Ryan

808 46 1
                                    

Amaba escalar, sentir esa alegría de mirar abajo y ver todo lo que habíamos avanzado, mirar hacia arriba y ver la cima de la montaña, esperándonos a los tres, cerraba los ojos y sentía el frio viento de aquella altura, el mismo viento que sentiría un ave al volar libre por los cielos. Mi padre y hermano insistiendo en que me apresurara me alejaron de aquella fantasía, sonreí y continué escalando, siguiendo sus pasos. Nos quedaban ya unas pocas horas para terminar y volver a casa, mi madre siempre se preocupaba cuando nos íbamos, le tenía terror a las montañas ya que mi abuelo había fallecido escalando una, pero eso no nos detuvo a ninguno de nosotros. Siempre perdido en mis pensamientos, mi padre volvió a llamar mi atención, intenté despejar todo aquello que rondaba en mi cabeza y seguir ascendiendo, pero cuando di un paso hacia una roca que creía estable esta se desmoronó y caí al vacío, comencé a gritar a medida que el suelo se me acercaba, intentaba aferrarme a algo, demasiado tarde, mis gritos se ahogaron cuando llegué al suelo.

Me desperté de un salto, mi cuerpo estaba lleno de sudor, otra pesadilla, había soñado con mi propia muerte de diferentes formas muchas veces, ya estaba harto de que ocurriera. Me incorporé sobre la cama y vi mi mesa de luz, allí había una foto de mi padre, mi hermano y yo celebrando otra victoria contra una montaña, se me escapó una sonrisa. Hacía ya tres años que habíamos ido por última vez, pero recordaba cada momento como si hacía unos pocos días hubiéramos vuelto.

Vivía solo, me había mudado a un pequeño departamento para estudiar política en una universidad. Mis padres vivían a dos horas de viaje y mi hermano mucho más lejos que eso. Solían venir al menos una vez por mes para asegurarse de que todo estaba bien pero aun así me sentía completamente solo, a mi hermano solo lo veía en días festivos a pesar de hablar casi todos los días por teléfono.

Miré la hora, seis y media, en unos minutos sonaría mi despertador así que me levante para prepararme un café. Encendí la televisión, no la veía casi nunca pero me gustaba dejar las noticias de fondo antes de ir a la universidad. Suponía que escucharía lo de todos los días, algún accidente de coche o robo, pero hoy no era como todos los días. En el momento en el que comencé a escuchar gritos salir de la televisión levanté la vista. ''Científicos cavan demasiado profundo, criaturas salen del agujero '' ¿Qué habían inventado ahora? Presté atención a lo que dijeran los medios, al parecer el gobierno intentaba llegar lo más cerca posible al centro de la tierra para hacer investigaciones, pero habían encontrado una especie de ''mundo subterráneo'' del cual salieron criaturas jamás antes vistas. Supuse que todo eso eran idioteces que nadie podía creer, hasta que pasaron a las cámaras y vi como desde la cámara de un helicóptero salían de un agujero inmenso cientos, no, miles de humanoides corriendo en cuatro patas y asesinaban a todo aquel que estuviera cerca.

Corrí a la ventana para ver a través de ella, el sol todavía no había salido, estábamos en invierno y los días eran bastante más cortos. De vuelta a la televisión los medios decían que nos ocultáramos en nuestros hogares y no abriéramos las puertas, que todo estaría bien. Iba a cambiar el canal cuando llegó una noticia aún más atemorizante que la anterior, todo el ''mundo subterráneo'' se había visto alterado por esto y estaban emergiendo de muchos otros agujeros que no habían llegado tan profundo como este, eso significaba que estos humanoides estaban saliendo por todas partes, por toda la tierra. Llamé a mis padres, luego a mi hermano. Todos habían visto las noticias y también estaban preocupados, me pidieron que no saliera pero yo vivía en una ciudad bastante grande, si algo ocurría me enteraría y podría llegar a esconderme antes.

Luego de vestirme salí a la calle y fui a esperar el autobús en la parada. Cuando este llegó y me subí pude ver que toda la gente allí hablaba de lo mismo, por lo que pude escuchar todo el mundo estaba lidiando ya con esto, el ejército se estaba esforzando pero se veía obligado a retroceder, salían de aquellos agujeros muchos más de los que podían matar y estaban propagándose como una epidemia por todos lados, matando a todo aquel que encontraran y comiéndoselo. Desvié la mirada hacia una tienda de armas que acabábamos de pasar, decidí que hoy faltaría a la universidad y presioné el botón para que el autobús me abriera las puertas.

Bajé y comencé a caminar a la tienda de armas que había pasado hacia unas calles, viendo a la gente de mi alrededor parecía no ser el único con aquella idea así que apresuré mi paso para llegar antes. Abrí la puerta del lugar, había algunas personas siendo atendidas, mientras esperaba miré a mi alrededor, había muchos tipos de armas de las cuales podía reconocer algunas. Lo único que había disparado en mi vida había sido un rifle de caza por lo que no podría decirse que tuviera mucha experiencia.

-Chico, adelante- Escuché que una voz se dirigía a mí -Es tu turno- Me acerqué al mostrador para hablar con el hombre, este me miró y soltó una pequeña carcajada -No me digas más, vienes a comprar un arma para pelear contra el ''mundo subterráneo'' -Decía con tono sarcástico.

Dediqué una mirada al arsenal de armas que allí se encontraba, una me llamó particularmente la atención, supongo que era un pensamiento bastante idiota pero era un arma con estilo, diferente a una pistola u otras tan comunes, quien sabe por que, la elegí.

-Buenos días, quiero un arma de caza-

-¿De caza eh? No sé si podrías llamar a esas cosas presas, después de todo parece que son ellos quienes nos cazan, pero si tienes pensado dar vuelta las tornas entonces no me quejo, anda dime cual quieres-

-Aquella ballesta-

SubmundoWhere stories live. Discover now