OCHENTA Y DOS.

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—¡No estoy segura de esto! —Chilló Tati nerviosa cubriendo sus ojos con las manos, privándose de ver lo que hacían para ella.

—¡Es tradición antes de la boda, Tati! —Le dije entre risas por sobre la música. —Sube de una vez, lo haré por ti si no lo haces. —El tipo la tomó de la mano y la subió al escenario en contra de su voluntad sentándola en una silla en el medio del escenario. Y en cuanto la rubia los miró frente a ella gritó de la emoción haciéndome reír a carcajadas.

—Siento que estoy engañando a mi bebé. —Gritó entre risas refiriéndose a mi hermano que mal no creía que estaría pasándola en su despedida.

La música cambió por una muy sensual, y de repente ella estaba iluminada por las luces y rodeada de hombres.

No podíamos dejar de reír. Algunas de sus amigas gritaban eufóricas haciéndonos reír a las demás.

—Oh dios, quiero ser ella... —Jadeó Emma, amiga de Tati a mi lado. La miré sonriendo divertida, ella gritó más. —Mira ese, oh, cielos. Es un dios griego. Ese trasero. Maldita sea es mejor que el mío ¡Quiero subir! —Gritó a todo pulmón. —¡Soy voluntaria! —Gritó más, rompiéndome el oído.

—Calma, luego subirás tú. —Le extendí una copa de champaña riendo. Ella la aceptó entre risas.

—Esta noche no vuelvo a casa sola. —Sonrió con picardía, aun con el moreno en la mira.

Mi mirada se detuvo en la estrella de la noche. Esta vez reía a carcajada limpia cargada de nervios. Jamás fue una chica tímida ni vergonzosa, pero esto la superaba. Y yo jamás, en la vida entera, había conocido a alguien tan brillante y perfecta como ella, siempre cargada de alegría, tan genuina. Por siempre sería mi claro ejemplo de familia y un verdadero amor.

—¿Desea una, preciosa? —Un hombre con el torso desnudo y un antifaz me esbozó una radiante sonrisa extendiéndome una nueva copa de champaña. La tomé con un leve asentimiento de cabeza en agradecimiento y sin tomar el contenido ni poder quitar la sonrisa de mis labios volví a dejar mi mirada en Tati. —¿Necesita algo más? —Sugirió. Su dedo tocó mi hombro y con intenciones seductoras la deslizó hacia mi cuello, bajando por la curva de mi pecho, por sobre mi vestido. Mantuve mi mirada en él ganándome solo una sonrisita coqueta de su parte.

Antes de que pudiera replicar algo al respecto, mi celular comenzó a sonar.

—No, gracias. —Me limité a decirle. Cuando el chico se fue atendí la llamada.

—¡¿Qué quieres?!—Grité por sobre la música.

—Solo quería saber si todo está bien. —

—Obvio que todo está bien, Bruno. —Solté una risa...—Por dios, disfruta tu despedida de soltero. ¿Acaso esas mujeres de por allí no te son suficientes? Admíralas porque para serte sincera estoy encargándome de que Tati haga lo mismo.... Pero tú, obviamente, con moderación. —Sonreí a la nada, alejándome un poco de la música para oírlo mejor.

—No estoy muy a gusto con esto, Jessica. Seguro están toqueteando mucho a mi novia. —

—Eso no es cierto. —Reprimí una risa.

—Justo en este instante detesto que no sepas mentir.

—Apuesto que eres el único en ese lugar que no está disfrutando esta noche. —Reí y rápidamente una intensa sensación de naucias paso por mi estómago imaginándome a Harry con mujeres a su alrededor.

—Uhm... en realidad sí. —Soltó una risa apenada.

—Luego será toda tuya, Bruno. Te espera la noche de bodas... —Él no respondió. —Y si quieres sentirte mejor Tati cree que está engañándote solo porque hombres bailan alrededor de ella. —Sonreí. Lo oí suspirar.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora