medida que los suministros escaseaban la gente estaba dispuesta a llegar a otros límites para poder sobrevivir. Viejas amistades ahora se veían como obstáculos, como enemigos. Los indicios de lo que fue nuestra sociedad estaban desapareciendo.

No sé cómo fue, pero repentinamente me di cuenta de algo, volví a mirar hacia el cielo y al ver las nubes que buscaban tapar el sol lo supe. Iba a estar lo suficientemente oscuro como para que esas criaturas pudieran salir, todo el día, ahora más que nunca habría que fortificarse cada uno en sus casas. Apresuré mi paso hacia casa, no quería tener que presenciar la matanza que ocurriría.

Cuando llegué a casa el sol estaba ya casi oculto detrás de las nubes. La gente solía dejar velas o lámparas a batería encendidas por las noches, yo consideraba eso un grave error. Los Ghouls podían no tener las mismas capacidades que los humanos, pero podían aprender y entender. Sabían que donde había luz había carne, y que solo tenían que esperar su oportunidad para ir a buscarla.

Se comenzaban a escuchar los gritos en las calles, la cacería había empezado, pero esta vez las personas no esperaban su llegada tan temprano. Cerré las cortinas, trabé la puerta y me dejé caer sobre mi cama, a idear planes sobre cómo sobrevivir a la larga, hasta que mis ojos se cerraron y me dormí.

Unas horas habrían pasado, pero algo me despertó, un grito cercano, del mismo edificio donde yo estaba, se escuchaban muchos pasos, probablemente porque las criaturas caminaban en cuatro patas, me levanté de un salto y cerré la puerta de mi habitación. Luego me quedé esperando, atento a cualquier sonido, solo escuché uno lo suficientemente significativo, la puerta fue destruida.



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